lunes, 26 de julio de 2010

Bajo los rieles del Imperio. novela del Prof. Víctor Arias

INTRODUCCIÓN.

La imaginación se levantó de la alcoba veraniega y abandonó el lugar de reposo de la vivienda de los Olivo, allí en la población llamada Guayubín, lugar de nacimiento del Joven Benito. Era de mucha incomodidad para ella, estar a los gustos y disposiciones de un mozo que aún sus deseos tenían el perfuma de la alhucema y del manzanillo.
Estaba acorralada sin poder manifestarse y continuar los estímulos de su poder intrínsecos. Una tarde mientras la caja donde se alojaba estaba muy molesta por los golpes recibidos por un invasor gringo, enderezó su gelatinoso formato y se dirigió hacia la montaña de Guananico. En la tarde escuchó del ferrocarril un grito metálico que lo despertó. Se detuvo para mirarlo pasar y degustar el Chu, Chu, Chu… que producía el vapor que le servía de combustión.
Benito Olivo era la caja donde estuvo alojada esa sustancia mental que imaginó que Imbert era dueña de un ingenio de nombre Amistad. Su imaginación, no se había equivocado al contrario, en pocos días fue uno de los empleados, de la fábrica de hacer azúcar, esa misma sustancia señaló el camino para que conociera la mujer que sería la madre de las hijas e hijos.
Benito era uno de los protagonistas, de Bajo los rieles del imperio, narrada en una prosa sencilla, a pesar de ser muy gráfica las descripciones son lógicas, a veces atinadas la ambientalidad. Cuando las escenas son pastoriles la presencia del canto de un ave, el relincho del potro y de la yegua, de mulo… el rebuzno de saleo, ocupa el rol de ambientador, como el llanto infantil abandonado en un asqueroso muladar.
Es decir que el estilo de Bajo de los rieles del imperio, no es el del periodismo, ni el de Gargantúa y de el Emilio ni el de La Ventana de los Lagartos, esta última del mismo autor, sino más bien artístico como señalaría el doctor Bruno Rosario Candelier, por lo menos esa fue mi intención.
El nacimiento de la niña Ramona, futura esposa de Benito, obvia los detalles del matrimonio de los que son sus padres, don Fermín Silverio y de la Señora Cayetana Cesaire. El buen lector escucha los ruidos y sonidos de la naturaleza sin caer en los extremos cosa esa que podría ser un vicio de otras épocas, parecería que el lector comparte con ellos como con los actores. Los meandros de las quejas del río, que cosquilla en la cintura desnuda de las lavanderas, y como frías agujas se introduce en los triíllos sensuales de los regazos procurando en ellas, los quejidos como ayees seductantes, esta narración vista a groso modo es mucho más que lo que al programarla aspiramos, los protagonistas se salieron de lo planificado se escaparon al control estratégico nuestro lo que era regional se convirtió en un asunto universal.
Cruza las escenas con los acontecimientos de la segunda guerra mundial el central amistad es escenario de diálogos entre obreros, entre un Carretero llamado Miguel Cabrera y el señor Olivo conversan de los beneficios y perjuicio de la guerra en Europa en la plantaciones de remolacha, oiga Benito, dijo Miguel en que nos beneficiaremos de esa guerra, como dice siempre usted? Nos beneficiaremos de muchas… uno de los personajes del final de la narración comparte los escenarios conociendo las dolencias de sus madre, y como otros hijos no le permite cruzar el túnel de la soledad y se convierte en personaje itinerante siempre motivado, ahí le entrego un poco surrealista algunas sensaciones descriptivas de lo que pudo ser la zapata para una buena edificación en mano de un buen arquitecto donde el sagrado recuerdo de Juana Francisca Olivo Silverio, de Silverio, permanezca alojado para siempre. Fortaleza de voluntad, donde la inteligencia se expanda sin irse muy lejos de los predios tainos y caemos en los tatanios. Dándole corte final con los aires de la corrupción alejándose de las instituciones primitivas sea escuela, ONG, iglesias, partidos políticos, milicias, empresas, congresos municipales o nacionales. Dándole a las generaciones, a la sociedad que la protagonista deseó en vida para sus hijos y para sus nietos y ascendientes suyos, la comunidad que sus padres Martianos, Duarteanos, Bolivarianos, soñaron los Hostosianos.




DEDICATORIA.޾

A las amigas de Doña Juana Francisca Olivo, cuando era flor de la soltería…

A las hermanas que aún son flores del jardín espiritual donde vivimos…

A los nietos de Doña Ramona y del señor Benito Olivo…

A las comadres y compadres…

A las ahijadas y a los ahijados… a los que la recuerdan y la llevan en su memoria…

Al noble y leal compañero esposo, a Sebastián Silverio Trejo el amigo… el novio… el compañero… el hermano y padre, en la calle Watson… para los hijos e hijas y nietos y nietas, bisnietos y bisnietas, sobrinos, sobrinas y sobrinos y sobrinas nietos y… en fin para los hijos de Tatania.

-Nota del autor.

En Bajabonico Arriba a Doña Daniela Arias, su comadre, a Enemencia Silverio. Especial rosal a su Hija Maricusa, por su valiosa cooperación.

CAPITULO UNO.

Los rayos esa noche eran más blancos, eran lechosos en el cinturón verde del Bajabonico. Son los más hermosos del universo. Voces románticas, datos y pinceles, hilos de razonamientos tejieron sueños cuando entre arrabales y tabucos los pies descalzos del señor Fermín llevaba entre sus brazos a la señora Cayetana Cesaire con la que minutos antes se había casado.
Era un hombre afortunado por ser monitoreado por los murmullos de río y los argentados rayos de la luna. Parecía que algún pintor asesorado por cierto poeta ebrio, había pintado esa realidad, la realidad de una noche para amar y ser amado.
En la enramada de su amor llenaron de gozos y de deseos las paredes de tablas de palmera a los compases de caídas, ráfagas de un rocío invisible. Los guayabales, los guanábanos y jangadas de frutales, aprobaban la proclama de amor en el concierto de esa noche. Las norias, manantiales y arroyuelos daban sus frescas aguas para lavar el calor del tránsito como pago de un largo peaje de ternura.
En menos de 4 kilómetros cuadrados vivía don Nicolás Silverio, don Pidgin Medina Silverio y al este la señora Simona Medina Silverio. Era ese predio un entorno de gente buena, trabajadora, feliz cargada de energía positiva.

En término reales, había cuatro viviendas en el sureste de Las Aromas, en los límites fronteriles del Bajabonico y los cabellos de la cabeza en el territorio Altamirano la casa de Fermín era como las demás, un enano de brazos largos… en medio de la meseta donde estuvo el Cantón de guerrilleros que en tiempos de gestas patrióticas comandaran los primos Nicolás Silverio, y don Juanico Silverio. Primos hermanos fundadores de los cantones del río, al este de la casa de don Fermín, se situaban la de Pidgin y de Ana luisa Minaya y de Simona Medina y de su marido José Toribio de la Cruz. Al oeste la de Nicolás Silverio y de su esposa María Decena Minaya.
Era la una de la madrugada, los recién casados abrazaron a Morfeo, despertaron a las diez de la mañana, no degustaron del manjar del alba, ni de los cánticos de los elementos, como tampoco del gallo madrugador.
La madera era el material que con mayor frecuencia y oportunidad usaba el hombre del universo rural para la construcción de su vivienda. La de doña Cayetana era de Caoba centenaria y de varas de Juan Primero, madera muy rústica. Cayas y cedros para las puertas y ventanas, y roble para las mesas, soberados alcayatas y gabinetes o alacenas. Para las barbacoas y desvanes empleaban penachos de palmera.
Jubilado de la guerra, hacia aparejos y esterillas por encargo usando los tallos y fibras de las matas de guineos, plátanos y rulos. Fermín era muy alegre, empleaba su ingenio en las acciones de las artes manuales, en fabricación de saxofón con la fruta del higuero o bangañas prefría las calabazas encorvadas para sacarles las tonalidades musicales apropiadas. En los días especiales mataba el cansancio por la falta de empleo, ejecutando piezas al gusto de la familia y de vecinos… sacándole tonalidades baritoniles. Era Fermín un manantial de frescura, de su esencia salía como emanación singular, un torrente de afecto bienaventuranza. Muy apropiado para la persona que acababa de llegar. Ese día ejecutó una hermosa alborada para abrir el portal de la estancia que los habitantes llamaron luego Tatania y Ferminilandia, en honor a Cayetana y a Fermín, sus fundadores. Era un hombre feliz, la llegada de Ramona y de Matilde lo había convertido en un individuo nuevo por fuera y por dentro no menos que en los otros partos de su martiniquesa esposa.
-Toma Fermín-había dicho la comadrona, extendió sus brazos hasta donde pudo imaginar. Las nubes blancas como las del día de su boda, acariciaban las naricitas cuadradas de la inocente inquilina de Tatania. La llamaba follaje de caoba. Luego sus ojos irradiaban de sorpresa y más que de alegría- Manifestó ¡Carajo, Carajo Cayetana, despierta…! Despierta Tana que ya tengo el nombre definitivo de mi hija, mi jija se llamará Flor de las Caobas, ese es el símbolo de la etnia de la raza de nuestros antepasados, ella le sonrió y una corriente de placer lo envolvió hasta el éxtasis. Permaneciendo por siempre en él, el embrujo y la influencia del viejo el guerrero independentista y restaurador. Nueve meses la niña caminaba en un ambiente acogedor que nadie en los aleros del paisaje aromanil tuviera o llegara a tener. Crecieron sin cruces de malignidades, y sin vuelos de aires negativos
Don Fermín se dio cuenta que su mujer le sonreía cuando entregaba la flor de caoba verdadera, la buscó en llanura, bosques y montañas en colinas y praderas. -Toma Tana- cargado de entusiasmo manifestó el senescal, dejando ver sus bien usados dientes. Esa es la flor de caoba, emblema Mandinga la encontré allá… señalando con la punta del machete Collins. Detrás de ese bosquecito estaba como si me esperase, dura como la orquídea silvestre, sin morirse despierta. Nuestros abuelos ofrecían soles y lunas a Costa de Marfil, sin embargos tíos y tías aseguraban que éramos descendientes de Guinea Bissau, pero yo ahora que somos Mandinga de Malí. Cayetana hallaba muy varonil el nombre de Ramona y le agradó el de Flor para apodo pero el que a ella le agradaba era Azúcar aunque por el contenido poético para unos dulces, hallaban rudo el nombre Flor, carente de fluido femenino.
Cuando Matilde cumplió 14 años, los tornados y ráfagas del joven Félix Marte hechizaron su continente físico y emocional quedando encinta de la niña que luego de nacer llamarían Angelita destinada a vivir por muchos años, primera nieta de Tatiana, de Fermín y de Cayetana. Ramona sintiéndose sola habiendo cumplido los doce abriles, abrazó el rol de ama de casa. Los padres parecían cansados y hasta el peso de la cuchilla de los años hería vuestra existencia. Cuando Matilde se casaba con Miguel Cabrera, recibía Ramona los energéticos de los gametos del cundeamor de empalizada en las empalmaduras de mujer docta. Comenzó aprehendiendo las circunstancias proyectaba y clasificaba, hizo un bello jardín de rosas y de gardenias. Sembró dalias y claveles pasaba atendiendo las familias y a las flores. Amaba a sus padres como a nadie, a Fermín a quien comparaba con un erecto roble del corral. Conoció, creyó conocer un hombre que estaba sentado en la raíz del árbol cañafistol secular del camino que lleva al río. Era un individuo de baja estatura, de piel blanca casi lechosa, cabellos cortos, de ojos claros y pequeños. La gente lo bautizó como el Desconocido. ¿De dónde habrá salido?, los lugareños sólo hablaban del Desconocido. Aunque coincidiendo en que llevaba la honradez pintada en la cara y la soledad en las tristes miradas. Lo que nadie pudo imaginar era que estuviera enamorado de la hija de Fermín. Pernotaba horas esperando que la niña Ramona volviera del río con el cántaro en las axilas. Cuando lavaba pasaba muy temprano y de regreso a la casa ahí estaba el desconocido, pero sintió el mismo hormigueo estomacal, que cuando estaba asustada no pudo comprender lo que le pasaba sentía hambre cuando tenia miedo no se atrevía a verle a la cara y el corazón le ritmaba con la fuerza de una vaca jorra. Esa realidad no la entendió: temor era equivalente a hambre, la curiosidad de verle la cara triste era equivalente a hormigueo y este a miedo. Entró al dormitorio y buscó el rostro en el espejo hallándolo, sonrió a plenitud y comprendió que aún era una florcita juvenil, para estar pendiente de hombre, y más de un desconocido. Caminante aventurero. Quiso recordarlo pero no había archivado su fisonomía facial. La memoria no lo activo para los recuerdos. Miró que su padre, don Fermín dormía, luego que con las manos recorrió la frente salió. Buscó a su hermana Matilde que bañaba a la pequeña Angelita.
Hacia bastante calor, en las lomas, las nubes lamían las copas de los árboles, algunos cuervos entonaban el concierto de Nereo padre de las Nereidas, ninfas que según la leyenda eran diosas, jóvenes hermosas que residían en el mar de medio cuerpo arriba y abajo peces. Era una banda de docenas de pájaros negros y blancos en menor cantidad. ¿Quién lo había visto? 50 años hacia que llegaron decenas de esos blancos cuervos, Sí, ¡quién lo diría! Le dirían loco, pero ahí están. El calor ahora era liniero quemaba las espaldas a los jornaleros de los cortes de leñas y de caña de los centrales de Montellano y Amistad. En las raíces del cañafistol estaba el Desconocido con zapatos blancos, pantalones y camisa del mismo color, la correa era negra y sombrero de Panamá, esperaba la princesa del río, nombre personificado para el llamar a Ramona, en su intimidad. Deseaba verla aunque fuera de lejos caminó sobre las piedras como el que lo hizo sobre las olas, pero ya Ramona se había marchado. Al hallar que las piedras estaban muy calientes se dejó caer en las mullidas gramas bajo la sombra de la jabilla de cretona verde y amarilla, cerca del enorme lavadero por donde sobre volaban bandadas de garzas reales. Escuchó el currú, currú de los cuervos, fue sorprendido al comprobar que era cierto que había cuervos blancos. El vuelo tierno de la cigua palmera produjo un largo bostezo cuando aminoraba el calor caminó pensando en su princesa del río y sin embargo parecía que se pondría en el cielo una jarina... e hizo una mueca con los labios al recordar que un primo de su madre a la llovizna le decía Jerén, en vez de chubasco. Apuró los pasos y con los primeros relámpagos y los primeros truenos entraba a los aleros de su vivienda en el batey Amistad, donde laboraba.
En la casa de Ramona compartían en la mesa degustando los olores exquisitos de un sabroso chambre de frijoles verdes con costillitas de cerdos y aguacates mantequillas. El señor Olivo laboraba en los fogones de las caderas que activaba con troncos de mangos y aguacates, de guamas y de aromas, casi verde para producir vapores apropiados para las turbinas del central. El vientre de fuego estaba harto emitiendo lenguas amarillas muy calientes. Por su imaginación le llegaron imágenes de la niñez y de su adolescencia ponía sus manos en las orejas de cabritos, y llegó a colocar su boca en la de las hembritas que jugueteaban lamiendo su pantalón con lengüitas tan largas como las llamas del fuego de las hornos azucareros. Pero apretó sus ojos porque las hileras de cabritos se iban quemando con el fuego. Luego aparecieron las burbujas que se apagaban en las lenguas amarillas. Sacudió la cabeza cuando en silueta llegaba la cara de su difunta y muy bien recordada madre. En siluetas de recuerdo metió las manos en la corriente de agua del río Guayubín donde creció recordó los versos “una mano lava la otra y las dos la cara” con un pañuelo que sacó del bolsillo trasero derecho del pantalón para secar el sudor y la humedad de su rostro. Entendió que sus reflejos mnemotécnicos, eran fuertes pero muy extraños. Llevaba a su mente la imagen de Ramona pero se entrecruzaban con los bajos reflejos de la infancia. La veía llegar con el cántaro en la axila izquierda, asimilaba la de un paisano recolectando oro en el cañón del Guayubín, en vez de su princesa del... en el Bajabonico “fresco y cantarín”.
Matilde había cumplido los 18 años cuando se casó con Miguel Cabrera Cruz, de esa unión nacieron Valeriano, Santo, Antonio, Brígida, Antonia, Hermelinda, entre otras y otros. Angelita era la mayor de Matilde pero que Don Miguel asimila como la primera suya... convirtiéndola en la coronela de esa gran tropa. Eran tiempo de luchas, los bosques, las haciendas, las estancias y parcelas de remolachas en el viejo continente europeo ardían por las energías de muerte que de las ametralladoras salían, de las bombas. Los destrozos eran mas que económicos, antinaturaleza e inhumanos, misantrópicos. Muchos países fue una sola lengua de fuego especial los que se oponían al eje. La república se beneficiaria de la muerte y del sufrimiento de aquella gente de esos pueblos con la venta de los azúcares, café, cacao. 1914-1939 ciclo vital de la primera guerra mundial. Quizá era muy lejos, el comercio, pero del escenario de combate llegaban a Tatania las quejas y ayees de los heridos y mutilaciones. De los abandonados en combates. Cuando un hijo de Ferminilandia, en Bajabonico... paraje puertoplatense, degusta un guineo maduro, una tajada de mango o de aguacate... sus dientes cortan el mesocarpio y calma la sed... mueren unas y unos niños... joven o anciano en las sangrientas batallas de los campos de Rumania, de Francia o de Hungría. La muerte pernotaba en las galerías y en los aposentos en las villas y las comunas, se hacia residente en los ventanales y matorrales, en los maizales europeos. La penuria, la miseria, el dolor y la muerte en aquellos predios eran elementos del manjar... y parte del pan de cada día en la familia en contienda. La muerte gemela con la enfermedad se hacia acompañar a los hospitales y a los campos santos.
La economía de esos países era simple hedor vaho en descomposición. Los comedores estaban cerrados la comida no existía como en tiempos normales. Eran esclavos de los padrinos de la guerra. Olivo conocía esas cosas... y las creía como un comportamiento dirigido por una mente superior muy poderosa atormentada. Como Olivo no tenia con quien comentarla siquiera, buscó refugio en los recuerdos de su princesa del río... pero de repente recordó a Miguel Cabrera, un carretero de pasos medios, a quien había conocido horas antes, no sabía dónde vivía. Lo conoció cuando desenyugaba a sus seis bueyes, los clavaba en el corte de caña para la cena y el descanso de esos. Días luego, en hora del almuerzo, Benito con acento de compañero le habló y con dejo afectivo acordaron verse en la caballeriza al siguiente día. Aquel día escogido por la naturaleza imbertolina para llover; comentaron del calor contagioso y sofocante. Intercambiaron alimentos, valorizaron las cualidades de las manos que los prepararon... los platos y cantinas rodaban por el suelo. No tenían ni una pequeña mesa siquiera donde los trabajadores y obreros, poner los cubiertos que protegían sus picaduras alimenticias. Entre otras cosas se basaban las inquietudes y preocupaciones del señor Benito Olivo y dijo- debemos reunir los esfuerzos para obtener las negadas conquistas que por muchos tiempos los trabajadores vienen reclamando de forma individual. Don Miguel ni conocía ni comprendía por qué Olivo lo había escogido a él para hablarle de esas cosas que no entendía.
-Usted no le parece don Olivo- manifestó el señor Cabrera- que por la lejanía, esa apestosa guerra es poco lo que nos puede afectar.
-No señor don Miguel, para este siglo no hay nada lejos. Las arandelas y correas que enlazan al mundo son la utilidad y la necesidad, es por eso que no hay pueblos que no entre en los aposentos de otros y mantiene contactos con los intereses como el Tenorio del momento para galantear las propuestas. En ese sentido compañero..., no existen los enemigos, lo que importan son los intereses. Los países en guerra necesitaran azúcar y otros lógicas alimentarias para sostener las tropas en combates... significa que el cacao, el café y el azúcar de nuestra producción será cotizado en muchos más de un 1000 %.
-Me parece don Benito, alargando en forma parsimoniosa la última sílaba del nombre de su interlocutor, que ha sido ahora cuando comprendo la frase del maestro, cuando resucitó a Lázaro... porque acaba usted de resucitarme. Acabo de nacer en realidad pienso que ha parteado mi espíritu y me ha dado a la Luz. Mientras rasgaba una caja de fósforo puerto platense señalaba, en realidad eso es nacer. Encendió un túbano de hojas que al señor Olivo le parecieron de salvia.
Mientras los dos obreros analizaban los asuntos de la guerra mundial, grupos de niños del batey se deleitaban mirando el humo que salía de la chimenea. Veía como la sirena o pito enviaba gran chorro de humo blanco que engrosaba la contaminación del entorno del central Amistad.
En el cielo, ahogadas por el humo de la fábrica, las palomas se encaminan por dentro de las nubes, como en un túnel de microbios, para llegar luego a la cordillera donde murmuran como si no le importara nada, los charcos de la Damajagua.
Media hora más tarde grandes truenos inesperadamente caen encima de la casa azucarera rompiendo la tranquilidad de la siesta y la marcha de la molienda... fueron largas horas de truenos y de relámpagos... la oscuridad no impidió que continuara el proceso azucarero.
Don Benito alimentaba el vientre de la fábrica pero pensaba en Ramona y en los juicios que había hablado a don Miguel Cabrera. Lo imaginaba quitando los balzones a los bueyes... tumbando con un pie el alcahuete... sonreía en cada escena. Después vio como distribuía los becerros a una distancia muy prudente uno de otro... para que comieran y no se interrumpieran uno de los otros.
Don Miguel corté una caña de la llamada Cristalina y comencé a comer, cortando pequeños pedacitos con el filoso cuchillo de su trabajo. Caminaba despacio, y dijo Ò-Benito es un gran individuo; continuó el camino comiendo la dulce y muy blanda caña. En ese hombre se puede confiar... Caramba, no se morirá por ahora... ni cuando pensar que lo vería por ahora, -dijo...
-¿Para dónde se dirige, don Benito, preguntó apresurado... -Voy a bañarme, contestó de inmediato... aprovecho para decirle que la economía cambiaré... El azúcar subirá 15 veces que lo que cuesta ahora.
-¡Hay en qué nos beneficiará, don Benito?
-Cómo que en qué... mejorarán el salario. Ganaremos mejor salario, tendremos mejoras en los departamentos a que correspondemos... Don Miguel era semi alfabetizado, pero sintió que el lenguaje de Olivo era controversial esa tarde... No le agradó la repetición de la palabra salario. Continuaron conversando y después el carretero llegaba a Ferminilindia y Olivo realizaba algunas tareas en el dormitorio donde residía.
Meses más tarde finalizando la zafra, el azúcar que estaba a 2.25 se cotizó a 26.58. Creció la demanda a los países exportadores.
Era 21 de enero de 1921, día de la Altagracia. Olivo volvió a la Haragana del cañafistol Milenario... Tenía poco tiempo que estaba en la cómoda del vegetal, la brisa suavizaba el anhelo de mirar el fresco rostro de la princesa del río... de repente descubre otro rostro que lo llenó de mucha alegría, el rostro del hombre que lo escucha como un viejo amigo... -Hola don Miguel, cómo se siente usted, pregunta sorprendido. -Muy bien, respondió de inmediato el señor Cabrera. Me hallo bien, gracias al Creador. Don Benito, ¿qué hace en esa raíz tan dura? -Pues, si tengo que hablar la verdad, don Miguel, yo mismo ni sé, respondió con sinceridad. -Y usted, ¿de dónde viene y para dónde se encamina con esa hermosa toalla?
-¿Cómo que de dónde vengo? ¿Es que no sabe usted que soy residente en estos lares, que soy esposo de la mujer más digna de la comarca y padre de una caterva de buenos hijos?
-¡Ah bueno, ah bueno! repitió don Benito, y se levantó de la horqueta de la cañafístula milenaria, para estrechar las manos de su compañero de empresa.
Pasaron unos minutos caminando para el río sin decir una sola palabra... Fue Olivo quien sin analizar quizá, señaló -Don Miguel, es difícil contar lo que le acontece a los solteros... los motivos de estar sentado en esta raíz son sentimentales. Lo que me gustaría contarle es muy largo y muy complicado y pienso que sólo a personas como usted, puedo referirle... ¿Comprende usted...?
-No... No señor Olivo, no comprendo... hace días que se me hace complicado entenderle... Benito sonrió de veras. Caminaron hasta llegar al paso de Charajima... lugar previsto por don Miguel para bañarse. Se acomodaron en sendas peñas, introdujeron los pies al charco... entonces don Miguel sonrió cuando se enteró de toda la historia del Cañafistol Secular.
Charajima es el nombre de un recodo del río en las proximidades de la vivienda del Ermitaño Manuel Carié, casi en la desembocadura del arroyo Mamey y arroyito Charajima.
-No hombre... don Benito, eso está más fácil que coger esa lisa, que mueve sus aletas en esa chaquetita, está más fácil que salvarse de una picada de esa avispa... Don Benito lo interrumpió, se sentía burlado con las palabras de su amigo... y sintió algo de tristeza... -Qué lástima que se esté burlando encima de mí... -No... Señor Olivo, no me estoy burlando... lo que le he dicho es tan verdadero como comerse un pan de agua... Déjeme que sea yo quien le diga, pero no se me alborote, sólo escuche, sin barullo ni mal querencia.
Esa... a la que usted, don Benito, llama princesa del río, es mi cuñada, es la hermana menor de Matilde; su nombre es Ramona Silverio. Pienso que será la más amorosa de todas las mujeres, después, claro está, de mi Matilde.
Cuando terminaron de bañarse fueron a la casa de don Miguel... allá tomaron café humeante, conocía Matilde.
Matilde, que estaba en las faenas agrícolas, acababa de entrar a la sala y encontró a su marido acompañado bebiendo café que ellos mismos había recolado. -Matilde, dijo Miguel, conoce a don Benito... es el señor de quien te estuve conversando. Ella lo miró y le dijo: -Mucho gusto, soy Matilde Silverio, a sus órdenes. -El gusto... mayor será para mí señora, manifestó don Benito, pareciéndose a los nativos de piel amarilla de la India o de la China.
Tan pronto como se quedaron solos, Miguel Cabrera invitó a Benito Olivo a asistir a la velación de la Virgen de la Altagracia, en la estancia de doña Severiana Silverio.
Matilde iba para la loma a seguir colectando café, pero nunca dejó de creer que ese señor fuera el mismo de las raíces del cañafistol secular... en sus manos llevaba el olor del perfume de su ropa... quería que no se le quitara para que su hermana respirara la presencia del desconocido.
En la mañana del siguiente día Ramona visitó al cuñado para preguntarle quién era el hombre que con él andaba... S’, ese hombre labora en la caldera del ingenio y es mi amigo... pero anda loco, el pobre -dijo don Miguel Cabrera... S’... loco, usted sabe que enamorado de una muchacha de estos lugares.... umjú, los hombres cuando se enamoran pierden la visión. Don Miguel quería observar la reacción de su cuñada y la miraba de soslayo... Notó que tenía cierta preocupación dibujada en las mejillas, ahora tirando de negra a morada.
En el rostro de Ramona se reflejaba la vergüenza, el pudor de mujer casta con sabor a respeto y a dignidad... Don Miguel lo vislumbraba y le dijo: -no puedo asegurar más que lo que he dicho y que se llama Benito Olivo... Muy buena persona. Eso es lo que creo de él... Me siento muy contento contigo cuñada por tenerme confianza... ese hombre anda desesperado buscando a la muchacha que le encendió el pabilo del amor... Estoy seguro, cuñada, que esa mujer eres tú... Ramona, al oír del marido de su hermana y a quien ella respetaba, le dio las espaldas y fingió coger una hoja de cuaderno de encima de la mesa... -¿Cómo es él, cuñado? preguntó. Le explicó y además Miguel dijo que no me queda la menor duda de que esa mujer es Ramona. Cuando terminó de escuchar de labios de Miguel, marchó al jardincito, acarició unas rosas y con los labios el cáliz de una Delia, pero una espina hirió las comisuras; fue al dormitorio y una luz irradió en su entorno espiritual. Las flores son las cosas más maravillosas de todo el universo... ah’ están las espinas, para qué? Para cuidar la delicadeza, lo humilde, lo bueno; para proteger a que el río no llegue al barranco... para evitar habitar los lugares señalados como prohibidos.
Después de algunas reflexiones buscó el libro de autor anónimo y dijo en voz muy callada: el hombre no es dueño del misterio de las cosas, no manda en su alegría, ni en sus penas... Las regula con sus acciones nobles y justas, es como una rosa sin espinas.
Pasaron los días y con los vuelos de las aves llegaron nuevos sucesos, nacieron nuevos proyectos y nuevos propósitos.
Crecen los sueños infantiles y juveniles, vuelan sobre las nubes de colores en las alas de las mariposas libertarias, rompedoras de candados, de altares que un día fueron milagreros... Pero a Ramona le preocupaba saber quién era Benito... si era sujeto u objeto de la correa de transmisión en este jardín de flores venales que luego sirven como manjar de ensalada descompuesta.
Lo vio en la horquilla de una mata, sentado en medio del camino, sentado en el santuario del camino. Pero ahora él creía que la hallaría, él iba ganando con amistad del señor Miguel. Estaba seguro que no era necesario seguir adorando al santuario del camino.
En los charcos de la Damahagua, reflexionó bastante sobre la mujer de sus sueños, comprendió el poder del matorral y sin esperarlo se llenó de angustia, se sentía triste él mismo sin verse en algún espejo... figuraba los rasgos faciales con hondos surcos de tristeza y de algún dolor espiritual. Comenzó a memorizar los versos de la sonatina. “La princesa está triste... qué tendrá la princesa... Los suspiros se escapan de su boca de fresa... que ha perdido la risa, que ha perdido el color...” don Benito no pudo continuar, lo llamaron y acudió... iba murmurando... “pobrecita la princesa... de los ojos azules.”
Ramona continuaba acariciando las páginas del libro, pero se había llenado también de tristeza como “la princesa de los ojos azules,” estaba nostálgica, sensiblemente angustiada... no ha visto detalles del hombre a quien ama... no conoce los ojos, ni las manos, no lo ha visto... sólo de él tiene sombras débiles en término físico.
Una tarde se sentaron Matilde y Ramona en la sombra del gigante limoncillo de la casa de su madre, era más de las tres, desgranaban maíz y habichuelas... hablaban de sus sueños y de sus esperanzas.
Matilde decía cosas bellas de su marido y de su hijas, de sus hijos... de sus hermanos y de sus hermanas; de la belleza del ambiente del solar... hablaban ambas de algunas dolencias, en tener a sus padres en cama... pero cuando llegaron al tema... matrimonio, Matilde se levantó del asiento... y se puso en actitud de receptora, no dejaba cruzar nada, las pelotas las convertía en rectas... mitad del plato... era una conducta contradictoria porque había momentos que no quería más que conversar del desconocido... y tenía como ahora, pocas veces que no quería... se ponía de mal humor.
-De qué es que me está hablando hermana Matilde? -Te hablo de Benito... te hablo de la vida, de la muerte, de qué otras cosas te voy a hablar. De la gula, de la mentira, de la envidia, en fin, de los pecados capitales. Te hablo de él, de El... de nadie más, de Benito... Ese hombre anda enamorado de veras. Buscó de buena gana la silla y la acodó en el madero para seguir oyendo, con su carácter recio pero relleno de valiosos oropeles, las ideas de su hermana mayor... -Yo tengo todo lo que te faltas y quisiera verte llena de mejores cosas que las que nos acompañan hasta hoy. Eres fuerte, enérgica y virtuosa, pero tienes que darle facilidades a algunas emociones para que los instintos actúen en libertad, sin inhibirse. Somos hermanas pero diferentes, quizá seas de platino y yo de hojalata, quizá seas de ópalo y yo de carbón, pero ambas poseemos los dones de los Silverio y de los Cesaire... Fíjate... tu hasta sola duerme... y así te has acostumbrado teniendo tantos hermanos, hermanas, sobrinas y sobrinos.
Varios días después de que desgranaban las habichuelas y los maíces, en los aleros de la casa de la anciana Madre, despertó muy tarde, recogió algunas cosas y salió ara el río; volvió al dormitorio, recogió todo lo que le pareciera sucio, lo puso en una petaca y sin mucha apurarse, entró sus hermosas piernas caobinas en las más frescas aguas del universo. En el camino pensaba en Benito, por qué no habrá vuelto donde mi cuñado? En el escenario del lavadero escuchó la sirena del ingenio... Eran las 11 de la mañana... El sol tenía ese día los brazos muy calientes y andaba abrazando desde muy temprano a los que hallaba a sus pasos. Ramona se sorprendió cuando halló que su ropa se había secado tan temprano... tan rápido... Los lavaderos estuvieron repletos desde las 9 de la mañana... algunas silenciosas pensaban en sus múltiples problemas de la familia... pero otras como Sobrina, nieta de doña Isabel Medina, entonaba chuines y cuartetas propias para ese tipo de faena... Las que les hacían el coro respondían...porai Maria se vaa... Poray Maria se vaaa... Mi vieja tenía una polla... que ponía en una barranca... Porai Maria se vaa... porai Maria se vaa, dijo el coro... un huevo se derrumbó... Porai Maria se vaa... y tumbó sesenta casas y sesenta platanares... Mi abuela si era curiosa para cría esos animales... Pasaban trabajando en el río pero compartían las emociones de alegrías y de pesares... interactuaban. Eran escasos los chismes en estos tiempos cuando Ramona... Matilde, Maria, Lucia y las otras muchachas de doña Decena Minaya y las hijas de Piggín Medina, estaban en el río.
La brisa del suroeste entraba a la casa de Ramona cargada de aromas y azahares... el crepúsculo había traído rayos de un sol romántico diferente al abrasador del mediodía... Ella recordaba las canciones que cantaron las amigas... pero muy especial... la que decía el amor y el interés se fueron de campo un día... más pudo el interés que el amor que le tenía...Ó (Porai Maria se vaaa).
Ramona había subido cansada del río, fue al dormitorio para planchar las ropas y sin comer nada se quedo dormida hasta el otro d’a. Se levanto y fue al jardincito para ver sus flores. Miró el cielo y le pareció que habría un buen día... los cúmulos viajaban como recuas en filas indias... después de saludar a sus hermanos y hermanas espero a Matilde, que le dijo que tenía que contarle algo... Pasaron casi dos horas en el cuartito del señor Padre... miraron el viejo Saxo de Bangaño y algunas lagrimas se asomaron en las puertas de los recuerdos.
Ya sabe -dijo Matilde- mañana no diremos a ningunos de nuestros hermanos... El Mao se la lleva toda. Bueno, simplemente es un invitado de Miguel... En la cara de Ramona había luces de felicidad, los ojos de azabache emitían energías muy claras que cortaban la bruma de la duda... era genial esa maniobra de los Cabrera Silverio... Ahora... cantaba la mañanita mejicana... también se le escuchó ejecutar el merengue al patrón de los y las solteras... Antonio, divino y santo, ruega por los enamorados... porque San Antonio es el rey de los desposados... se le oía cantar al mismo tiempo repetía una estrofa de la divina comedia de Dante Alignierhi...si el verte fuera la vida y el no verte fuera la muerte, prefiero la muerte y verte y no la vida y no verte. Muchas veces los decía doña Cayetana cuando estaba alegre. Luego estuvo una cita con el espejo y comprobó que estaba lista para asistir a la gran convergencia con su devenir.
En la casa de Matilde, los hijos, Tino y Santo, recogían basura del patio. Dejaron como una carta de buenas intenciones todos los alrededores de las cuatro enramadas y limpiaron las pocilgas... No se veía una sola pajita en todo el entorno familiar.
En la enramada donde recibirían al señor Benito, no se veía ni una mosca, ni mosquitos volando en los alrededores de la jardinera... todo era pulcritud. El escenario se hallaba montado.
En la cocina había tres guineas que don Miguel trajo en la víspera y la tenían sazonadas en jugo de frutas y vinagre de tamarindo... dos bandejas de guandules para moro y una de ensalada verde... El olor del estofado de guinea entraba en los hogares vecinos, los bostezos ocurrían como cuando caen las fichas del juego de dominó... ese olor descomponía el apetito de los vecinos de la casa del señor José Cruz Toribio y de don Nicolás Silverio.
Un mantel blanco vestía las patas de la mesa como testimonio de un hermoso compromiso entre Ramona Silverio Cesaire y el señor Benito Olivo, oriundo de la ciudad de Montecristi.
La llegada de ambos al centro de la sala los confundió. Ella vestida de blanco, con zapatillas negras de charol, con una cinta amarilla al cuello, como si fuera una bufanda. El con pantalones negros, zapatos blancos, camisa crema mangas largas, en la cabeza sombrero de Panamá.... Se miraron, nunca se habrán encontrados cara a cara... Pero al llegar los anfitriones, fueron invitados a pasar al comedor... -Buenos días, don Benito. -Buenos días, don Miguel... Si me lo permiten debo recordarles -señaló Ramona -que es de tarde. Ah s’ -dijo don Miguel, y Benito la miró y le brindó un ademán oriental, pero con su cara reluciente de goces y de armonía plácida.
Don Miguel dijo a seguidas... tenga usted, señor Olivo, el placer de conocer a mi cuñada... de quien le he hablado más de una vez... Don Benito con la alegría dibujada hasta en las manos, las colocó en su pecho y se inclinó para decir -Mucho y grande es el placer que siento al conocerla, señoriíta.
-Mucho gusto, dijo Ramona, y se inclinó mostrando la blancura de su dentadura. El gusto que sentía era enorme, pero no debía demostrarlo... era la primera ocasión que lo veía, aunque hacía más de un año que venía deseando estar como hoy, cerca de él... y el olor a rosa que brotaba de aquel hombre cubría todo su ser de mujer rural. Quería escuchar su voz, sentir la energía de su piel, conocer el color de sus ojos para grabarlos en su memoria, como un bien honorable... como un manjar que desee degustar cuando lo apeteciera... en las ausencias. Necesitaba de esa fantasía como un nutriente real para el crecimiento... Ramona lo observaba con minuciosidad y lo creyó tímido, con miradas apacibles, serenas como una laguna de montaña.
-Señor Benito, -sorprendió ella con la siguiente pregunta -¿y de donde es usted? ¿Por qué dura tantas horas sentado en esa raíz en medio del camino?
-Perdone usted señorita, si en algo la he ofendido, -dijo en tono irónico. Mi pueblo de nacimiento es Guayubín, de ah’ se puede decir que soy; laboro en el ingenio Amistad, me siento en esa raíz... le puedo decir que no sabía porque era que lo hacía, pero ahora sí sé... era el aura suya, su energía espiritual que me llamaba a quedarme en la majestad de ese gran individuo vegetal... OH, cuánto debo a la madre naturaleza por ponerme esa gran mecedora donde por vez primera observé la feliz imagen suya, la que bauticé como princesa del río.
-El solo hecho de estar sentado (un desconocido) en la raíz de un viejo y abandonado árbol era indicio para que los observadores ineptos lo creyeran que se ocultaba de algo o de alguien...
-No amiga, sólo los delincuentes corren por sus hechos delante de las sombras y por esas los encuentran. Soy, como dijo mi padre, hombre por dentro y por fuera, perdone usted, si mis palabras la hieren...
-Señor Benito... no sabe usted cuánto me agrada escuchar sus expresiones cargadas de energías positivas y de una gran dosis de valentía. Me agradan las personas capaces de defender con vehemencia sus juicios y criterios... En esos mismos instantes llegaba doña Matilde, acompañada de su hija Angelita, quien trajo un jarro de porcelana conteniendo agua casi congelada, que colocaron en el centro de la mesa. Ramona solicitó permiso para ausentarse y fue en procura de ayudar a su hermana a servir la mesa. Benito y Miguel salieron y se sentaron en los aleros de la vivienda del viejo Fermín, la brisa era muy fresca.
Sentados los comensales, aunque en el campo, bajo las sombras de los grayumos y de las de los mangos vizcaínos, degustaban un buen vino como apetitoso y suculento estofado de guineas y palomas. Benito y Ramona gobernaban los extremos de la mesa y los centros eran compartidos por don Miguel y su esposa doña Matilde.
Los platos... las soperas resistían el jugoso menú de piernas de guineas y alas de palomas ahogadas en sazones y salsa de mostaza, de vinagrillo, de guineos maduros y rojiza bija puertoplateña. El sabor era impresionante, el sabor del manjar de aquel menú de la cocina de Tatania.. a 25 kilómetros de la novia de los restaurantes de Playa Dorada y una red de hoteles del Atlántico.
Don Benito manifestó agradecimiento a los esposos por el escenario que prepararon para el encuentro con la mujer que por su desconocimiento, lo estaba ahogando en los senderos de su trabajo, en los recodos de su soledad, en los intrincados laberintos de su tristeza.
-Reciba este menú -dijo Miguel, como un gesto de buena vecindad ofreciéndole la entrada a esta que desde este mismo momento, es su casa... recíbalo como un gesto de gratitud por todo lo que me ha enseñado en el campo laboral.
Don Benito satisfecho de escuchar palabras de elogios delante de la mujer que admiraba y amaba, respiraba hondo y sensualmente... Después de haber hecho la oración para la bendición de los alimentos... se sirvieron de la ensalada de arenque y cebolla y ajo... Ramona sirvió en el plato de Benito un poco de moro de habas verdes, de guandules... mas, sin estar nadie esperando más discursos, Benito Olivo dijo: -Si mis palabras vulneran la nobleza y gentileza que han tenido conmigo, señores no me excusen, no me perdonen, pero antes de continuar ingiriendo un pedazo Más de alimento de esta bendita mesa... de corazón les pido permiso para visitar a la señorita Ramona, su hermana y cuñada, de quien lejos no podré estar. La señorita Silverio Cesaire sintió miedo y se sirvió otra ala, otro muslo de guinea, experimentó temor y con él, el apetito se le crecía. Pero para desviar un poco la atención de su plato, puso al de Benito uno de paloma y otro más de gallina criolla...
Estaba oscureciendo, los calcalíes, en las mallas ratoneras, iniciaban el festival sabatino de prima noche, pero en la cocina las hermanas daban riendas al por mayor por la solicitud de manos hecha por Olivo en el comedor. Ramona se ofreció para realizar el brindis de café humeante y muy aromático. Yo soy -dijo don Miguel presumiendo de padre anciano -de poco conversar con estilo y parsimonia, sin embargo, aprovecho las circunstancias para decir la verdad. No voy a consultar las partes y puedo asegurar que puede venir cuantas veces la prudencia hable... y la aceptación de mi cuñada que es como mi hija...
Los primos, tíos, hermanos y hermanas de Ramona no sabían de qué se trataba... El Mao (que de todo sabía) también lo ignoraba.
Luego de ver que Benito entraba y salía de la casa de don Miguel, comprendieron que tenía amores con su hermana. Pero el aire que irradiaba Olivo era de agrado para los habitantes de Tatania y lo recibieron como a uno de ellos... jugaban dominó, compartían en los eventos de la vecindad... y como sembró cariño, estaba recogiendo amores. El siglo 20 emerge en Tatania, como un enorme vegetal, cargado de racimos de frutas desconocidas. Para muchos era tierra de mujeres y de hombres fuera del ordenamiento común, fuera del montón de los vuelos rasantes. También de los encumbrados que aman la honradez. De ese jardín de virtuosidad nació el general Luperón, respirando los mismos aires que secaron los pañales del presidente Heureaux. Los cántaros de la cosecha del hijo de Antonci -batey cañero-, cerca de Yamasá... de Meriño a Espaillat... esas mismas huertas alumbraron entre arañazos y ladridos y zarzales hediondos de tiranos y promiscuidad, vaho y podredumbre en barrios y yucales infectados con los muertos del tirano y de las necesidades del siglo y del imperio. No pudo borrar las huellas de Santana, los alaridos de Buenaventura Báez, que aún retumban en los vientres de las generaciones del siglo 22 y 23 y quizá si el río del pueblo hace otra crecida y se une a las afluentes municipales... esas viejas huellas perdurarían con las sendas de los siglos de los siglos... y esa negra cosecha de diabólicos bramidos no la separarían con las luces de la democracia de los blancos, hasta que no se produzcan esos enlaces de fraternidad que como Maria y Efraín, como Manœn, Lescaux y Des Grieux, Ramona y Benito en Tatania abrirán el puerto donde esta anclada la barcarola que los conducirá en sus descendencias a surcar otros muelles buscando nuevos horizontes.
Los primeros albores del siglo 20, las primeras cantadas, los primeros gritos infantiles, las primeras lágrimas fueron de dolores por las asqueantes pisadas de las botas invasoras en el 1905; en el 1907 en tierra de Toussaint y de Núñez de Cáceres... Los labios vampirinos, estampa de la época, en coloniales sendas y cunetas de morcilla capitalista, dejan de par en par las puertas de diablos y de diabluras, fingiendo días de luces y de argucias, apresto y cambio de pizarra donde escribir con la humana palabra, los fenómenos sociales con señas y lenguajes.. Con embrujos, sueños y esperanzas. Utopías y planes, ahora hoy por hoy, aquí’, allá, ampollas, embarazos: simples partos múltiples, piedra de amolar, esterillas, gurrupéelas, aparejos, árganas, rastrillos, cementerio en el mismo alero del jardín, dentaduras rotas, mosaicos tintos en rojo... manos sin uñas y sin dedos... Lápices sin puntas, cuadernos sin grafías...
Después de darle autorización a Benito para moverse entre Tatiana, Aromanía, Guanabanía y los otros entornos de la ecología donde había crecido la madre y el padre de la que en unos días seria la madre de sus hijos, hizo estas anteriores reflexiones de los días de su infantil existencia... Estaba agotado y no salió ni al río esa tarde... la mente de don Benito sólo podía reclutar imágenes de lo que le pasó a la llegada de los invasores y escuchaba frases como -¡Atención soldado de cartón! de hilos y metralletas para la muerte, a veces llegaba la imagen de la carreta de Miguel Cabrera, quitándole el yugo a los bueyes... que se caían por la ceguera... pero levanto rápidamente la cabeza de la cama donde usaba los brazos como almohadones... creyó— que habían dicho que Mambrú había llegado a Tatania... que lo trajeron de la guerra en una funda plástica... pero volvió— al camastro. ¿De dónde será Mambrú?... ese, el que trajeron en una funda negra... ¡Tendrá o no tendrá hijos y mamá...? ¡Se habría ido a la guerra... lo obligaron a ir... Uuuuuf, qué me dices...?
Lo que no sabía Benito, era que Ramona conocía al soldado Mambrú... que no era de hojalata... que tenía más que todos los combatientes de la muerte, 333 huesos... que era muy diferente. Lo que nunca supo Olivo es que el mismo día del compromiso con Ramona, habían matado el ’dolo de los niños y jamás han vuelto a dormir... se ha muerto la felicidad que le quedaba, ya no hay con quien reír... sólo se escucha ¡ay, que dolor... ay que dolor, que pena, no... Ya no volverá... Y Ramona y Benito soñaron el mismo sueño, estuvieron en el mismo cementerio enterrando los niños que habían muertos por la muerte de Mambrú.
Ramona había nacido en esos días de dolor y travesura imperialista, al compás del vuelo de ciguas y rebuzno de asno en celos y mullidos de Mauricio y cantaletas y vuelos de palomas. Dando la naturaleza de un toque de finura en su fresco crecimiento en altares de quimeras, en pencas de palmeras, en tardes de verdes gramales... saboreando el almuerzo de esos tiempos, encima de frescas esterillas fabricadas por el guerrero Fermín Silverio.
Siglo 20 padre de tiranos y tiranía; de pueblo honrado de héroes, de sangre de tiranos... por ese siglo de comedias trágicas, de escenarios de velorios... de encierro de almas vivas... de invasiones... 1916-1924, 1939, 19/5, 1965... Escenarios de piernas rotas, de cuerpos de negros enterrando un doliente por una bala política, por una bala usurera, por una traicionera.
Un día en la casa de Martina, su hermana, Benito dijo -déjalo que llore de alegría, mucho ha llorado de tristeza y de dolor... Pero tú no sabes que no es de alegría que este llorando, ha muerto el presidente mon. y estamos en duelo...
-¡Dónde harán los funerales? -preguntó a su hermana, que era adepta al difunto...
-En cada hogar habrá dolor por mucho tiempo, manifestó Martina...
-Me gustaría enviarle dos coronas, dijo Benito -una de huesos y otra de carne de reses.
Martina adoraba a su hermano Benito, pero conocía la militancia de éste desde cuando los soldados americanos de ocupación lo golpearon en la espalda y la cabeza siendo un niño todavía... por negarse a cooperar de guía en las cercanías de la Barranquita. Por esa razón... ella sabía que su hermano era una mina al explotar, lo dejaba decir... y por el gran amor que le tenía, no dijo nada cuando se sintió herida, por las coronas de huesos que su hermano había esgrimido como una espada. Martina sabía también que sus padres perdieron su único tesoro con esa orden anti-natura... recuerda la docena de chivas que ordeñaban las dos viejas burras aguateras, y los dos potrillos de ella y de su hermano Benito... Eso la puso de mal humor y llamó a los gemelos, a los que le había ordenado llorar, que rieran como decía el tío Benito... Se levantó de la mesa donde cortaba la ropita de las fiestas patronales de Guayubín, su pueblo... para el bautismo de los Mellizos... y llamó -Octavio -dijo ella -llama a Octaviano y dile que pueden seguir riéndose... por la muerte del presidente.
Octavio y Octaviano son dos gemelos de 7 años y 7 meses que nacieron el día 7 del mes 7; por haber nacido con esos detalles en Guayubín los conocían como par de siete. Eran muy risueños, rieron desde las siete cuando llegó su tío Benito, teniendo sobre los ojos las alas del sombrero de cana verde... y a ellos les pareció ridículo... Martina tuvo que intervenir porque si los dejaba terminaban llorando de tanto reír.
-Octavio -dijo Octaviano, vamos donde tío para saber si el sombrero de cana verde se usa cuando matan al presidente.
Martina, me voy -recuerda que me caso en el invierno. Benito dejó que los muchachos lo llevaran hasta el parquecito desde donde se devolvieron a reír por la muerte del Presidente Ramón Cáceres... a quien Benito le atribuía su gran marcha... mandar matar aunque fuera reses, es mandar a matar.
En el trayecto Guayubín-Navarrete, Benito pensaba en la forma de vivir de los familiares de Ramona... no importa que se presten las herramientas... pero el que sólo ve trabajar... que compre con su esfuerzo. Pensó— en los primeros años que van del 1900... y dejó las lucubraciones y se concentró en el paisaje: bandadas de garzas reales, de rolones con plumajes azulados y picos cortos, la hilera de equeje de piñón cubano, unas cuantas mujeres sembrando arroz en la regola. Con la imaginación veía reir a carcajadas a sus sobrinos y, a los de Ramona alimentar como Nodriza a las cerdas papacotas debajo de la mata de mangos vizcaínos. Tirarles granos a las gallinas y patos. No había humedad, la pocilga no hedía, Ramona tenía tres cerdas paridoras, los vecinos nunca se quejaban.
En el cumpleaños de Ramona, Benito vestía camisa negra mangas cortas, zapatos del mismo color. Estaba tan pulcro que los amigos no se acercaban para no ajar su ajuar. El en lo particular era ceremonioso. Veía de soslayo el vestido que convertía a Ramona en una jovial mariposa de jardín de verano... Era una falda de flores pintadas en blanco, rojo, verde y amarillo... y una blusa color orquídea cargada de rigor para hacer el equilibrio.
En el mediodía sirvieron un deleitoso, delicioso sancocho de sólo tres carnes... estuvo el ambiente tan de colores que parientes e invitados desearon que en Tatania alguien cumpliera año todos los meses.
La bebida, el coctel de frutas, se había terminado, don Miguel buscó en sus cosas viejas y trajo tres botellas de alcohol casero... fabricado por él, al que llamaba Cerveza Don Miguel; la primera produjo tal explosión que El Mao, hermano de Ramona, picó un brinco del triple de su tamaño; era el más motivado de todos los concurrentes, Matilde le sirvió un vaso y se lo llevó a la silla donde se había sentado al lado de su cuñado Benito Olivo.
Según las opiniones de expertos catadores de bebidas caseras, era el mejor vino que habían bebido en toda la historia de su vida rural. Era maíz blanco, Matilde lo llamó Whisky Don Miguel... Al llegar los rayos de una luna tierna y primorosa los concurrentes ebrios de Whisky Don Miguel desearon todo tipo de felicitaciones a los hijos de don Fermín y doña Cayetana Cesaire... y de la bendición a los que habían traído a don Miguel y a don Benito a esta tierra de humildes trabajadores. Según uno de los ex enamorados de Matilde, Benito había llevado la felicidad a Ferminilandia.
Una tarde de tiempo muerto, Miguel había llegado de la propiedad de su mujer y hacía mucho calor. Fue directamente a la tinaja, que conservaba muy fresca el agua, y se tomó varios jarros que tuvo que sentarse de inmediato. En la sala de la vivienda estaba Doroteo Lango, hijo de Simona Medina. Fue para enterarse de la presencia de ese individuo en su hogar a esa hora... -Buena tarde don Miguel, dijo sin esperar que el dueño de la casa saludare.
-Buena tarde don Teo, dijo, ¿qué se le ofrece?, preguntó molesto el señor Cabrera.
-Tengo bastante rato en espera de su llegada, para que me preste usted una pala y una coa, dijo Teo.
-Ah, Matilde -dijo el esposo, -préstale la coa, pero no le preste la pala, porque hace más de tres meses que le presté una de corte y aún no se acuerda que debe devolvérnosla. As’ es mujer que hay que tratar a estos sabichosos. Ja, ja, ja, ja... rió un buen rato viendo que don Doroteo llevaba la verguenza en las verijas. Matilde quería que Doroteo se marchara, sabía que a su marido le caía tan pesado como una piedra de camino. Además los vecinos lo conocían como un picaflor mujeriego peligroso.
Don Miguel estaba muy alegre con los aumentos que se habían producido en el tiro de la caña, de 8 centavos que pagaban por tonelada, ahora pagaban 23 centavos. El café como el cacao también había tenido algún aumento; mientras peinaba a su mujer que estaba con la cabeza en sus piernas y el resto del cuerpo en dos sillas, pensaba en el regalo que le harían a don Benito y a su cuñada Ramona el d’a del matrimonio. Le habló por más de tres veces y al darse cuenta de que dormía, encendió la pipa y siguió pensando.
Pasaron los años y las intrigas continuaron, las malquerencias iban a las factorías, a los troncos de los cañaverales a los hogares, a los almacenes y hasta los muelles, iglesias... Los obreros como alcahuetes soportando la carreta de dolencias que provocan partos a destiempo en las casa de obreros y obreras.
Don Fermín era de líneas jimenistas, consideraba a los horacistas como venales, ambiciosos y fulleros... criaba gallos de colas largas... los gallos de colas cortas eran cucaracheros, bohemios corredores y hasta malversadores.. Como sus amos consumidores del vino del almacén del Estado... Antes de morir dejó a sus hijos la idea de Liberación, la de Honestidad y la de Honradez. Don Fermín odiaba los mangos bajitos.
En la sangre, Ramona llevaba los sueños de su padre y la esperanza de la madre de Benito; pensaba en un hombre cabal, honrado... sus pesadillas había llegado al final. Ni ella ni él tuvieron que apartarse de las energías familiares... su vida era un río cristalino frugal transparente... de corriente sosegada.
El matrimonio de Benito y de Ramona se efectuó en la más delicada y honrosa ceremonia. Hubo canciones, alegría, algarabía al por mayor y al detalle. La comida y la bebida casera... de todos los lugares: había representación. La naturaleza hizo el mejor regalo a los contrayentes, el día... más que esplendoroso era maravilla fantástica. Los rayos de sol amarillos llenaron de armonía el entorno de Tatania esa tarde.
Las primeras semanas fueron de íntimas relaciones... las relaciones vecinales fueron ocurriendo en la marcha de los días y de los meses... como ocurren las cosas en la sociedad como en todos los circuitos integrados en términos sociales. El primer embarazo, los primeros antojos, los apetitos raros llegaron con los caprichos. La gana de comer en Ramona desaparecía— según fue aumentando el tamaño y el peso de la criaturita, que nació— a los trece meses de haberse casado.
Juana Francisca había recibido el agua bautismal 16 días después de haber nacido... Matilde, como en otras ocasiones, llevo una botella de Don Miguel con muchos años de enterramiento. Esa tarde la pasó filosofando y declamando versos de Rubén Darío y de Pellerano Castro. Don Miguel trajo otra Don Miguel y conversaron hasta de los hechos heroicos de los familiares... Ramona y de Fermín. Dijo que no era ni jimenista ni horacista porque ambos quisieron como Báez y Santana arrendar la Bahía de Samaná. -Si hoy lo intentaran también, yo, Benito Olivo, fuera el primero en oponerme, -dijo, dejando escapar un hipo con olor a naranja alcoholada; es por esas razones que estoy en contra de la convención de 1907.
Mientras Benito se había robado toda la atención de los presentes, en los montes más cercanos de la vivienda se escuchaban gritos de lechuzas en celos o travesuras de envidiosos. Ramona sonrió cuando escuchaba al marido recontar las virtuosidades de sus antepasados.
Era 1920, miércoles del mes de marzo, los dominicanos fundaron la Asociación de Unión Nacional Dominicana, coordinada por los más distinguidos y conspicuos ciudadanos de la sociedad... coordinada por Emiliano Tejera. En uno de los núcleos del noroeste estuvo Benito Olivo, siendo el enlace de coordinación... Todos estos acontecimientos coinciden con el nacimiento de Juana Francisca, Evaristo, Julio, Julia, Niña, Hilaria Sandoval. Pero Juana, la hija de Benito y Ramona, parecía escuchar los que los mayores hablaban, mientras se chupaba los labios en la pequeña cuna.
Hacía cuatro años que el país estaba intervenido; el 24 de diciembre el contralmirante Snorwden publicó una proclama... declarando que el gobierno de los Estados Unidos estaba preparando la retirada de sus tropas... Cuando Benito, que se estaba tomando un Don Miguel con Matilde y el señor Miguel, protestó y consideró mentirosa la referida proclama del gobernador Tomas Snorwden.
Cuando Juana tuvo 9 Años, Olivo, que mantenía la estrecha armonía con todos los vecinos de Tatania y de Aromanía, habló de su tío Segundo Olivo -lugar teniente del General Demetrio Rodríguez, a quien consideró como el más noble y sincero de los militares de la talla de Desiderio Arias. Le decía a Miguel, su compadre, de la amistad que llegó a haber entre Segundo Olivo y el Cabo Millo. El general Regio Zaya era de Azua... pero tenia estrechas relaciones con los guerrilleros de la línea noroestana.
Así es, decía. -Sí señor, así mismo es, así mismo es, -repetía, para luego decir en concierto de risa, je, je, je, ji, ji, ji, je. Caramba, mi papá era amigo de Zenón Ogando... tío nieto de Juana Ogando, la última querida de Ulises Heureaux.
Cuando Benito tomaba Don Miguel, se convertía en sabio, en agudo filósofo y valoraba más las cosas que cuando estaba sobrio.

Ese día bebía con Andalio su cuñado, y Este le preguntó; cuáles eran las funciones de su tío Segundo en el estado mayor? a lo que sin ambages contestó -mi querido y noble tío Segundo (cuñado Andalio) era supervisor y jefe absoluto de las propiedades del Estado Mayor tenla funciones de supervisar los alimentos y las medicinas de los Generales y coroneles. En Segundo se podía confiar, era más que leal amigo, patriota a carta cabal por fuera y por dentro. Era un asistente íntimo secretario de guerra. Cuando mataron al General Demetrio, en el puente, de la guinea en Puerto Plata... lo ascendieron al rango de Mayor, lo condecoraron y encomendaron la entrega de las pertenencias intimas a su esposa e hijos del extinto oficial militar. El recibió como regalo por su fidelidad el sombrero que usaba al momento de morir.
Al concluir la improvisada reunión don Andamio preguntó- dónde queda Pepillo Salcedo, cuñado?- Pepillo Salcedo cuñado, queda en la cercanía de Monte Cristi. Es lo mismo que Manzanillo!
-Siéntese don Pablo- dijo Ramona ofreciéndole una silla al hijo de Nicolás Silverio, primo en línea de padre del Señor Fermín; cosa que agradeció diciendo... Te parece mucho al primo, tu papá, en las atenciones y a tu mamá en el talante. Sí señor!
Minutos no habían pasado cuando recibía un gran pozuelo de café humeante y acodó la silla al lado de Miguel y de Benito que escuchaban a El Mao hablar del General Desiderio Arias... compañero de guerrilla Demetrio Rodríguez, y los hechos de la Barranquita. Benito Olivo aclaró que Arias no se hallaba en la batalla de la Barranquita... Que quien se encontraba era uno de sus ayudantes y que hubo muchas bajas.
Dijo además que cuando las tropas se dirigían de Montecristi a Santiago en el 1916, quien atacó a los invasores fue el General Daniel. Carlos Daniel comandaba un grupo de patriotas de los que murieron, Máximo Cabral, Lucas Gutiérrez, Belarmino Rodríguez y Aquino Zapata.
Cuando Ramona recibió los elogios y halagos del señor Pablo Silverio, trajo a su nombre, la última de la cosecha... una botella de Don Miguel, saliendo una hora después todos ajumados. Ramón El Mao, que ya se había quitado la camisa, volvió a la casa de su hermana para preguntarle a su cuñado Benito dónde quedaba la mentada Barranquita- dijo Benito riéndose- je, je, je… se queda en los aleros de la Esperanza, en un cerrito de 75 metros je, je, je… Dijo desde adentro, en el municipio Esperanza!
Benito con ayuda de su mujer había realizado algunas mejoras a la casa y la que fuera de yagua ahora es de tablas de palmera con puertas de tablas aserradas de caoba y de roble, y el piso, era un preparado de ceniza con barro cocido, tenía aspecto de loza... aunque muy frío, era bastante fresco en verano. Los aumentos recibidos en el Ingenio y la ayuda de los frutos de la propiedad de Ramona son indicadores de que una mano prodigiosa suaviza las arrugas de los malos tiempos de la intervención imperialista. Después de la evacuación del último soldado Yankees.
A Olivo lo que más le preocupaba, era que el 17 de abril el senado aprobó la extensión del período constitucional hasta 1930 para favorecer a don Horacio Vásquez.
Doña Ramona había dejado por interesarse por los asuntos de la política, sin embargo cuando se trataba de intereses nacionales, ah’ estaba lista para ofrecer su opinión como premier de sus recursos. Un día dijo riendo -Mi abuelo materno era dueño de embarcaciones… Je, je, ji, ji... Eso si era bello de verdad… Ju., je, ji, ji... pero un gobierno extranjero se robó -dijo- dejando de reír.
No era que la gente en Tatania fiestara más que en otras partes, todo lo contrario, en Tatania o Ferminilindia, como a usted le agrade, no hay vivienda que celebre durante el año, fiesta del santoral religioso. Pero don Benito celebra el cumpleaños a sus hijos e hijas... Esa tarde que estaba al lado del cura de Altamira que había venido a bautizar a una de sus hijas señal -muy entusiasmado, estoy muy contento cura, usted debiera también estarlo. Y tu Ramona porque no celebra con el digno embajador de Dios por tales acontecimientos... El cura que había programado pernotar con tan honrada comunidad, comiendo, conversando, bebiendo traguitos de vino casero con los comuneros de Tatania se amargó al escuchar hablar en contra de los interventores, se marchó sin dejar una mínima muestra de razones... No le agradó que doña Ramona dijera cuando se trata de mis crías o de la patria... ahí estaré como una gata, como una leona con garras amoladas defendiéndolas de toda agresión.
Para la llegada de 1930 ninguno de los dos confundieron los pétalos con la flor... la brisa movía como siempre las hojas de la arboleda, continuaron conociendo por el olor la humedad de la tierra, conociendo el animal por el canto o por las huellas. Empero en la atmósfera se podía oler un perfume... un vaho asqueante que se acercaba como un hurón que acecha las gallinas en el matorral y en gallineros, con cuidado, con argucia y sigilo... se avecinaba una tormenta, como quizá, la que avizoró el cura de Altamira... que no quiso compartir la alegría de los Tatanios con el último invasor que dejaba la tierra de Enriquillo; se acercaba una tormenta como las que se avecinaban al continente orgánico de la niña Juana Francisca, a quien las aromáticas flores de la adolescencia les rendirán homenaje y pleitesía como muestra de reverente afecto y cariño por ser cultivadora... por ser otra artista. Se acercaba con las ráfagas del ciclón y con la Tiranía del General Trujillo. Pero en Tatania los árboles eran tan altos como los vientos, resistentes como los flejes y muelles del catre que fuera del abuelo y de la abuela, podrían aguantar los vientos rabiosos de un tornado. Los cambios que los hijos de Ramona y de Benito sobrepasaban la furia de la señalada tormenta para convertirse en agente de acción... y soportar de esa forma la tormenta de la pérdida de los derechos individuales que acosa la tiranía.
En medio de las primeras décadas del 1900 el hogar de Juana Francisca era un manjar de sosiegos, los vecinos respiraban láminas del trabajo en equipo realizado. La mesa estuvo repleta de alimentos... la salud, la alegría, era parte de ese manjar de cada día. En Tatania la salud comenzaba con la higiene individual dando el rumbo común y colectivo.
Los vecinos llegaron a creer que era magia, la mesa vivía humeante de alimentos sanos y frescos... iban para ver los signos que Ramona tenia dibujados en la cocina o si tenla algún maleficio a favor del cuerno de la abundancia... Y ponían en las puertas de la casa cruces de sábilas y un pan viejo colgando...
Cuando Ramona se lo contó... Benito inició una risa involuntaria... ese día a las 9:00 am. y para las doce aún reía... con la misma energía del... se paró por la visita inesperada de un familiar suyo de Guayubín.
No es cuestión de suerte... decía el día de su risa... es cuestión de constancia y vehemencia, de perseverancia y conocimientos.
Juana Francisca sabía vivir en Tatania, aprendió a respirar el aire de la comunidad. Asimilando los viejos valores, incorporando a los órganos de dirección... Se integró a recolección de productos agrícolas como el más rudo de los varones. Competía con todos y fue campeona recolectora de cacao ratonero. Colectora de cajuil y de otras frutas... no es cuestión de suerte, es cuestión de conocimiento y ahínco. Es cuestión de fortaleza y de voluntad. Las batatas mías... un día -dijo- reciben caricias de mis manos, como si fuera una novia... je, je, ji, reía de ironía... para airear el humor. Por eso es que paren hasta en las hojas... Benito también se reía para armonizar con su mujer... y ese era el misterio del conuco de los Olivo Silverio. Muchas veces me voy a las matitas y le beso el cogollito, le doy traguito de mi sudor, cosa que a ellas, las matitas, les encanta.
Juana era una muchacha de gusto muy refinado, que la hacía ser diferente a las del entorno urbano y rural; llegó— a ser dueña de varias cerdas panderas, del trabajo hacia un momento de placer y jovialidad.
La vida de Ramona y de Benito nunca halló bache ni brisas tormentosas que pudiera lesionar los intereses de ese hogar de mágicas luces.. Las brumas eran disipadas con la mejor y mayor tranquilidad... Con el nacimiento de los otros y otras hijas de ellos, el gran abanico familiar lo integraban Fello, Ana, Negra, Maricusa, y Ángel. La familia de Ramona y de Benito se llevaba muy a gusto con los parientes... con los hijos de Miguel y de Matilde, que eran como los de Andamio los más mayores.
Doña Matilde, doña Ramona y Angelita, Andamio, Ramón El Mao y los otros y otras hijas, nietos y nietas... se preparaban para dar el último adiós a sus progenitores... estaban en el anochecer de su existencia...
En cada ensere y objeto de la casa vislumbraban el rostro de los amados padres idos para no volver... Ramona veía a Cayetana sentada en el jardincito quitándoles hojas secas a los gladiolos y a los claveles negros que era su distracción... Ramona veía a don Fermín tocando el saxo de higüero... las noches de luna y muchas veces lo encontró en el alerito de la enramada haciendo pares de aparejos; un día Matilde lo halló encendiendo el cachimbo de pluma larga y le hizo la señal del silencio para que no se asustara.
El Mao era uno de los hijos de don Fermín con mayor visión y encantos para conversar con los finados, con los difuntos. Dicen que estaba evacuando en un montecito, el Mao, que no llevó papel, se levantó para coger unas hojas secas de rulo, que son muy suaves, pero no las necesitó... porque el viejo Fermín se las pasó y se reía... otro día de noche, pero muy obscura como la conciencia de un prestamista, El Mao se le metió ir a bañarse al arroyito de la quebrada, pero por los saltos de pelao... Cuando terminó de secarse con las manos; escuchó la voz de su padre que le dijo... No señor hijo, no me deje solo, que los muertos no se alcanzan las espaldas, ven a enjabonarme...
Ramón sintió un escalofrío cuando escuchó la voz de su extinto padre y jamás volvió a bañarse ni de día en la quebrada.-
Los Guanabanitanos y los tatanios obtuvieron consenso para construir un cementerio en la cercanía de sus predios y tener sus finados contentos, llevándole flores y/o raciones los días de guardar... La muerte de Fermín y de Cayetana sirvió para organizar el pensamiento en los antepasados como gloria familiar.
Los residentes de Catania y de Guanabanía como los del entorno del arroyo capitán mientras tantos siguieron llevando flores a sus deudos al cementerio de los Bonilla...
Era fiesta de San Antonio de Padua, la iglesia estaba repleta de varones más que de mujeres, era la comidilla de los que llevan cargas ajenas, pero las que se hallaban esa tarde eran las hijas de los que se creían de la oligarquía campestre de Tatania, Aromanía, Guanabanía y de Los Trejo. Ramoncito Tavares, hombre de baja estatura... miraba de lejos los movimientos de los alrededores de la iglesia, se aproximó— a Ramón García, apodado Cuba, para enterarse de quienes eran esas muchachas con tanto brillo, con tanto confort... dijo más cosas que no se escriben en castellano... -Son las hijas del difunto Fermín Silverio, aquellas son las nietas...
El enfermero, miraba a la niña Juana Francisca pero de quien se quedó boquiabierto echando baba al bolsillo de la camisa fue cuando vio a Crucita, la hija de Andalio... hermana de Juana Francisca y novia del Señor Cuba, con quien él conversaba... Mire esas tres son hijas del señor José del Carmen, la del vestido rojo es Petronila, la del vestido verde se llama Victoria, y la del vestido blanco es Tomaza... El enfermero... se puso las manos en la frente para hacerse sombra y poder ver las que venían saliendo de la puerta del lado izquierdo del templo ¡ah! Señal Cuba, antes de que R. Tavares le preguntara... esas: la del vestido azul es Ceferina, hermana de las anteriores que le mencioné y para no cansarlo con nombres, esa que se acerca con la sombrilla negra es mi hermana, nosotros le llamamos Téllez; pero quedó sumamente inquieto con la lozanía de la cara de la hermana de su informante... cambió de color, creyó que le dolía la cabeza y caminó; pero tuvo que acodarse, porque cojeaba del pie izquierdo... no pasaron dos ni tres meses para que Téllez fuera la esposa del enfermero que había llegado a Guanábano sin saber de dónde, ni cómo, ni cuándo aquella tarde.
Las hijas de Ramona y de Benito estuvieron en la misa de la fiesta de San Antonio... a pesar de ser las jóvenes de menor edad, impresionaron a muchos varones del entorno y de los contornos. Juana, era la mayor de ellas, hasta los varones guardaban distancia para actuar... era cuestión de hogar, de información... Juana no soportaba mala crianza ni conversación chabacana, ni insolencia a ningún precio. No aguantaba la mentira... ni cuando con esta se haría un bien a alguien -mentir es matar... decía, es asesinar la verdad. Tampoco permitía que le quitaran su tiempo. Lo consideraba con más valor que el mismo dinero, es más valioso que el oro, vale más que el petróleo, cuando comenzó a destituir y entender los bienes de consumo... -No robe el tiempo a nadie, pero tampoco permitas que te lo quiten. Es falso creer que es... lo que dicen de él... Vale mucho más... decía tratando de que sus hermanos siguieran las líneas trazadas por sus padres.
Benito sofrió mucho la muerte de su mujer... y parece que con ella se fuera esa energía festiva que aureaba su vida juvenil. Sus hijos e hijas lo advertían los ojos de Olivo estaban tristes y nubilados en una distancia sepulcral. Por eso Juana decía... debo encargarme del rol que me encomendara mi madre... Vela por mis hijos, por tu padre y por tus hermanas... también apoya los hijos de tu padre... es mi compromiso y juro por ella, por la hermandad, de la familia que haré lo que sea honesto para que se cumpla su deseo. Abrió de par en par las puertas de su corazón para recibir a los hermanos, primos, primas, por la línea que fuese.. La conversación de Juana Francisca identificaba el ambiente, llenaba de aroma de franqueza sin penetrar a los límites de las propiedades ajenas. En la soltería estuvo consciente de los espacios ajenos y de los continentes sociales Rossonianos y Hostosianos... por lo menos en la praxis y sembraba (en las huertas del jardín que heredara de su madre) la semilla de la hermandad, humanismo, amistad... Juana escuchaba la voz de su madre todas las mañanas, la risa en cascada, en las esencia de los tonos de su voz... Cuando reía o cantaba o acosaba las gallinas o cuando el fuego de resina aceitosa cantaba... Ahí estaba la voz de su madre. Juana hablaba con Ana y Maricusa, le con taba de la madre buena, la misticidad y la inocencia que había en las mejillas en aquel atardecer de negras rosas pálidas y mustias. El aguacero que caía no las dejaba escuchar. Ana se sentó en la puerta para ver pasar las hilillas de agua cargando desperdicios del comejen que en la mañana destruyera Fello para huevar a las gallinas. Era enorme el aguacero... Los muchachos salieron a recoger frutas que arrastraban las aguas que se deslizaban de lo alto de la loma. Juana convocó a todos para lavar las paredes de la casa y así aprovechar el aguacero. También lavaron los corotos y enseres de la cocina, pero duraban demasiado, el agua de lluvia producía muchas lavazas... donde Matilde, Brígida, Toñita y Hermelinda dirigidas por Angelita lavaron hasta el pilón centenario, las palanganas cocoroteras y cocharrateras del viejo Miguel fabricar el don Miguel; al retirarse el aguacero como había aparecido, las flores tenían olor diferente.
La frescocidad, la cromatina penetraba en el olfato y visión de los tatanios románticos con mayor armonía y gran apego de poeta rural -¿En qué piensa hija?... preguntó Benito a su hija Ana... pensaba en mamá, respondió con dejo de huérfana adulta.. Y usted, como le ha ido, papá... me ha ido bien hija, respondió, haciendo un buchito con los labios.. El abrazó a su hija y ella sintió los latidos del corazón de su padre como el campanario del viejo reloj de pared que no descansaba aún tronara o ventara.
En el patio, los muchachos jugaban, unos y otros recogían las leñas de los secaderos, la llevaban debajo del fogón de paja y tierra. En la noche, Fello, era el encargado de mantener fuego y enterraba un buen guardián... y desde una silla de guano Benito pensaba desde cuando existe el fuego... cuántos habrían muerto por defenderlo... Cuántas tribus se hicieron enemigas y amigas para obtenerlo? Sacudió su cabeza cana cuando la Negra se le sentó en las piernas y él con dulzura comenzó a pasarle la mano izquierda por la cabellera.
Papá, llamó Ana Alicia, -¿de quienes son estas cajas? Tú preguntas demasiado -dijo Fello- en vez de traerle una tacita de leche condensada. Parece una gata prieta
¿Por qué no le quita las botas; y le trae una toalla para secarse el sudor? Sólo... pregunta... pregunta y repitió once veces... que esto... que aquello, que lo otro... (No hombre) dijo y salió molesto.
Benito se reía, gozaba oyendo a Fello, tan saleroso y apegado a la tradición de Macho... Son todos parecidos pensó... Unos vuelan y otros corretean. Fello entró de nuevo pero esta vez diciendo: habla, habla, habla... Pero el viejo bostezando en una silla, eso, eso... No Hombre... Caramba -es verdad dijo Juana Francisca- Fellito tiene más que razón... Y en seguida calentó un jarro lleno de maicena y se la dio a su hermano F. para que se la entregara a su padre. Después entró las cajas había media docena de toallas, una y media de sábanas, seis unidades de cortinas eran copos de nieves y de inmaculadas gasas.
Varias lágrimas tristes caminaban por el rostro pálido del señor Olivo, el recuerdo de su esposa recordaba a su madre el buen hijo será buen marido y buen padre!.. Pero esa tarde que lloraba terminó riéndose porque su imaginación le trajo el grato recuerdo de su padrino que “mordía la mordida mordiendo el aire” je, je, Ju., ju., eje, dejaba que la risa se deslizase por el torrente terapéutico de su tristeza vespertina. ¿Qué tiempo tienen esas cajas sin destapar? -pregunto Angelito a su padre. A lo que le respondió de inmediato... casi tres años y seis meses... no las movieron, Juana ordenó llevarla al río a primeras horas de la mañana. En la tercera caja había varios sombreros de la época. Uno tenía una cola de caballo...
La comunidad era relativamente próspera. La pobreza rondaba los aleros de las viviendas de los trabajadores del “Amistad”, en la zona cañera... en tiempo de zafra los perros y los niños del batey están casi mejorados pero en tiempos muertos las costillas transparentizan la miseria de ese malestar social.
Las lombrices llegan a los bohíos del laborioso trabajador azucarero y hacen crecer las barrigas del niño matándole poco a poco los huevillos en el agua y en los alimentos, que en los bateyes ingieren, es caldo de buena crianza, para la fertilidad de una muerte segura de los indefensos menores. Benito y Miguel; lo sabían pero cómo lo resolvían, la forma se había hecho difícil, estaba en manos de los patrones, de los oligarcas, de los agentes del imperio.
La familia del señor Olivo se mantenía unida, comía junta y rezaba al anochecer... un día Juana -señalo... pienso que debemos modificar el padre nuestro!, es contradictorio... debiera decir santificado es, no sea. Dios no puede ser, porque ya es... Tampoco ha sido porque es y lo que es no sea ni sido... ya es que es el estado de pureza y de culminad. No es una entelequia sino una perfección. El perfecto nunca será, no adquiere categorías de ningún tipo o tipos por haber llegado a su máximo estado físico y moral.
Los muchachos freían en el patio dos pollos que Don Benito había traído de Guayubín junto con las cajas; los otros andaban buscando leña para los guamales.
Meses después Juana dijo a su hermano Angelio... prepara el terreno para que hagamos la hortaliza, pero hazlo con buena medida... tumba lo que sea necesario... debemos producir comida... hay que auxiliar a nuestro padre, ha laborado bastante. Aunque está muy joven debemos meterle las manos hasta donde él las acepte.
En poco tiempo la cornucopia volvió a la mesa de los Olivo Silverio... Quien come ríe -decía mamá murmuró Juana Francisca. Y papá Fermín decía ¡con hambre no se va ni a la iglesia...!
En la casa de Don Benito había un gran letrero que todos los caminantes podían ver y leer, ¡Mente clara en caminos obscuros...! lámpara encendida aun esté el sol afuera. La Tatania era una estancia de rezadores, la mayoría trabajadoras vehementes. Había contempladores y programadores de jornadas y de lidias de gallos de un Ariel hay que hacer un vergel... ah’ los –ames piensan, las batatas cantan y los guineos visten de amarillo... del excusado hicieron hortalizas, ah’ los tomates pintan y sonríen los repollos, mientras las tayotas hacen piruetas, en las ramas los aguacates atienden cualquier llamada... por si acaso... de los corrales tocinetas y morcillas y filetes y trompitas... del pradito, que chiquero fuera, ahora fábrica de queso...
¡Qué hermosa es la cara de la tierra! Dijo Angelito a su hermano mayor. La miel del café y del cacao ha llagado a los ojos y el sudor con que han lavado la cara de la tierra, han bañado la semilla que hoy crecen en los peñascos y en los peladeros.
La casa del señor Nicolás Silverio quedaba al lado oeste de la señora madre de Juana Francisca Olivo, sus hijos eran también trabajadores, pero aparecían amarradotes de chivas y contempladores de nube jorras, contempladores de caravanas, de hormigas bobas como una diligencia del oeste; aparecían contempladores de lagartijas sacándose las lenguas en los troncos de los copeyes.
Había ebrios, libadores de néctares de amapolas y de la flor de campana...
En la enramada de la mata de caoba. Debajo del higüero, sentado en la vieja mecedora... está el viejo Nicolás S. con las manos en las sienes y después en la barbilla. Un fuerte dolor de muela lo tortura con más odio que el que emplean los secuaces de los dictadores para hacer confesar a un inocente. Pidgin Medina Minaya, que cruzaba en esos momentos por el patio, lo vio que jimiqueaba su dolor... le preguntó, ¿qué le ocurre a usted primo? En los tatania no había nadie con el humor tan pesado como el de Don Nicolás, por eso respondió -y a usted qué le interesa saber lo que me pasa !carajo! Dijo y pisó más duro que un rodillo de allanar solares. Pero Pidgin, que lo conocía le envió a su hija Cándida a llevarle un remedio, con jícara de coco seco... aceite de culebra... Nicolás cuando vio a Cándida... muchacha de nobles cualidades... que a Nicolás lo excitaba, tiró a un lado el dolor y dejó que la muchacha le pusiera el remedio; con el que curó en solo sentir la respiración de la encantadora trigueña de cabello nocturnal.
Nicolás hizo saber a Cándida que no fue el remedio del viejo padre de ella, sino las hermosas y delicadas manos suyas... como ya estaba oscureciendo enviaron a Lolin y a Pablo a encaminarla... Don Nicolás era padre de José del Carmen, de apodo Pepe, y de María, Lucía, Felicita, Emeteria... Doña María Decena Minaya, su mujer, después que se había la joven Cándida marchado con sus hijos, manifestó... en unos días Colás... se te caerán todos los dientes, porque lo que parecía aceite de culebra era de perezoso.
-Tal vez tú crees que es a mí que tus hijos salen pendejos, contempladores de nubes y de caravanas de hormigas bobas, no... No señor, es a ti... yo me hice el bobo para que Piggin me mandara a Cándida a pasarme las manos en la cara... Je, je, je... dijo en silencio más de una vez.
El año 1935 se asentaba en la amplia rama oriental del árbol de la isla... dos años antes de la fecha escogida para el suicidio de guerrillero solitario, y dos también para que el dictador ordenara el exterminio de todos los haitianos que hubiere en el territorio dominicano. Hacia unos años que las montañas nuestras abrazaban y protegían a Rafael Enrique Blanco Sosa, líder de las montañas del norte... tanto Enrique Blanco, en la loma de Jamao, se enteró, como Benito Olivo, en las de Tatania, del cambio del nombre de la capital... el seis de enero de 1936, el Congreso de la República por el nombre de Ciudad Trujillo. Y como si fuera un carnaval el 2 de octubre (mes del Jefe) autoriza la muerte de los haitianos que estuvieran en el territorio nacional. Las aceras, los contenes, el polvo, las arenas, los conucos, bateyes, arrabales, triíllos, callejas, atajos recovecos redondos, el río, las aguas, las piedras, en fin todo el amplio ramo de nuestra Arbología nacional quedó mancillada con la sangre de hermanos haitianos, de hermanos inocentes... las montañas que entregaron su bosque para proteger a Enrique Blanco, no pudieron guardar el miedo de las almas de las madres para cuidar y proteger a las crías que luego aparecían en las bocas de los gusanos y los labios de las hormigas. Esas madres parturientas llevando además del de su vientre... uno al anca y otros en las espaldas.
Enrique Blanco fue amigo del padre de Juana Francisca, la casa de Benito Olivo se llenaba de jóvenes y de viejos para escuchar las anécdotas del legendario guerrillero...
-Lo conocía como las palmas de estas manos -decía Don Benito... era alto, de piel morena, cabeza grande como sus orejas y su boca. Los cabellos eran suaves, casi lacios... los ojos cuando el sol era muy caliente, cambiaban para verdinegros. Don Benito no podía dejar pasar la hermosura que le ofrecía la naturaleza e interrumpió las historietas de Enrique Blanco y complació su gusto para observar los argentados rayos lunares que mordían las copas de los verdes árboles de Tatania... Aprovecha para encender un cigarrillo, dijo- riéndose: -je, je, je, je. Ah que si lo conocía. Ya les dije sus condiciones físicas... siendo más o menos las 8:35 minutos de la prima noche, casualmente de luna, Enrique entró a la mansión de Don Piro Estrella, el General, y aunque a mucho le parezca increíble... por la ventana donde el viejo caudillo militar cibaeño estaba sentado en silencio sin alcahuetada... no se asuste que no fue a matarlo que vine... vine para que me preste 50 centavos... que a esta misma hora se lo traigo mañana. Mientras todos los concurrentes estaban sorprendidos por la impavidez del guerrillero, Benito reía complacido. El que cuenta decía -que el general tuvo un orgasmo del susto... y le entregó la cartera... que tenía en la camisa de rayas como una pijama... Cuentan además que a la hora indicada llevó los 50 centavos y un mechón del bigote del oficial de la seguridad de la casa, como rédito. ¡Ansina mesmo!
Las relaciones que Juana mantuvo con los jóvenes de los vecindarios era la normal en toda muchacha de recato. De los hijos de Juan Paz Medina se llevaba bien con Julio y con Varo, por creerlo unos de sus parientes, eso no era así con los hijos de Flora García, como fue el caso de Víctor... que la acosaba... con afanes de conquista... todos sus primos en los diferentes grados la respetaban y la cuidaban... Ella se sentía muy cómoda con ese tipo de relaciones amena y confortable.
Las familias, hogares formales y completos estaba el suyo, el de don Pablo y José del Carmen, el de su tío Andalio, el de Domingo Silverio y Faustina como el señalado de Juan de la paz y Flora García y de doña Felicita Silverio.
Basilio Silverio, hijo de José del Carmen, se casó con Bertilia Cruz, hija de Juan de la Paz Silverio Medina. Fue éste el primero de las uniones matrimoniales formales y no formales que en los sucesivos acontecieron, como cuando una broza de paja encendida cae en un corte de caña
La población de la República era extremadamente exigua en los años 1924, después del desalojo de los imperialistas americanos, ascendía a 894.665, pero para el año 1935, ya tenía una población de 1, 479,417 habitantes... Producto de los padrinazgos que por montones realizó el tirano para aumentar la simpatía y aceptación de campesinos que no tenían manera de contraer matrimonio por las carencias económicas en que vivían. Muchos ahijados del presidente recibían casas amuebladas y con otras necesidades cubiertas.
La población para el año 1950, era de 2, 135,872 habitantes. Para esta fecha ya la joven Juana Francisca tendría a sus primeros cuatro hijos de una docena que la vida le tenía en reserva. Pero esto sucedía en nivel de municipios y de provincias. Lo que parecía un acto de dádivas y benefactoría era una inversión, un acto puramente de usura política.
Las hijas de don Andamio que casaron en esos días sin el patrocinio de la tiranía fueron Crucita y Francisca Silverio Tavares. Muchos eran los pretendientes que como en una nueva tejedora de sueños, aspiraban los amores y los sentimientos de Juana Francisca Olivo y de Ernestina.. No fueron unas, fueron varias las velas a colores que fueron encendidas alrevés, para que la estrella de Ernestina, alumbrara el camino de sus deseos, pero el sol o la brisa de los sentimientos de Juan Diloné terminó apagándolas.
El aura de la estrella de los Olivo Silverio, refulgente cual sol, brillaba cada día más y las energías demoníacas de los pretendientes consuetudinarios, salía como súcubo por los ventiladores del rechazo. Juana no creía en santos milagreros, pero s’ en las espigas de la huerta donde crece la energía espiritual, que enfoca a los altares de las nobles ejecuciones para enfrentar a los fluidos demoníacos que rondaban los aleros en la vivienda cuando entraba a la pubertad con las cargas de los pólenes, envidiados por amargos codiciosos, que no tenían intensiones de pisar los peldaños de la escalera nupcial. Pero don Benito sabia, conocía lo que se cocinaba en casa, un día dijo -por el perfume te conoceréis... y como casi siempre veía el lado derecho de las cosas, se reía en silencio. Sus hijas eran flores fecundas de un vergel que él había regado con sudor y lágrimas.. Sabía que un nieto del difunto Nicolás andaba enamorado de ella.
Hacia once años de la muerte de su mujer, el señor Benito tenía una nueva compañera, la que seria la madre de Ramón, Marino, Porfirio, Carmen y Santiago.. Pero a él le preocupaba que cualquier sinvergüenza se acercara a sus hijas.. Empero supo que Sebastián y su hija Juana estaban enamorados.. Dormía con un ojo abierto, pero más por los otros.. Por un lechuguino que rondaba a la Negra. Estaba atento a la falibilidad de hijos e hijas.. Muchos los vieron cruzar barrancos, cañadas, quebradas con un machete en bandolera... cruzaba huronéelas, bejucales buscando al boyerita mujeriego sin hallar nada, ni a nadie. De la hacienda La Jagua llegó a Maluca y regresó con un palo cargado de recelos, se sentó en la silla de la puerta de su aposento a esperar un jarro de café humeante.
Era tiempo de frutas, compra de café, cereza y cacao acabadito de picar. Era tiempo de frutas y los compradores iban a las fincas... un ciento de aguacate de embarque valía 85 centavos y los más grandes se cotizaban a 105, — sea a un peso con cinco centavos, es decir alrededor 1 dólar americano.
Sebastián, hijo de Don Pablo y la señora Eulalia Trejo... colectaba frutas que vendía a los compradores en la puerta de las estancias y en las bocas de los conucos... recogía limones dulces, caimitos, granadas, guanábana y hasta guayaba, que en las playas se podrían. Pero Sebastián conocía de los nutrientes de las frutas...
Ferminilindia era umbría, fértil, dulce como la piña y los mangos, era alegría por sus gentes... y el trinar de sus pájaros y el susurro de sus cañadas a flor de tierra y gramales.
El padre de Sebastián era dueño de dos tercios de los predios de Tatania, se reparten el otro tercio de los hijos de Andamio y nietos de don Fermín Silverio... entre esos están los hijos de Ramona y de Matilde. En Tatania abundaban las palmeras, los cocoteros los guamales produciendo frescas flores para el desarrollo del cafeto y de cacao. Tatania era visitada por tours de cazadores de frutas, de pájaros y buscadores de leñas. Era curioso encontrarse de tarde con jóvenes con vasijas y bultos repletos de mangos de cualquier clase, pero los más codiciados eran los llamados ¡gusto abajo!, por el dulce sabor que tenían en la punta de mango.
Cuando Sebastián iba en busca de estas frutas el mejor hallazgo era para su padre y para su madre. El era uno de los tres primeros hijos del señor Pablo Silverio. Los otros son Tomás, Juan Francisco Silvestre, José, Isabel. Y Mariano... son las hijas: Luz, Lola y Raimunda. De los hijos de don Pablo ninguna labor en el central Amistad, ni tampoco se inscribieron en las nóminas de la compañía de don Félix... que se perfilaba como la gran empresa de valor económico en todo el entorno provincial. Sin embargo Juan Francisco quiso probar fortuna y termino en un cuartel del ejército, donde permaneció laborando al servicio de la capellanía católica por los años de los años. Entre los hijos de José del Carmen que fueron empleados de centrales azucareros está Eustaquio, quien trabajó en el Central Esperanza además del de Amistad y Montellano. Sebastián, que rezaba en español y en latín era muy distinguido entre los feligreses... rezaba el padre nuestro y la letanía en latín... Leía y rezaba y leía. En su alma yacía la plataforma suntuaria, pero dentro de él cohabitaba la semilla de la procreación humana, de la vida humana, de las condiciones físicas, económicas e intelectuales.
Después del matrimonio de Ramona, los habitantes tatanios, no habían tenido otros encuentros para reír sino para llorar. Desde el entierro de Ramona, que lloraron y rezaron, no se reúnen para nada... solo para comer los pecados del extinto familiar.
Hoy se reunían para celebrar el cumpleaños de Juana Francisca Olivo, que crecía en la fécula de sus padres en compañía de sus nobles tíos, hermanos y hermanas; era un mágico espejo donde deseaban mirarse muchas, el ideal cuerpo y persona. Pero hoy recibía los olores más puros de la jardinería de los contornos aromaniles guanabaniles... Don Benito entregaba el regalo a su hija pero lloraba de alegres recuerdos y en la cintura de Juana Francisca veía los reflejos de Ramona, su amada e inolvidable extinta esposa, que permanecía viva en su enamorado corazón... en cada pensamiento la resucitaban, la traían para contarle, enviaban una señal de simpatía de amor, unión y de concilio comunitario, de gestión de garantía colectiva e individual... la miró, estaba hermosa, con el traje que le habían comprado esa tarde, la veía pura, nívea.. Como las vírgenes inmáculas, como núbiles brotes de azucenas y de petunias abrileñas.. Allá en el blasón la tricolor bandera amada y besada por los aires confundidos con los ramajes delgados del viejo tamarindo, en los follajes del limoncillo de la tía Matilde, toque heroico, puerta de lo viejo, a lo nuevo buscando nuevos horizontes, izando la bandera del decoro familiar de los Olivo Silverio... en el atardecer de vuelos de mariposas, aromaterapia, jugo terapia... sustituto de los besos y los abrazos y de los apretones de manos, los suspiros de emergencias... energías improvisas.
Los apretones de manos, los sollozos, todos muy humanos eran muy diferentes, hacen muy felices al compás de los aplausos y de risas a la niña Juana Francisca. Eran diferentes, trabajaban y rezaban, reían y lloraban. Lo sabía todo el mundo hasta los mentecatos. Juana no lo soportaba, lo veía de soslayo... era una mujer de líneas verticales, sin dobleces, sin arrugadera, ni parche... Su vestido nunca se manchó... no lo secó con el sol de la corruptocracia que alumbraba en casi la mayoría de los vecinos del contorno intramunicipal.
Sus manos se mantuvieron como la de sus antepasados, limpias, con las uñas aunque largas, transparentes... estuvieron pulquérrimas lejos de los efublios de los apocílgales y de los fangales y de los lodazales, de las miasmas habitadas a los cuatro vientos del norte de los mares del caribes
Benito celebraba en ella, los quince los de blanca blusa... de anhelos de ventura, esperanzas y deseos de dulces sueños, sueños blancos sin temores, sin arrogancias viendo los vuelos de tórtolas en los fraguas de la risa de Chang, al aproximarse al lado suyo para entregar un beso como único regalo libre de envoltura física.
Su primer beso... quince años de felicidad, de alegre, diáfana, cubierta de cálices y néctares sobrios embaulado en el fondo de la nobleza donde se respira sosiego... cruzando el puente para encontrarse libando el licor del primer y único beso.
Varios días transcurrieron desde el cumpleaños para que Juana llamara a sus hermanas y hermanos y les manifestó... que había que atender más a su papá también para agradecerles la forma límpida de manifestarle (a ella) el afecto y el cariño como lo hicieron. La escuchaban con mucha atención e interés Juana repartía una torta que hacía, con harina de maíz y de trigo, para la ocasión, hecho cuando Juana inició la reunión, también la naturaleza convocaba a los truenos, relámpagos y hasta granizos y la tertulia de los hermanos y hermanas Olivo no se escuchaba con limpieza.. Cuando vio que comían con gusto el pedazo de bizcocho dijo -no deseo nada para mi, lo que deseo (hermanos...) es más cariño y más amor para papá. Se levantó de la silla, el perfume de las flores del jardín entraba con la humedad, por la ventana donde fue a mirar caer el agua. Con el cuerpo de mamá, una parte de papá -Benito- se fue con ella... Fello propuso celebrarle todos los años, sus cumpleaños.
Sebastián era jovial, muy cuidadoso y moderado... abnegado, generoso y paciente. Amaba la naturaleza en la que se refugiaba cuando sentía la ausencia de algo dentro de sí... buscaba y hallaba asilo. Huía de las aglomeraciones, no era de la gente, pero necesitaba pensar y en el bosque encontraba paz. A él le molestaba: que los come frutas, arrancaban las hojas a los árboles, para secarse las manos o la boca, cuando terminaban de comerse el jugoso manjar, que le deparaba la naturaleza. Había que agradecer... decía a la naturaleza la deliciosa sombra la deleitosa y amistosa pulpa. Hablaba con alborozo de la caña, del cajuil, de las granadas, del misterio del agua en el coco. Aprendió a comer las frutas, cuando estaban maduras.
Siendo un adolescente alfabetizaba a los iletrados que eran machos -en la enramada de su hogar, hablaba de lo importante de saber leer, de lo grandioso que era descifrar los pensamientos grabados en algún material... era lo sublime de lo humano el hablar y el leer.
La mayor parte la pasaba en la lectura de los profetas y evangelios, en el nuevo y en el viejo testamento, como en la sombra del bosque: encontraba sosiego. Leía los profetas menores y los mayores... Chang, que era su apodo, tuvo una infancia para imitar, una adolescencia para emular, y buena adultez para igualar. Fue lámpara, cortaba brumas, linterna entre nieblas... Se convirtió en joven-escuela; en joven iglesia; en joven conuco; hortaliza y potrero, en joven pocilga. En unas palabras conclusorias... se convirtió en joven-matrimonio, joven hijo, joven-hermano... novio, esposo, padre. Fue impermeable, dejaba caer la llovizna de la corruptela sin mojar la camisa. No se dejó arrastrar por el tirano y la tiranía. No quiso ser el bacalao, el arenque, los condimentos de aquel horrible locrio. ¡Mucho menos harina o el arroz!
La vida de Sebastián y la de Juana, era muy parecida, fueron perpendiculares, eran dos flores honestas en medio del fastidioso fangal de los años de crímenes y delitos, fueron líneas de ángulos suplementarios.. Arboledas en raíces, manantiales que humedecieron la asperidad de la pobreza en los entornos de Tatania... Fueron fuente de luz y noria para ser peregrinos y viajantes... Dieron de beber en las norias que luego ambos fundaran. Apagaron sed y apagaron el hambre y sacudieron el polvo del camino... Se convirtieron en panes... en vino, océano y santuario... embarcación de pasteles ración de batata, de arepas para el buscador de nuevos horizontes. Fueron arboledas, manantiales en arieles, circunferencia de religiosidad, oasis en el camino, líneas cruzadas formando cuatro ángulos rectos... ofreciendo una tesis, una teoría, una hipótesis... pero haciendo un horno... un buren... cuatro cuadrantes, cuatro ángulos... cuatro manos amasando un pan.
Rayando mazorcas de maíz, yuca alcoholada, moscota. Juana y Sebastián: cuatro ángulos rectos, círculos cuadrados, pailas, embutidos. Obreros haciendo una zanja para desviar el camino. Hornillas y artistas inteligentes transmitiendo las energías al compañero ausente... que se fue el día que enterraron a Mambrú. Se había ido llorando cuando hubo de irse para la guerra. Pero salieron a la pista donde estaba encendida la lámpara votiva en un platillo de sal.
Los soles de Pablo y de Eulalia, las estrellas de Ramona y de Benito se cruzaron las raíces, las líneas, las luces de abuelos, se enlazaban en guedejas las cabelleras europeas, con las madejas antillanas, afro antillano afro caribeña...
Esa muchacha -dijo un día Pablo- es muy diferente, posee el mismo aura de dos de mis hijos... posee el don de la paz y el de la búsqueda de recursos sin destruir... en lo primero, es como mi Sebastián, pero la que Sebastián... posee, esa energía que posee Chang, nadie la posee en todos estos entornos, Es dueño de la más grande espiritualidad... es mística, ética y moral... La de ella es un almacén, es de bodega... es contable... el aura de mi hijo Sebastián es de templo, de academia, de santuario... es del silencio... Ahí reside su poder, en la meditación.
Eulalia dijo Qué le parecía, que estaba exagerando demasiado en las consideraciones sobre Sebastián, pero Pablo le dijo tú lo pariste y no lo conoce..., es un gran individuo, debemos cuidarlo. Lalo dijo según iban desarrollando iban creciendo los poderes que eran heredados... por líneas de sus antepasados pero lo calló para no alborotar las avispas... No digo nada nuevo- lo asegurado por usted -es así- señaló.
Eulalia -dijo también, que los dos se complementaban lo que falta a él a ella le sobraba y viceversa. Debemos apoyarlo, no lo enviaremos al seminario, no, él posee otros dones que debe cosechar.
En la enramada de Matilde, los muchachos amolaban los machetes y las mochas, la zafra había comenzado - dieron corte en San Severo -dijo Tino a su padre, que estaba en cama enfermo.. También dieron en Varaguana, en Saballo; dieron en los cafeses. Santo no decía esta boca es mía, pero, pero deseaba decir que él no quería ir mañana -Me quedaré en cama, me haré con dolor de muela... Tino fue el único que lo escuchó y le dio en la sentadera, con la mocha en plano. No digas tontería, tu no ves que papá está enfermo... que muchos plátanos nos compró.
La tarde había oscurecido muy temprano y estaba bastante fría, en la cocina Juana y las hermanas preparaban las sazones, para el chambre de guandules. Los muchachos y Benito estaban jugando dominó, así daban tiempo para esperar la cena sin ninguna mortificación. A la enramada llegaba el olor a orégano y a tocino... el olor a ajo y a cebolla se esparcía entre los matorrales, llegando hasta los Sacarías cruzando palmeras y montañas...
En el norte, a las alturas de Isabel de Torre unas nubes muy blancas, como un archipiélago de algodón, de bagazo de cañaveral, se movía. Como si hacía el cruce amoroso y como orgasmo manifiesto cayera luego la llovizna, muy refrescante en los aleros de las viviendas en el entorno rural del oriente municipal azucarero.
Las matas de plátanos y de guineos parecían llorar por haber terminado la llovizna, en los mangales maracatones lechosos y Man-José, vizcaínos y ¡guevito de toro!.. Tostado y llamary es -la lengua en cambalache -de amarillo a verde, de un sol veraniego se mecía cansado, en las más altas ramas desde donde podía vislumbrar los corpiños de las hijas de Tatania al cambiarlos después de refrescar el cuerpo con las aguas de mayo o de junio.
La Negra, hermana de Juana Francisca, espléndida desde la niñez llegó a llevarle un plato de chambre al tío Ramón El Mao, que estaba recortando el pelo al joven Silvestre Silverio, bajo los rayos de una lámpara humeadora, alimentada con aceite de higuereta que él mismo preparaba. -¡Tío, mire la cena! -dijo La Negra- que venía jaraneando con Juanlaiguito su primo... Dice papí que se la coma con un aguacate morado..
-Póngamela en el soberao -señaló el barbero. Sí, está bien... ahí debajo de la palanganita de amacey, hay dos, llévatelos, pero dile que si no me mandaron batata polina, no se lo agradeceré... Silvestre, hermano mayor de Sebastián tosió y se marchó pasándose las manos por las orejas, las que hallaba húmedas por la saliva que El Mao usaba para dar el recorte. En la madrugada del otro día Valeriano, de apodo Tino, recibía de Julio y Evaro, los hijos de Juan de la Paz, un jarro de café y media libra de batata asada, antes de irse a recibir el corte de caña en San Severo... en los predios de Los Llanos de Pérez.
-! Y Santo? -preguntó Evaro.
-Se hizo el enfermo y no vino, pero ya vendrá mañana.
Tatania era muy hermosa hasta cuando llovía en demasía, pero los mulos de las recuas del señor Félix Henríquez, dañaba con las finas patas y las pesadas cargas que transportaban en el lomo. Los caminos se ponían intransitables y los mandados más duraderos y costosos.
-Antonio, hijo de Matilde, le decían El Grillo... era un gran montador de caballo y de mulos y bestias salvajes... esa noche del chambre duró demasiado tiempo para ir a la tienda a comprar tres libras de azúcar para endulzar el té de hojas y especias que hacía Juana Francisca la noche de San Juan... Cuando le preguntaron por qué se dilató tanto. El Grillo dijo -tuve que ir al cementerio de los Bonilla a enlazar una potranca al señor don Félix... Nadie se lo creyó.
-Como El Grillo era el más rápido de todos los muchachos de Tatania, era al que más mandaban y muchas veces se sentía cansado. Cuando volvieron del cementerio de enterrar a su mamá, esa tarde fue enviado al Castillo de Isabela... pero el animal que le presentaron no llegaba ni al batey de la grúa de Saballo... habló con su tío Mao del problema. ¿Qué hago tío Mon? Ese penco no llega al río, y hay que ir a llevar el aviso de la muerte de mamá. No se preocupe Grillo, dijo el señor Ramón, hermano de la difunta, yo le enseñaré como llegar en menos de lo que canta un gallo a donde usted se le antoje... cuenta el que contaba la historia... que El Grillo salió para el Castillo tan pronto como habló con El Mao, y a las cinco de la tarde llegaba al patio del limoncillo donde don Miguel estaba sentado creyendo que su hijo estaría llegando donde lo habían mandado... -vea viejo, dijo sonriendo satisfecho de la labor realizada. -por qué te devolviste Antonio, manifestó don Miguel, pero su hijo ya estaba celebrando su triunfo, sentado del brazo de su mentor.
Las comunidades del municipio de Imbert que menos conucos y parcelas tenían para cosechar las viandas del día, era la muy cercana al central Amistad. Los Trejo tenía cultivos de cacao y café con algunos guineos intercalados, lo mismo ocurría con los tatanios, los guanabanios, y los Barreros... café y cacao y un pequeño peladero donde se revolcaba el burro... Las labores del corte de la caña y por igual el acarreo o tiro, colocaba en la mente de ese padre de familia, ciertas condiciones, que se convertían en mecanismos y reflejos de un patrón de comportamiento... y sólo estaba apto para la producción azucarera... haciéndose cada vez más pobre. Crecían las necesidades familiares y crecía el latifundio como indicador de subdesarrollo mental y económico.
El 4 de mayo de 1919, se produce la paz, el tratado de Versalles... pero se desarrolla la guerra de Corea; 1917, estalla la guerra de los Rusos contra la dictadura de los Zares... 1914... Guerra mundial... Como era el 4 de mayo en los cocoteros de Tatania, como el 5 de julio de esos años en Guanabanía, y el 12 de julio en la asamblea de los tatanios para hacer los hijos a los sanitarios de cada familia en los vecinos de Aromania... Mientras los rusos combatían en las calles de San Petersburgo, la injusticia y tiranía de los usurpadores del poder político y moral del pueblo, los dominicanos de Tatania recibían el nacimiento de Juana Francisca y cientos de miles inocentes de que los horizontes había que reconquistarlos... nació bajo los reflejos de las ráfagas de las ametralladoras imperial y de las de los libertadores... Ella como otras repudiaron las declaraciones del gobernador imperialista Capitán Knapp durante se servía con la cuchara grande las mieles del poder en dominicana en 1918, año de su nacimiento y el 1921 año que golpearon a su padre por negarse a cooperar con las tropas de ocupación.
Al señor Benito le agradaba contarle las hazañas y glorias de los dominicanos cuando la patria estuvo pisoteada por las asesinas botas extranjeras.
Era media tarde en la enramada de los aparejos como Juana llamaba una de las pérgolas que su abuelo don Fermín hizo de la mata de limoncillo. Hacía mucho fresco. La algarabía entraba un poco cansada. Llegaba a los oídos de los concurrentes, ese día vespertino, como acordeones mágicos... Juana y Ana Alicia servían el té, esa tarde... Los que menos participaban estaban Rafael Medina Reyes, Luis Reyes, Porfirio Bonilla, Calixto García y Cándido Silverio. Cuando todos bebían la tisana Olivo iniciaba el viaje por las colinas heroicas de las gestas del 16 al 24. Habló del General Millo Zaya, de Zenón Ogando... de Arias y de Rodríguez... que ya para entonces habían muerto. Dijo que lo peor que le había pasado a la República había sido Santana y Báez... para decir luego, que en este siglo han sido los gobernadores Knapp, Snwden, y Samuel S. Robinsón... pero en quien mayor ahínco y vehemencia puso fue en el ministro Zullaban, de quien señalaba muy enojado -ese ministro despreciaba a los dominicanos.
En la noche, Juana notó que su padre estaba muy emocionado, parecía cansado y apenado, tuvo el rostro compujido... parecía que deseaba estar solo y lejos de alboroto y de recuerdos intervensionistas. No podía, lo tenía en la sangre, los tenía en los tuétanos, dentro de la nacionalidad. Esos recuerdos era él, eran su historia, la historia reciente de la patria.
Parecía que el cielo de la patria se caía en pedazos como pedacitos de hielo echaban en una copa de cristal que movían en la sangre del pueblo en orgías vampiresas de sed insaciable de saqueo de corsarios... llevando crucifijos en el pecho y las lágrimas mojaban las espaldas a las niñas mientras mordían las piernas de la patria ultrajadas.
Mientras hacían las tareas de la casa y colocaba en la alacena, las lozas sucias en la primera comunión de una de las nietas de Matilde, pensó en la realidad del paraje de Tatania, la realidad de los otros como Los Aromas, y de Guanábanos... era la misma realidad. La pobreza abrazaba la culata de cada vivienda... de cada hogar, unos cuantos hogares a media... donde había padre no había madre y donde había... no existía el padre.
Era su realidad, una realidad sin educación sirviéndoles al dictador y a la dictadura... a los caudillos... Juana se mordía los labios cuando lo veía triste recordando al contralmirante Samuel S. Robinsón... recordando la maldita proclama del 14 de junio de 1921 sobre la evacuación. Sus lágrimas bañaban todo su rostro Guayubinerense.
Meses después, Benito y Miguel fueron al río de Aromania. Se sentaron para refrescar las plantas de los pies... y así se deleitaban viendo bajar el agua tan vivaz como la imaginación. Fue don Benito el que dijo -mis hijos, don Miguel, pueden respirar el aire de Anacaona, bailar los areitos de Maguá... puede hasta quemar cazabe en el buren de Marien... en los jardines del palacio de la libertad, donde don Enriquillo habló a su hermosa Mencia.
-¿Me comprende usted, don Miguel?
-Sí que lo comprendo señor Olivo, dijo y lanzaba una piedra al charco... para ver los arcos acuíferos
-Como usted conoce todos mis hijos, don Miguel ¿qué les parecen?
-Me complazco con decirle, que todos sus hijos son limpios, honestos, respetuosos y muy trabajadores... Don Miguel conoce a Benito (por fuera y por dentro) pero no comprendía el por qué de esas preguntas. Además hallaba que sus palabras tenían dolor y nostalgia.
-¿Qué día es hoy?
-Quince de mayo de mil novecientos veinticinco.
-Mi alma, don Miguel, se entristece en días como el 15 de marzo... aunque pocas veces me alegro con el 18 de septiembre.
Estoy contento, prosiguió, aunque mi cara no refleje alegría de otros tiempos porque se cumple el primer año de la desocupación, de la ida de nuestro territorio del último soldado norteamericano.
El nacimiento de mis hijos e hijas ha sido lo máximo, no tengo con qué comparar esos hechos... cada hombre y cada mujer es como una gran mansión con múltiplex habitaciones... pero cada habitación debe ser respetada con prudencia e independencia, como la de un Estado.
Los dos amigos entraron su cuerpo al río y degustaron de la suavidad que ofrecía la corriente del Bajabonico que aunque de poca profundidad tenía una velocidad en sus moléculas acuíferas capaces de producir corriente eléctrica. Continuaron hablando de lo bueno que sus hijos y así los de los demás, puedan acudir a una escuela de profesores con conciencia de clase, no un cualquiera desconocedor de lo humano... de lo bueno que podían dormir sin que un soldado extraviado aprovechando la sombra los hiriera en cualquier noche o madrugada... dormir sin temor es un pueblo listo para trabajar.
Don Miguel habla de lo mucho que ha aprendido con su compañía, del bien que recibiera su familia aquel día que se conocieron en la caballeriza del ingenio hace más de 18 años, de los guanimos que comieron con bacalao y aguacate morado... de la advertencia de la guerra... sé -dijo que don Miguel- todo eso lo hace usted don Benito por el amor que lleva dentro de su corazón... el amor es una fuerza invisible que sólo está en las cosas nobles, en los corazones nobles, el amor no existe en término medio, nunca habrá mal amor, buen amor... no hay amor bueno y tampoco amor malo, ni mejor ni peor. Es maravilloso y no necesita perfeccionarse porque es perfecto.
-Benito, exclamó Miguel -usted es un conocedor de la conducta humana.. Cree usted que el hombre es, ha sido un gran egoísta. ¿Qué le parece?
Tanto el hombre como la mujer son dueños de gran cantidad de energía... que giran en torno a sus intereses y dependiendo de la formación lo va convirtiendo en individualista o socialista. La conciencia humana se hace menos egoísta en la medida que éste se educa... pero esa educación, si no es libradora empuja al ser humano a poseer una actitud egocéntrica capitalista.
-¿Y cuáles son las grandes preocupaciones del hombre hoy...?
-Depende -don Miguel- dijo Benito, donde se ha educado ese hombre o esa mujer, depende del interés del Estado... cuando estuvimos conversando sobre el egocentrismo dimos parte de la contestación, pero hay que agregar que en todos los tiempos, el hombre y la mujer unidos han librado enormes batallas por la búsqueda de los medios para la subsistencia, el techo, y por tener el poder encima del poder mismo... humillar al prójimo, anular la fuerza del débil... Pero todo lo dicho es relativo al contenido de los fines teleológicos de esa educación de Estado.
El hombre y la mujer han hecho la guerra para que se le respeten sus derechos, la dignidad... ha inventado la muerte, matando, pero su preocupación es aprender a sumar y multiplicar... llegaron a sus hogares manifestando sus presentimientos, sus penas, sus dolencias... era hora de cenar y cenaron cada uno con sus hijos...
Juana escuchaba a su padre despedirse de don Miguel; de inmediato comentó -en vez de divertirse andan filosofando. -Es cierto dijo en silencio Juana, la gran preocupación de este siglo es vender, vender, vender... vender... también comprar... hasta los sentimientos ajenos, pero vender; esclavizar, humillar avasallar, hundir al que no se deja llevar al matadero, como buey al desolladero.
-Me siento bien, dijo cuando planchaba la camisa de obrero de su padre, mientras dormía como un infante en una mecedora, ni mis padres, ni mis hermanos son personas rencorosas, egoístas. Ninguno tiene el germen del odio y de la avaricia. Por eso me siento bien!
Me siento bien, están lejos del alcance de la maledicencia, del egoísmo, de la mentira... el hombre ha humillado al hombre, a quien le ha chupado la sangre, lo ha envenenado... ha violado sus derechos... lo ha matado, lo ha ultrajado... lo ha utilizado como Balsón para enyugarlo. La gran maldad del hombre ha sido matar al hombre alegando ignorancia... Mis hermanos y hermanas aman la justicia particular y la justicia social, la colectiva... humana, humanizante evangelizadora. Mis padres tenían conciencias humanísticas socializantes... de lo particular a lo general, de privado a lo público... de lo mío a lo nuestro.
Papá dice que donde hay conocimientos hay verdades, es el camino para llegar a la honradez, a la paz, lleva el cumplimiento del deber familiar y el deber colectivo, cívicos sociales.
Ahuyenta esa bruma que la gente llama pobreza. Donde se practica la justicia hay riqueza de valores, humanos y físicos, no ronda la negra pobreza. Juana veía que se había movido y eso la sacó de éxtasis, del entusiasmo en que se encontraba. Buscó una almohada y la colocó debajo del cuello, pero al sentir el perfume de Ramona con un ligero gesto de agrabilidad la abrazó con suavidad y ternura.
-Donde hay justicia no hay hambre ni pobreza -dijo otra vez en silencio, para no despertarlo. Creo -dijo- que es de Confucio... La verdad, padre mío, que el camino de la verdad es el de la liberación económica... Ninguna economía, aunque sea casera, puede crecer con zapata torcida. Miró por los aleros de la casa y al darse cuenta que toda Tatania descansaba del placer del sueño llamó a su padre y ambos fueron a dormir... hasta mañana papá, la bendición papá!
Esa misma noche doña Eulalia conversaba con las tías de Sebastián, habían ido para informar a la madre de éste lo que ellas creían un comportamiento extraño.
Cada tía dijo algo del muchacho que busca la identidad de su persona con su realidad objetiva... no una responsabilidad embustera e irreal. Hablaron más de la cuenta -su sobrino andaba detrás de faldas y que por eso había que observarlo para que no se desvíe de la buena tradición familiar.
-Y usted señora Nene, no va a decir nada a favor de su sobrino? A lo que sin reponerse contestó limpiamente -yo, señora Lalo- ando aquí, para complacer a mis hermanas y nada más. Pienso, que de Chang no hay nada que reprochar. En estos entornos no existen dos como él, es un gran hombre!
Al otro día la hija llevó café caliente a su padre que hablaba con Francisco Silverio Cesaire, hermano de Ramona. Estaba debajo de la fronda del viejo tronco de aguacate Mantequilla y de la de mangos redondos (socorridos) por la gran cantidad de trementina en su pulpa jugosa.
El tío Francisco no bebía café y solicitó que si existían los medios, le preparara una tisana con hojas de albahaca pero con tres de naranja dulce... para ajustar el ritmo de su presión descarrilada.
-El móvil de mi visita es casual, cuñado, entré para saludarlos y además porque quise confirmar la veracidad de lo que se escucha en los caminos -según las bocas rotas. Juana se casará con Pitin Trejo, el sábado próximo.
Benito con acento cauto señaló -¡caramba cuñado! Dividiré en dos la respuesta que le haré a su interesante pregunta. Primero: ¿De dónde extrajeron esa enorme mentira, calumniante e interesada? Y segundo cuñado, desde cuándo se interesa usted por los asuntos de sus sobrinos?
Mi hija no tiene amores públicos, tampoco tiene admitido... Entiendo que entre un hijo de la señora Eulalia y ella existe algún cariño limpio... de simpatía recíproca. Estoy complacido con esa relación porque no nubla los bellos recuerdos de su madre..,
-¿Cual es el hijo de Pablo... cuál será de ellos?
-¡Se llama Sebastián!
-¡Sebastián!
Manifestó- sorprendido Francisco. No decían que lo llevarían para el seminario... O al ejército?
-Ya ve que usted no le ofrecen verdades, no es cierto, dijo don Benito.
Juana le trajo un pedazo de arepa y un poco más de la tisana... Que aún humeaba... Luego marchó a recoger el cacao que estaba en los secaderos. El tío se quedó mirando con deleite a la cintura de la sobrina y recordó la silueta de la madre... eran muy parecidas...
-Gracias sobrina, dijo después de esa larga caminata que realizó por las cañadas de los recuerdos... infantiles. La iba a felicitar pero se dio cuenta de que todo había sido un mal entendido.
Cambiaron para conversar de cosechas y de la guerra, de los otros hermanos de Juana y del ferrocarril... del central Montellano y del Amistad... De la fábrica de queso GEO de Imbert... de la tienda de don Félix. Dijo que iban por el camino correcto. Las grandes naciones se chupan como vampiros a las pequeñas, dijo Olivo esas deben de cambiar... si no, moriremos ahogados por la gula de las potencias.
Al tío de Juana le agradaban los temas de la política internacional. -Creo, dijo Benito -para después continuar hablando de Sebastián, que los líderes de las grandes naciones en vez de hacer la guerra, donde envían la muerte, debieran enviar Médicos y Maestros. Enviar médicos con marcapasos y maestros con pedagogía y un método... en vez de ametralladoras y ataúdes. Ella escuchaba que se acercaba una llovizna y entró el cacao, pero de paso manifestaba -pienso que la eficacia para ese mal, está en los cambios de objetivos... como dijo usted papá, el respeto a las fronteras, por razón formal por la práctica de justicia. La siembra del bien en el amor racial y humanista, ecológico... resucitar las aguas de los ríos, de las cañadas en los bosques, limpiar los océanos contaminados... por las devastaciones marinas hechas por los grandes ejércitos. Papá, enunció con voz de heroína, evitando la muerte de especies y variedad de plantas y de animales... Juana tenía sorprendido a su padre como a su tío... hablaba con tanta sutileza y facilidad de un tema tan espinoso como ese. ¡Si no protegemos los animales y las plantas en pocos años estaremos comprando agua hasta para bañarnos, estaremos viviendo en un erial de polvos y peñascos rojizos... el que le tiene amor a la gente le tiene amor al universo.
Pasaron la tarde saboreando quenepas, y guenpanes y hablando del pago de la deuda externa... Nadie podía entenderla cuando dijo -¡cualquiera planta un árbol pero no todos anidan un huevo!, muchas veces se escuchaba decir o hacer lamentaciones cuando recordaba que no pudo acudir a un centro de alta escuela.
El patio de los descendientes de Matilde y de Ramona se estaba achicando... habían nacido muchos nietos y muchas nietas... Los más grandes acudían hacia los aleros de las rancherías a oír los cuentos y relatos de la guerra europea, también servía para noche de astrología, miraban la luna a través de un vaso blanco de cristal... La luna llena se vislumbraba distinta.
Veían enormes y grandes hondonadas con grietas que parecían alcantarillas… Bóvedas inestables que mutaban después de cenit. Los más chiquillos veían alacranes que se enterraban en los arenales, decían ver culebras dando saltos de ranas y arrastrando las colas entre dos aparentes peñas... otros veían vacas que se ordeñaban las ubres con las patas suyas... esas cosas los deleitaba y era un teatro de innovaciones, era algo distinto...
Las sorpresas eran enormes... por los paisajes y las aparentes cordilleras que se reflejaban con ese rudo pero práctico instrumento... es cierto que son preciosas las noches de Tatania, se podían pintar, se podían describir, dijo Alfredo, primo de Juana Francisca... Se presta para llevarla a la radio... dijo una muchacha que estaba de visita en casa de Andalio... puede ser propuesto para una exposición. Imaginación sobra -dijo la muchacha forastera... Después que repartían el tío el jugo de frutas del tamarindo los de más lejos se marchaban satisfechos como él había acudido a cumplir con una deuda moral... los sobrinos, ahijados y nietos para hacerlos ir acostar era a puros ruegos y a veces amenazas... porque querían seguir mirando la luna en el cristal del agua.
Don Benito estaba muy disgustado con Maricusa y con la Negra... se habían pasado la tarde entera en casa de su tío Andalio y no ayudaban a su hermana ni tampoco participaban de la tertulia cotidiana... Juana la había protegido demasiado, había jurado no seguir ocultando su comportamiento negativo -dijo para su adentro.
En la mañana antes de marcharse para el ingenio, Benito llamó a su hija y le dijo: -Juana Francisca- manda a buscar una carne que pienso comprar... deseo que hagas un sancocho para que le mande a don Miguel y a El Mao... Ella movió la cabeza y dijo... Vaya con Dios papá, la bendición. -Dios le bendiga, dijo el señor Olivo -y le libre de los malos humores de un mal pretendiente.
Horas después, Benito iba a la oficina del señor jefe de producción, y le informó que cuando entró el cambio de guardia halló cerradas las válvulas de vapor, las que iban a las centrífugas, y que como siempre lo hacía evaluó, encontrando el sabotaje. Emilio Bonilla, que así se llamaba el encargado, se sorprendió y solo alcanzó a decir ¿cómo... dice usted? Benito le repitió con lujos y detalles y fueron al escenario de lo sucedido. Bonilla le había tomado aprecio al señor Olivo... desde el primer día que le vio en la bodega y luego en la oficina de pago. Varios meses pasaron después del intento terrorista a la fábrica y Benito fue premiado como el mejor obrero del año... recibiendo en metálico y certificado de la empresa.
La carne duró hasta las tres en el garabato -esa era la costumbre- los muchachos rifaron las responsabilidades y a cada quien les correspondió lo suyo... Fello trajo los víveres de manchas y Angelito los ñames y la yuca y la yautía... a las seis de la noche, (anochecía a las cinco y media en esos días), estaban recibiendo una ollita de sancocho los tíos: Ramón, Mao, y don Miguel Cabrera.
Hacía mucho calor, las muchachas habían pasado el día entero en la quebrada y en el río. Juana estaba enfadada porque tenían prohibido estar solas en la quebrada sin Fello o Angelito y se fueron en desobediencia.
Ahora habían llegado de donde los primos J. Larguito y (Bumbo) o sea donde Juan Bautista, que estaban careando los gallos del Tío Andalio... hacía mucho calor, las lozas estaban encima del fregadero; como Juana creía que don Benito llegaría temprano, las dejó que se acostaran sin hacer las obligaciones... así no había que hablar de su comportamiento inusual. Fue a la tinaja, comprobó que había suficiente agua y sacaba y con ella mojó el piso haciendo regadera con los dedos de la mano. Bebió un vaso y la halló que estaba muy fresca.
Ángel -que se había acostado- recordó tenía a bien contarle a su hermana, lo que estaba sucediendo en el corazón de su padre respecto a los amoríos con Sebastián. Llegaba muy empinadito haciendo la señal del silencio, parecía un chivo caminando en las patas traseras, ya dije para no hacer ruido. ¿Qué busca en ropas interiores, preguntó Juana -Tú no te habías acostado, qué deseas, quedaste con hambre?
-Nada de eso hermana -quiero decirte que papá está enterado de los amores tuyos con Chang.
-¡Qué sabes papá Angelito?, preguntó ella, llena de curiosidad...
- ¿Que le dijo a papá, Tío Francisquito?
-Estoy por aquí cuñado para saber si es cierto que mi sobrina se casa con un sobrino de Moncito Trejo. Me pareció que papá se molestó mucho y entonces dijo... ¿y desde cuando se preocupa usted por los sobrinos...?
-Tú sí eres mentiroso, Ángel, dijo ella, y le movió los hombros, con ambas manos suyas.
-Entonces, papá (siguió sin pararse de la silla hablando sin reírse, dijo -tengo entendido que mi muchachita no tiene amores, ni compromiso, pero entre ella y Sebastián hay cariño de niño. Pero... señal sin mucho particular -él cree que ustedes se escriben. El conoce los chivos…, no los confunde con toretitos, no confunde el vuelo de mariposas con el de gansos.
En casa de don Miguel, Toñita y Brígida dormían juntas y Angelita con Emerlinda... Hablaban casi entre dientes para no ser escuchado por don Miguel que tenía jaqueca.
-Dime, ¿Invitaron a los muchachos de Guanabanía?, preguntó Brígida...
-Sí, a todos al Señor Julio, a Varo, a Víctor y a Calixto García; a Guillermito y Joselito, los nietos de Pancha Muñoz, dijo en voz casi inaudible Toñita.
Volviendo donde Juana y Angelito, ella está muy a gusto oyendo las inteligencias de su hermano... escuchando cuando Benito hablaba con su tío cuando le llevaba el té.
-Quiero que sepas -manifestó -que a papá y a mí, nos gusta Sebastián. El se marchó los demás dormían... ella esperaba a su padre que regresara del central, para calentarle la cena... El sancocho de vaca.
La oscuridad cubría el universo de Tatania, afuera no se movía una sola ramita... el calor era insoportable esa noche. También los hijos del bosque y del barranco tienen una naturaleza de amor... Pensó y sintió acercarse a su padre y le quitó el tranco a la puerta y fue a servir la mesa para cenar con su padre.
En la mañana el sol cubría todo lo que fuera visible en los predios de la estancia del Silverio Cesaire y su descendencia, los colores se adueñaban del lugar, era una batalla que siempre ganaban los rayos luminosos de los astros.
La brisa movía los papeles con máximo esplendor. Era el cumpleaños de Brígida y de Toñita, la sombra extensa de las altas amapolas bañaban de sosiego a las festejadas... se veían alegres y manifestaban energías espirituales a los que les ofrecían las congratulaciones... como un manto de regalo.
-Hola Brígida -dijo Silvestrita, te deseo amor y paz en tu día. La abrazó y se marchó a conversar con Silvestre, quienes fueron luego esposos. Parecía que ese saludo carecía del calor, de la sal y de la alegría que en otras ocasiones Silvestrita ofrecía a sus amigas. -¿Como estás Toñita?, preguntó Aura Victoria, te deseo amiga, todo lo que sea bueno... Angelita con su gusto sobrio y armónico ayuda a la prima Juana a preparar el escenario para el evento social... También tenemos almas, sentimientos y corazón, dijo, cuando vio llegar a Sebastián sufrió una sensación de hambre como le ocurría a su madre Ramona, cuando estaba asustada. Tenemos -continuó- órganos que nos alegran y nos entristecen, pero como el que está lejos de los juegos florales tenemos el don de reír y de llorar, debajo de los naranjos comiéndonos los gajos de nuestras propias penas, muchas veces los gollejos de nuestro ancestro dolor.
-¿qué te ocurres, te siento distinta, no pareces a la estable Juana Francisca, dijo Angelita, que la quería como a su hija, a pesar de la diferencia de edad... Juana era más madura de lo que parecía ahora... -no es nada de importancia... sentía hambre cuando vi a Sebastián y me tomé un poco de vino... pareció que me hizo daño.
Debajo de la sombra del cafeto y de las guamas las pailas hervían las yucas y las carnes que servirían a los invitados, pero en la cocina terminaban de preparar el jugo de frutas con “don Miguel”
Cuando terminaron de colocar el último de los jarros, Juana acudió al lado de su padre para requerirle de sus buenos deseos y sentara a Sebastián al lado suyo... pero estando con él no se atrevió y se limitó a preguntar. Dígame padre ¿Qué desea que traiga...?
-Consígueme dos sillas y manda a ponerlas debajo de la mata de granada...
-En seguida las llevaré yo misma.
Quince minutos más tarde Juana Olivo sufrió un escalofrío de placer al ver que las sillas era para Sebastián, que compartía como todo un señor con su padre y con don Miguel.
Estaban tomando y no era jugo de frutas sino envejecido, tomaban ¡don Miguel!, hecho con mangos, whisky fabricado por su tía Matilde, antes de morir. -Tengo miedo que Chang se vaya a embriagar, no es costumbre de él tomar alcoholado aunque debe acostumbrarse.
Con la llegada del sol de los muertos, las mesas estaban repletas del guiso, muy oloroso, de cerdo, acompañado con la macana yuca y la negrita tan dulce como la caña peojota, los hermanos de Sebastián comieron con él, tampoco bebió como los otros. Esa forma pulcra y mesurada suya, fortaleció el amor de Juana haciéndolo más profundo y más sólido... pero también menos platónico, se hace cada vez más a lo real y menos a lo divino. Don Benito lo observaba desde que se sentó en la banqueta de la mata de Bergamota...
La crema de la juventud de Las Aromas y de Guanabanía acudió al cumpleaños de Brígida y de Toñita, estaban Varo, Julio, Calixto, enamorados de la niña Brígida, como también José Espinal, de apodo Papito, novio de Toñita. Los hijos de Eulalia Trejo y Pablo Cena... y los de Pepe del Carmen.
Juana y Angelita, dos días después del triunfo que tuvieron en el montaje del evento para la vida de los residentes en Tatania, nombre de su patria chica, pasaron celebrando dicho triunfo... haciendo cuentos y anécdotas de todo lo ocurrido en los escenarios y perímetros del lugar.
Juan Bautista (Bumbo) y Juan (El Larguito), ambos hermanos y primos de las festejadas y de Angelita y Juana Francisca... hablaban de las andanzas que ofrecen las jugadas de gallos, de las virtudes de ese deporte, pasando la tarde haciendo creer que era lo único y lo máximo. Decían que era el mejor entretenimiento. Hablaban del desarrollo de los reflejos del animal como si estuvieran conversando de Chubalo o de Cejas Rodríguez. Hay que aprender a defenderse con el instinto de gallo de pelea.
La familia de doña Ramona era muy despierta extraordinaria-mente sabia, conjugaba el trabajo con la diversión, la auto-gestión era lo que poseía de extraordinario, eran actitudes de gobierno. Era un paraje, una comarca con planes y objetivos lejanos y mediatos. Era un lugar de reglas y normas aseguradoras de mantenimiento de usos, tradiciones y grados culturales.
Esos códices los recibieron de sus ancestros, nadie iba a Tatania a romper lo establecido, resaltaba la limpieza, el ornato del ambiente... gramas y jardines. El ordenamiento de los sembradíos, de los surcos en las huertas. Nadie entraba a robar a las viviendas y a las estancias y conucos.
Las matas de caimitos, de limones, de cajuiles y de granadas invulnerables al mal de ojo y al latrocinio de pólenes... se mantenían fieles a sus dueños. Había respeto y lozanía, pulpa y sazón... Más que huerta era un jardín de flores y de amores... de sueños, con toronjas y mandarinas, ajonjolí, con encanto, aguacates, con lechosas y tamarindo... pero había ajíes y tallotas, dalias, margaritas y amapolas.
Juana en su casa ya sola recordó que Sebastián llevaba en el cumpleaños zapatos nuevos, color marrón, pantalones kakis con camisa color zapote.
Doña Eulalia era vieja pero no pendeja, dormía con un ojo abierto... chequeaba la llegada de sus hijos como la de las muchachas. Para ella no había hembra ni varones, solo había hijos... observó que Sebastián se había acostado cuando llegó de la casa de don Miguel Cabrera. Después cuando estuvo en la mesa sintió que la espiritualidad era armónica con la alegría que envolvía su alma... -te siento muy cambiado... muy diferente, hijo, dijo doña Lalo poniéndole las manos en la cabeza.
-Tus ojos son fuentes disipadores de angustias y de dolencias... eso es muy agradable, tu rostro es un valle con dos colinas de sensatez y amor en tu izquierda está el faro que desvanece la intriga y la envidia, pero a la derecha el farol contra el mal de ojo y la maledicencia quema los dolores de muela y los de partos.
-Oiga madre -dijo apenado Sebastián, no la había escuchado expresarse con tanto sentimiento, con la voz del sosiego con alcance de dignidad sus palabras salen del paraíso.
-No hijo mío, vinieron de mí, salieron por mi boca, pero fue de tu corazón que salieron previo, lo que produjo el cambio que pude descodificar de tu rostro.
- Mamá Lalo…, Don Benito, me sentó a su lado, todos lo entendieron como una distinción, y también así lo entiendo... me brindó del whisky don Miguel, hecho de naranja y crema de café, pero no fueron los tragos, porque me bebí sorbitos infantiles, mamá, y de esa forma no lo desagradaba.
-Hiciste bien hijo. De qué sería entonces?
-Oiga mamá, creo haber interpretado a don Benito. Me pareció que su conducta más que cortesía fue un acto de afecto, de cariño. Abrió de par en par la puerta de su corazón como un puente de espiritualidad, vínculo inconfundible entre las dos familias.
Sebastián abrazó a su madre y fue al dormitorio a una cita con el silencio como manjar de tacto y de responsabilidad.
En la sala Eugenia arreglaba las butacas de la parte sur de la habitación, llevaba un delantal engrasado. Cuando terminó fue a su dormitorio, le dijo a Chang que iba al comedor, para comer algo antes de dormir.
Hola, dijo a su hermana que volvió inesperadamente al comedor -se sentó muy regocijado, pero Genia lo hirió al preguntarle de las intimidades con su novia Juana. Sintió el filo de la intromisión cortar como al corazón de la auyama con indiscretas observaciones.
El disgusto llegó al oído del señor Pablo, teniendo como padre que censurar a la hermana. -No pasa nada papí dijo la hija -con voz quebrada, le pediré excusas, fue una falta sin proponérmelo.
-Está correcta tu nueva actitud, vaya y resuelva lo más rápido para que no sea tarde.
-Hermana -respondió Chang -no se preocupe, ya pasó, no hubo daños físicos y mucho menos éticos, estoy consciente lo que la animó a preocuparse por nuestra relación con su cuñada. Pero me hallo complacido con las excusas presentadas por usted. Ella pasó las manos por la cara sudorosa, se encaminó abrazar a su hermano y as’ cancelaba la deuda entre ambos.
En la casa de don Benito, también hubo tormentas emocionales y el síndrome del amor alquiló una habitación, en los aposentos del corazón de Juana Olivo. Solo con nuevos vestidos y nuevos caminos y con nuevos escaparates.
La situación en la casa de doña Lalo estaba color de barro... las ventanas de las habitaciones del dormitorio de doña Eulalia estaba cubierta con paños morados. Silvestre se había llevado a la tocaya suya sin el permiso de sus padres y sin haberlo manifestado a don Pablo. Había duelo, no entendían porque lo hacían sin decírselo ni a los hermanos. Maria Silvestrina era hija del señor Doroteo Lango Cruz... vecinos emparentados con don Nicolás por línea de Simona Silverio Medina. Pero no tenía nada en contra de la muchacha... quizá fuera de las mejores del entorno, lo que no quería perdonar era la forma inconsulta de cuanto se sentían bueyitos y novillitas.
Los carbalíes en los mállales iniciaban el concierto vespertino el silencio de los sembrados fue roto con los ladridos de los perros, veían sombras rondando los aleros de las viviendas del pequeño Miguelito de solo un mes de nacido. En el mundo de la parte adentro de Tatania había una sola manifestación de duelo de los cuadrúpedos que lloraban el día de todos los santos en víspera del día de difuntos. Los croares de ranas, el maúllo de los gatos, el rebuzno de asnos y burras, el bramido de la vaca y el mugido del viejo buey de arar del señor Segundo, atormentaban a Maria Silvestrina... que muchas veces se asustaba con las sombras proyectadas por los rayos tristes de una luna tímida, la de esa noche de difuntos.
Era de torturas y de quejidos sepulcrales hasta el viento que bajaba de la loma la Jagua, el Cerrazo y los altos de Maluca... era de espanto esa noche en las casas de Tatania. En la de José del Carmen y de Facunda Ventura, las cosas andaban como en todas las demás... había un manto de tristeza reflejado en las criaturas de menos de un año. En el patio se movía una luz que parecía que caminaba... iba de oeste a este y eso se repetía en ocasiones... desde la cañada de división de la propiedad del viejo Nicolás y el secadero de la casa del viejo Fermín, al suroeste de la casa del Sr. Andalio, se escuchaba el grito constante de una lechuza. Cuando el pájaro gritaba, la cabeza de luz, se movía con mayor rapidez. Los muchachos corrían, entonces el pajarraco volaba para la finca del ahorcado. La cabeza de luz, se encendía cuando el animal salía y se apagaba cuando el pájaro entraba al escenario de la cañada del difunto.
El niño Miguelito volvió— a llorar y Maria Silvestrina llamó a Silvestre, su marido, que dormía profundamente. Le ponía el seno en los labios del pequeñuelo, pero lo soltaba de inmediato... Se lo echaba a las vibraciones de la víspera del d’a de difuntos. Creía que esas malas vibraciones se enredaban en los ramajes de las matas, donde se haya ahorcado o se vaya a ahorcar en el futuro, un hombre soltero pero que fuera un Chiclán.
Ella no temía a gritos de lechuzas ni a barullos de gatos y perros, no... A lo que le temía era a la tristeza que sentía que tenga su primerizo. Al frío de mortaja que descendía de las hojas de los grayumos y de las enredaderas de las matas de cundiamores cereros... El niñito dejó de llorar cuando la lechuza se marchó para las altas matas de guamas hacia la cañada del difunto.
Como el niño dejó de llorar, Maria Silvestrita lo colocó como hacen las gallinas con sus pollitos, y ambos se durmieron hasta la mañana siguiente.
Juana Olivo también no podía dormir, no pudo consumir su cuota de sueño correspondiente a ese día antesala de los finados... Todos en Tatania eran duuelos, deudo de un difunto, a pesar que no habían fallecido casi nadie. Mejor dicho habían fallecido Fermín y Cayetana, Pejín y su mujer, los padres de Segundo y de Cándida Minaya... La vieja Simona, abuela de Maria Silvestrina. También el viejo Nicolás.
En el alto no había nadie que no tuviera a quien llorar, a quien encenderle una vela... a quien recordar en el día escogido para los que una vez compartieron... esta hermosa tierra de sombra y sol... con sus hijos, padres y hermanos. Mas, esos alaridos, los gráznales de la lechuza, eran agujas que impedían la consolidación con Morfeo. Hasta el aire presentía la presencia de las vibraciones rondadoras de Tatania.
En la cocina de la doña difunta Simona Medina, a las seis de todos los días, se reunían al borde del fogón unos, y los nuevos nietos se subían para calentarse con las llamas amarillas risueñas y cantarinas que salían del fuego cuando las leñas que servían de combustible era de madera bien seca y de resinas aceitosas... otros esperaban de rodillas y con los brazos en cruz encima de cada pecho, sin nada que decir a menos que uno de los mayores les preguntara algo. ¡Pero bueno!
Era Susana... que casara años después, con Julio Silverio... nieto de Fermín y Cayetana, la que repartía ese día el café con batata asada. Cuando hizo entrega del último servicio a su hermano Regino, a quien apodaba Rejo -dijo- señores: y qué era lo que tenían las gallinas y los puercos anoche, no los oíste Teo y tu Roque...?... yo... les voy a decir a ustedes, que son mis hermanos, una cosa que nadie la va a creer... dijo Teo, padre de María Silvestrina, la mujer de Silvestre, el hijo de Lalo y de don Pablo Silverio.
...Nadie me va a creer que pasan muchas cosas alrededor del gallinero y de la pocilga, muchas veces son egoístas que quieren carne de gallina y guiso de marrano... Teo se levanta del asiento y le suelta los brazos a los muchachos y muchachas... y dice que le den la ración correspondiente y... luego se sentó en la silla del viejo Toribio... se estrujó los ojos señal -no sé lo que estaba pasando en el solar y toda la vecindad... pero yo oía los gritos de nióos como gatos aullando de celos y de miedo... el Miguelito nieto mió, ese y la mamá no pudieron dormir en toda la noche.
Son los difuntos enojados con nosotros sus deudos porque lo hemos enterrado muy lejos de donde vivieron, explicó Doroteo, que se echó el Collins y enseguida salió para la vivienda de su hija Silvestrina.
Los otros hermanos estaban aburridos con esta historia tan irreal, cargada de detalles y aclaraciones insulsas. Quien (dijeron) ha visto que ningún humano pueda escuchar voces de tan lejos... je,je, je... lo que le pasa a Teo (dijo Susana) es que no sabía como justificar la idea a ver a su nieto, después que maldijo la decisión de su hija. Teo... es demasiado malicioso y Sago... es una lisa... es un peje de mar; murmuró José de la Cruz Toribio -el padre que llegó como la cabeza de luz de la vivienda de don Nicolás.
Meses más tarde Julito el hijo de Jesús Silverio, hermano de Ramona... se unió en matrimonio con Susana Cruz, dijimos, que era hermana del padre de Silvestrina... Susana Cruz y Julito tuvieron varios hijos-hijas, quedan en la lucha por la vida los hijos de Saturnina..., nietos de Julio y Susana.
Julito y todos los hijos de Juancito y Jesús Silverio Cesaire... son primos hermanos de Juana Francisca y los demás hijos de Ramona Silverio de Olivo.
En el central Amistad llovía desde hacía más de media hora... el jefe de producción entregó a Benito Olivo un impermeable como regalo, además fue ascendido y públicamente halagado por las altas instancias de la empresa... Benito solo sonrió, sabía que no debía decir nada porque terminaría perjudicando a alguien..., los obreros necesitaban el apoyo de la empresa, no a uno en particular... sonrió y subió a Tatania, Bajabonico Arriba.
La luna en el cielo era como un bureen cubierto de polvo y de yuca amarga para hacer cazabe, irradiaba los caminos, la llovizna había mermado un poco, en la subida o cuesta de Nene y Segundo Minaya ambas estaban mojadas y tenían surcos de fango. El andar de a pie se hacía lento y muy pesado. Benito caminaba pensando en su casa y en sus hijas, Juana estaba despierta, creía que los arbustos estaban poseídos por el espíritu del canto de la lechuza... de la vieja difunta doña Simona Medina. La gente decía que era una Ada, duende o quequereque, capaz de violentar las fuerzas físicas de la naturaleza...
-¿Qué noche tan pesada esta como la de ayer, he durado en el camino, cinco veces el tiempo que todos los días cojo para llegar, los aromales se movían, todos los árboles se mecen en noche de frescas brisas, pero las aromas... las aromas... eso si es raro... pensaba los cafetales se quejaban, parecería que era una noche tuerta.. Se rió y se preguntó desde cuando no oía esa frase: noche tuerta... desde la muerte de mi abuelo.. Esa noche, anoche tenía un solo ojo... ja, ja, ja, ji, ji... un solo ojo. Así esta la de hoy, cumplirán años las almas ahorcadas, por el tribunal de las brujas... en la inquisición.
Juana había puesto los brazos encima de la espalda de una silla de guano y de madera... se quedó semi-despierta, en tránsito. Los rayos y focos que figuraban eran una película oriental: los naranjos eran mujeres con paños en la cabeza, paños verdes cubriendo los cabellos. Las matas de maíz eran soldados con granadas como mazorcas amarillas colgando del hombro derecho de la cintura izquierda... el rosario, que retuvo en las manos, se le cayó pero no se pudo dar cuenta, había cruzado el tránsito, quedándose en los plácidos brazos de Morfeo. Ahora se movió, se acercaba su padre, lo sintió en el quinto espacio de su gran maternal... miró por las rejas de la puerta y vislumbró a Mauricio que saltaba a la esterilla que se había quedado en el patio y de lejos daba la impresión de ser alguien acostado con la cabeza cubierta con una manta de color.
A Juana no la engañaban los misterios de la noche, pero anoche y hoy, ocurrieron actos muy especiales, difíciles de descifrar... los quejidos del viento... los relinchos cantonados en agonía la durmieron mientras una lechuza hacía alardes, piruetas con las patas y las uñas en el caballete de la casa.
Cuando creyó que Mauricio era su padre, la luna se ocultó en unos matorrales, en las guásumas y en las pencas de las palmas. Dormían bajo el mosquitero de anones y de guásumas. Levantó la espalda creyó que había tosido... aguzó el oído y se aseguró, era su padre quien de nuevo tosía -abre hija, soy tu padre, abre! -por qué estás levantada a esta hora...? -por nada papá, lo esperaba para calentar su cena, papá... repetía, cargada de afectos.
Ella busca la cena, arregló la cama suya y la de su padre... después que don Benito cenó, ambos fueron a dormir y lo hicieron hasta las 8:10 minutos del siguiente día.
Tampoco quiso manifestar lo ocurrido en la noche... estaba segura que se burlaría como de un niño, no creería lo ocurrido en toda la hacienda de Tatania. Ese era su secreto, no tenia porqué compartirlo con nadie, ni con su propio padre.
En casa de don Pablo, su hija Raimunda dice a su madre -Sebastián tenia los ojos hinchados de mucho llorar, pero doña Eulalia le responde que él había tenido como la mayoría de los vivientes de Tatania, una mala noche... Lola, su otra hija soltera, observaba con mucho cuidado, entonces le preguntó ¿en quién piensa usted, mamá Lalo? -estoy... estaba pensando en tu hermano Sebastián, hija. Raimunda aprovechó que ya no hablaban con ella, fue al corral y trajo la cubeta de leche que Isabel terminaba de ordeñar.
Sebastián era un hijo mimado, decían los que no lo conocían. Los otros buscaban leñas, agua, viandas y comidas para los cerdos. El leía la Biblia en español y en latín. Leía a los mayores y a los menores... conocía el viejo y el nuevo testamento... eso lo había ayudado a desarrollar un poder energético con aura rompedora del poder demoníaco que a distancia él podía detectar... él lo sabía y muchas veces llegó a reírse de lo que decían de él. Nadie en los entornos y en los contornos de -la frontera municipal, era dueño de la férrea voluntad que él poseía. Cuando muchos van a los bailes, Sebastián lee El Cantar de los Cantares, lee los salmos de David, el libro de sabiduría y de los proverbios nadie puede negarlo, es un buen hermano, y un buen hijo. Pienso que es el más fuerte de todos los bisoños de Tatania: por ser metódico, planificador, observador y formal, pero el mayor de sus lauros es ser respetuoso y cuidadoso.
Estando acostado la recordaba con guedejas sueltas, con cintas amarillas se le parecía a la flor del ébano... se sintió herido al verla con esos atributos que lo excitaban. Se levanto, buscó un lápiz y escribió la palabra amor... la amo, la amo, y deseo escribir cientos de cuadernos con esa Mágica palabra. Cuando la leyó en voz alta se llenaba de energía cual globo dirigible cruzaba las cordilleras, los valles cual cazador de horizonte.
Le dio deseo de comer y estuvo en el comedor, después en la cocina... quiso trabajar y encendió dentro de sí la linterna de Diógenes, peló un pedazo de caña cristalina, pidió permiso a su madre, y marchó para el río... permaneció allí más de hora y media.
...La amo, la amo... se le volvió el mantrás de su vida por unos segundos... minutos, días y tal vez por los siglos lo cambió por el Ave María los mantrás religiosos lo convirtió en mantrás de voluptuosidad pura, limpia y sincera. Con la vista física hallaba las cosas, los lavaderos, las mujeres estregando en las piedras su amor, el que dentro de sí crecía, era una disciplina, era una filosofía, como una religión de adoración.
Visualizaba las nubes viajeras y otras estáticas las dejaba para luego compararlas con ancianos en portales de iglesias mendigando migajas de panes de maíz que al suelo caía como gotas de lluvias engomadas.
Pero su mayor deleite era el vuelo de las garzas reales pescadoras de pececillos y congos y jaibas saltarinas subidas en peñas en medio de la corriente rauda del Bajabonico dormilón. También lo deleitaban las tórtolas y los rolones comiendo semillas de cardo santo y de cardo lechero... cuando deseaba dormir empleaba la técnica visual. Ponía la mirada en un punto fijo al que con la vista de su espiritualidad, llevaba un juego de palomas blancas y poco a poco iba apareciendo el perfil de su mujer amada... así Sebastián Silverio Trejo, jamás tuvo insomnio. Los pasos para llegar a la consecución del objetivo que no era otra cosa que terapéutico... los daba entre imágenes vírgenes entre valles, campiñas, vegas y montañas.
No sabrá, ni supo por qué, se dormía con tanta facilidad, cuando usaba la técnica visual... lo que sí se dio cuenta de lo bien que se sentía al lado de algunos objetos como árboles, floreros, cajas, piedras lisas; se sentía mal al lado de alguien con cuchillos filosos.
Negra, la negra... hermana de Juana Francisca, temprano permaneció recogiendo las ropas sucias de las últimas fiestas hechas en Tatania. Recogió los manteles, las toallas, los palos de hoyas, trapos de excusados y hasta los medios fondos de las vírgenes del purgatorio, recogió. Ah! Recogió además el lebrillito de amacey y los lienzos... los manteles negros donde vomitara un nieto del viejo Nicolás Silverio. Cuando llegó al río dejó los aparejos en los lavaderos y de inmediato fue a ver quien era que dormía debajo de la gran mata de jabilla... se enteró que era Sebastián... y supo que han ido muchas a ver el largo de sus piernas blancas y mirar los dedos del pié izquierdo que estaba sin media pero iban para ver la delicadeza de sus uñas. Tenía casi hora y media durmiendo... Lola y Raimunda estaban ahí! lo cuidaban... de las curiosas impávidas buscadoras de placer... cazadoras de perfúmenes en vergel ajeno... cantadoras de misa en santuario prohibido... - dejen ese hombre que descanse -dijo una, esta cansado de descanso... ja, ja, ja, ja, jojoju... y salió corriendo, río arriba contra la corriente. Las demás podían ver como batía el agua con sus piernas desnudas y sus mulos erectos. A la negra, le dio celos esa actitud. Creyó que Sebas... -como ella le decía, merecía también su protección, pues, era su cuñado.
Despertó cuando sus hermanas y la negra iban a despertarlo... miró para una ramita de Guayabo que le quedaba cerca, vio a una pareja de lagartos que realizaban el amor... es la felicidad, dijo y rió muy complacido.
Ana Alicia, que acababa de llegar, no pudo ver a Sebastián mientras estuvo acostado en la grama debajo de la jabilla. Ahora salía del charco y se marchaba para los palos de leche y eneas, que había para vender al por mayor... ahora el corazón de novio de Juana Olivo era un cofre donde guardaba la palabra te amo... te amo... y podía abrirlo cada vez que le diera deseo o tuviera la necesidad para hacerlo. En ese cofre guardaba las miradas y las sonrisas, los labios repletos de ternura y delicias, tapado con las mielinas de sus recuerdos... la llave tenia el perfil y silueta de los besos ingenuos, limpios y castos para él.
Era día de ramos, 4 de la madrugada, bramaban las vacas, entonaban la canción “Lamento esclavo”, buscaban refugio en los matorrales... los aguaceros de cerro adentro... anunciaban la llegada los primeros goterones del verano... se anunciaban con los primeros cantos de guineas reales... todo era humedad, olor a fango y a tierra mojada, a pocilga. La cigua, nuestra ave nacional se escondía en las palmeras lánguidas. Las golondrinas volaban en paralelo... pero no les recordaron los versos de Gustavo Adolfo. Y volverán las alegres golondrinas Los retretes vomitaban hedor a cloacas de pueblo en guerra. Las pocilgas eructando ventosidades necro infernales. Disparos de chicharras embriagadas... pagadas con los dineros del pueblo para entonar el himno de la muerte. Orquestación y concierto en sinfonía de gallos.
En casa de los Olivo recogían el cacao de los secaderos, las leñas y las ropas de los tendederos... se acercaba un torbellino... aunque no con la fuerza de un ciclón, movía con furia las matas. Tumbaba los guanábanos y hasta las mazorcas de maíz y de cacao de las matas. Era increíble ver como dejaba los sembrados al pasar, dijeron -algunos expertos- que había sido un tornado.
Chang seguía en el dormitorio, ahora tenia controlado sus sentimientos, los había regularizado, ahora podía dejar de pensar en Juana cuando lo deseaba... tenia control y estaba planificando bajo la cañada de la lluvia, su vida. Había dibujado en su mente, cómo quería la casa, había configurado cómo seria la estancia que quería. Después, hizo uso del cofre y la vio realizando los quehaceres de la casa... miró en su mente, lo hemos dicho, a su cuñada Alicia que le envió un jarrito de semillas de cajuil tostadas.
El día que la Negra estuvo en el río, que halló a Sebastián acostado como un difunto debajo de la gran mata de jabilla, sintió cuando llegaba a la vivienda suya... que la cocina de Juana F. olía más que de costumbre y de inmediato se trazó un plan -debo chantajear a Juanita, tu verás, se decía cuando tendía los manteles... para poder sacarle algún beneficio porque es demasiado ortodoxa e inflexible... no echa para atrás... no recula.
-¡Qué bonito huele tu cocina, Juana, hoy! ¿Qué estás cocinando hermana? Preguntó intrigada...
-Lo mismo de siempre. Toma, prueba... te quedan dos, hice para cada uno tres y cuatro para papá -señaló Juana F.
-Ufff......., que ricurita de manos tiene mi manita, ese Cha... Chang sí se salvó... la hermana hizo creer que no escuchó y fue a buscar otra arepita con huevos de gansos prietos, dicen que fortalece la matriz... ese Chang se ha sacado el premio... dijo la Negra y se marchó a los tendederos... Juana preguntó por qué menciona tanto a Sebastián... ella le dijo que por nada, pero que si quería saber más acerca de el tenla que darle dos arepitas a cada uno y a ella las otras... porque era dueña de informaciones de Chang que nadie más conocía, que habían sucedido hoy en el río... Juana se interesó y para comenzar también ella se comió una, casi sin masticar.
Las dos mujeres dejaron de hablar de negocio y como si firmaran un convenio fueron al patio y terminaron de tender... Juana se enteró de lo sucedido en el río con mis detalles... la Negra durmió esa tarde hasta la hora de la cena con la llenura que se había dado.
Juana casi no durmió y le pareció que la vida se nutría de necias realidades contradictorias. Llegó a preguntarse ¿por qué dormir en la playa del río? ¿Qué le ocurrió -para tomar tal decisión? ¿Con quién andaría?
En la casa de los abuelos de Sebastián celebraban el tercer año de la defunción de la muerte de don Nicolás... las sombras eran muy escasas en el patio... la gente estaba en las dos enramadas y en un bosquecito de la finca de café... conversaban de cosas sin importancia. Pero en la mata de tamarindo de la casa de los muchachos estaban hablando de la guerra de Alemania, un señor desconocido con Basilio y con Mundito.
En los alrededores de la casa de los muchachos había una pequeña sombra de un alto Juan primero de escasas ramas... debajo de la caoba estaban las tablas, mesas, que servían para colocar las comidas que repartirían como costumbre, para aliviar los Pecados Ó del difunto Nicolás Silverio S.
Catorce pailas de arroz, cocinaban un moro de habichuelas blancas, y cinco cocían trescientas libras de carne de cerdo... otras tres hervían yuca y yautía, plátanos y guineos para los que desearan. Sebastián y Juana F. se retiraron al pequeño jardín de rosas y de gladiolos blancos, para conversar. Hablaron de los planes y proyectos que había ideados. También de lo que se proponía hacer con la tierra de la mata de tamarindo y con la de los callejones...
El contestó con detalles las razones de dormir en el río y dijo -De ah’ salieron todos mis planes, los que cambiarán mi vida y la tuya, y las de cientos de más personas. De esa actitud, salió, por estar pensando en t’, quien generaba cientos de libras de energías liquidas, quizá invisibles, se apoderaron de mi conciencia y me llego la idea de amar y salí huyendo y fui con el permiso de mamá, me dormí lleno de felicidad.
Eran las once pasado el meridiano, las mesas hechas con tablas de roble y de jagua... recibían los servicios de arroz en moro de judías blancas, carne de cerdo y de res; había otros víveres de manchas y yautía, yuca y ñame para los que le agradara. Era la primera vela de cabo de año, donde brindaban jugo de toronjas vinagre de guineos maduros por agua, con hielo y agua fría... y ensaladas, era... vela de un Muerto blanco en aquellos días de 1911 en los albores de la muerte de don Ramón Cáceres, presidente recuero y andullero. Los dominicanos servían la comida a los asistentes, a las ceremonias de duelo, en la cercanía del aurora. De esa forma los dueños no se quedaban solos.
Juana y Sebastián no quisieron comer de los servicios del difunto... aprovecharon la oportunidad para manifestarse lo mucho que se estaban queriendo, las circunstancias le había proporcionado esa oportunidad y había que por simple juicio, aprovecharla. Nunca tuvieron momentos para conversar sin testigos físicos. Muchas muertes son puertas para otros nacimientos... de un parto o de un camino. Es la venida por donde llega el que se va... el que se fue.
Fue la primera vez para saludarse, en los cumpleaños no pudieron ni mirarse como hoy en el de Brígida y de Toñita fue secuestrado por Benito y don Miguel en la mata de granada. Aquí’... no podía ponerse a comer dijo Chang, teniendo hambre de estar cerca de la más suculenta ensalada de pétalos de orquídeas frescas... sazonadas con las cándidas y límpidas manos de las circunstancias.
Cuando se despidieron Sebastián quedo satisfecho de lo bien que habrá resultado el encuentro con su enamorada. Mientras ella estaba henchida de gozo espiritual... por haber oído decir que Chang -aprendió’ a controlar mis energías que recibía de tu fuego personal... que me llegaba y no sabía sintonizar... como ahora. Recordaba que mencionó que ahora podía lavar sus emociones... y pensó dijo Sebastián que fueron las poderosas manos de la naturaleza. También aprendió a contar las espiras del gran embobinado espiritual, controlo, dijo -los flujos emocionales, los tenía fuera de sintonía frecuencial, empero ahora los manejos a mi antojo... puedo introducirme como ’incubo en las psiquis de tu control.
En el dormitorio Juana puso las manos debajo de la nuca, fuerte como un tronco de roble o de jarquí... sintió una gran energía circular por las palmas de sus manos, se movía como lagartijas dentro de su cuerpo. Será calambre, será alguna culebrita o lombriz?...movió los codos y como si doce voltios DC. Se hubieran desatado de los axones de su centro nervioso comprendió que era la posesión... y la mejoró... entonces se puso el dedo índice en la boca como si hiciera una cruz... el corrientazo de energía se cargó y se tradujo en luz y vio con claridad... Sebastián se ha curado... curado, ha desarrollado su espiritualidad... puede imaginarse cosas que antes no lograba, ahora recuerda mi perfil y mi silueta... por eso fue que me dijo franca y pura... puedo ver dentro de mi y leerme con paginas en letras de mieles y cristales... en letras de varios quilates.
Cuando estuvieron en el jardincito de la tea de Chang, Juana Fca. Se le acercó al hombro y desde ah’ miró las dalias que quedaban en la fronda. Las flores fueron sustituidas por ajíes cubanelas, por ajonjolí’ y unas cuantas matas de tomates y repollos... Allá en el jardincito, fue también donde hablaron de casamiento y de la aceptación de doña Eulalia Trejo y de Pablo Silverio. Fue también mientras veían las dalias que por primera vez Juana le dijera CHANG, que a él le llenó hasta el rebozo de placer. Mirando los ajíes fue que ella lo tuteó y ahí también donde se juraron eterno amor en las malas y en las buenas... fue allí, tomados de las manos, que se consideraron desposados por el lazo idílico de los dos corazones mas respetuosos que humano haya tenido en los siglos anteriores.
También fue ahí que Juana F. se empinó agarrando con ambas manos los hombros de él y lo besó en la mejilla izquierda... deseó hacerlo en la boca, pero ella podía esperar... Sebastián suspiró profundamente, emitió un ingenuo sollozo que se convirtió en otro suspiro de alivio y solo pudo decir adiós amor de mi caminar, de mis auroras y de mis medios días... y de mis viejos atardeceres...
El amor de estos dos muchachos era una luz en la brumosa cañada, era un farol en las junglas de Tatania, donde la ferocidad se imponía a la ingenuidad, era espejo para mirar la limpieza de sus propósitos. Para mirar los reflejos incondicionados de ambos sin angustias, sin artimañas, frugal y noble, era un amor tamizador de almas, donde se hierven las pasiones, las más nobles del ser humano para lavar las caricias... era un amor sacudido en los grifos de los hornos donde cocinan las voluntades y la personalidad de claros propósitos y de caras proyecciones... sin ambigüedades y arrugas.
Esa mima tarde en los perímetros de la casa de doña Eulalia, un grupo de muchachos que se dividió en cuatro de cuatro, jugaban a las velludas, a las semillas de cajuil, con chatas y a los trompos, hechos con las mejores ramas de la flora de Tatania. La frondosidad de la gigantesca mata de ojos de burro, era muy propicia para ese tipo de lúdica, faena de infantil. La algarabía salida del centro de atenciones de los convidados no permitía que el señor sacerdote, realizara los bautismos. Entonces doña Lalo envió al joven Sebastián y consiguió que se efectuara un poco de silencio.
La comida ese día de bautizo era como decían los adultos especiales, mataban pares de aves, generalmente gallinas y con muchos espaguetis hacían una rivota... una verbena del mediodía... y compadres, ahijado... Comadres, madrinas y padrinos terminaban en felicidad. Luego bebían hasta ponche casero -que doña Eulalia hacía, muchas veces servían vino de cacao o con pulpa de tamarindo y café... Sebastián cuando comió se alejó de los mayores y buscó refugio en el santuario de sus ideas... se quedó durmiendo con el libro de versos de Salomón en el pecho.
¿Qué hermosa eres muchacha de Jerusalén!... tus ojos son palomas, azucenas entre las espinas... Levántate amada mía, hermosa mía... ven a mí. Estos versos estaban en el libro que tenía en el pecho, mientras dormía. Despertó con el sol de los muertos. La casa estaba silenciosa, todo el mundo se había marchado. Doña Lalo cosía una redecilla y las muchachas estaban fregando el locerío muy calladas.
-¡Sólo se rezar... Dice la gente! Eso! eso es verdad, con eso sólo, no se casa ni un loco, debo aprender aunque sea barbería. Aprenderé aunque sea sembrar tomates o repollos. Di media vuelta en el recinto de sus ideas y como resultado de las cavilaciones señaló con aptitud de un general -haré el más grande y más hermoso de todos los conucos en esta larga correa vegetal. Muchos vendrán para saber, para conseguir las fórmulas... y crecerá en los demás el deseo... Se llamará la estancia de la Cañafístola. Les demostraré a mis hermanos que tengo un horno con grandes calorías, donde se queman los mejores y mayores proyectos. Que dentro tengo una enorme factoría... Dado que sólo sé rezar, lo haré ahora con la lengua de los agricultores prósperos y tendré hortalizas, pocilgas, establos. Hacienda de maíz, de yuca, maní’... Comenzaré con estos $457.00 pesos y quién es quién, se sabrá en unos meses...!
Y para los que quieren verme con sotana y cuello romano, les doy las gracias. Seré el mentor y padre de una de las grandes familias del universo: La familia de Silverio Olivo, rezaré y trabajaré para que sea así, con la ayuda de la misma fuerza de la razón -procesaré una Herencia genética que con los tiempos del tiempo no me olvidaran: me recordaran.
Y como Dios no es bizco, ni cojo, ni sordo, ni tartamudo, me auxiliará a que lo bueno que traigo de mis padres se fortalezca, y mejore y como yo amo a Juana Francisca y flama a los que aman me amará. Sebastián es un joven de gran corazón, de puros y nobles sentimientos... Quizá en vidas anteriores fuera discípulo de los grandes sabios del viejo Oriente... Tales como Meneo... Lao TSE Confucio, o de TMO TSE. De ahí el apodo Chang. Transmigraría en una semilla para cuenta de un rosario, en los genes del tatarabuelo de don Nicolás Silverio, seria pariente de Chang Yin que gobernó a China del 1450 al 1050 a. c., podría ser pariente del Mariscal Chang Kai TSE... presidente chino en 1943.
El joven Chang sabía valorar las circunstancias... conocía sus posibilidades... no sólo de rezo vive el hombre... pero Chang rezaba en latan y en español, en agricultura, en porcicultura y en horticultura. Había que sembrar en latín y cualquier otra lengua. Pero en Sebastián se posesionaba una fuerza muy extraña, tenía miedo a su madre más que a su padre... que se había marchado en busca de nuevos horizontes... pero se había confundido esta vez con el... carácter de doña Eulalia que estaba enamorada de él y de su enamorada... o sea, de la hija de Ramona y del señor Benito Olivo.
Le hubiese gustado compartir con su marido los propósitos que tenía para su hijo Sebastián; le hubiese pedido su ayuda pero parece que la había abandonado...
Estaba muy segura de ese presentimiento, lo confirmó con la llegada de la vaca y el regreso del perro... también con la actitud de Silvestre de no regresar. Estaba enterada de que Pablo Cena, su marido, la había abandonado y que tenía otra familia en los predios de La Jagua entre Guananico y Paradero, parajes colindas con territorio de Valverde.
Días más tarde Sebastián recibe de su madre la hermosa información de que podía trabajar la hacienda donde más le conviniera... Chang recibió la información con incredulidad. -Hijo estoy orgullosa de ti, dijo -y como recompensa iremos mañana a ver el hijo de Silvestre y de Silvestrina.. Sebastián subió el arco de las cejas y además los hombros, dijo que sí.
De regreso de la casa de los padres de su primer nieto señaló -hijo mío, estoy muy triste con el comportamiento de tu padre, según informe va a tener otro hijo... Me ha abandonado... y como soy su esposa y tu madre, te autorizo a realizar los ajustes que desees y de inicios a todos tus proyectos sin perdida de tiempo.
Sebastián -que nunca fue dado a la zalamería deseó saltar al cuello de su madre y colmarla de la delicia que estaba experimentando su henchido y muy alegre corazón... con el regalo que ella le brindaba.
María Silvestrina estaba muy contenta con la visita de su cuñado y de su suegra... aunque torpe parecía, brindó además de las atenciones de nuera y de cuñada... afectos y cariño.
Quedó muy satisfecha con la presencia de la madre de su marido. María Silvestrina deseó que comieran pero ambos cuando llegaron a la casa, para ver el niño Miguelito, ya habían almorzado.
Doña Eulalia se sintió atraída con la forma de la mujer de su hijo Silvestre, entendió que las palabras de la mamá de su nieto fueron bien escogidas y dichas con el tono que ella deseaba y necesitaba esa tarde oír... Le agradó la carita del niño que la hizo reír se le parecía a Pablo.
En la vivienda de los Silverio Cruz inauguraban una calzada de piedras que a muchos le pareció una reliquia y dio mucho que decir, era una hermosa calzada hecha con picos y palas y los músculos de los vecinos de Tatania. Exhibían figuras surrealistas con aspectos tainos... hallados en donde recogieron las lajas para la referida calzada.
Silvestrina preguntaba a su marido -¿qué crees que pensaría mamá Lalo de nosotros? Yo no sé como tú la recibiste, la que sabes eres tú -manifestó Silvestre. ¡Que bueno que haya venido y no me haya hallado...! es una mujer muy repelosa y ahora que papá la dejó... por andar detrás de nuevos horizontes se convertirá en avispas -pues mire que no, estaba muy a gusto. Bailó con Miguelito y lo halló que se parecía a tu padre. Si hubiese estado molesta no hubiera bebido el café.
En el comedor de doña Lalo -las tres hijas se sentaron a su lado para preguntarle por el niño del hermano... Y ella informó que podían ir a ver a su sobrinito y que trataran con afecto la cuñada.
Durante todo el discurso de sobre mesa de la señora Eulalia, las lágrimas que humedecieron el mantel era la amnistía que abrían las puertas a su hijo Silvestre, que había regresado del lado de su padre, para construir su propia estancia. Díganle -expresó eufórica la señora, que puede hacer una gran estancia donde lo desee del lado este... que haga el mejor y más fecundo conuco de esa parte de la hacienda de su padre.
En la madrugada cuando el señor Olivo dejó la cama y estuvo calentando en la cocina un poco de café, se sintió perturbado. Prejuzgaba un problema en casa de los mellizos, de su hermana Martina, que vivía en Guayubín. En su familia por todas sus generaciones soñaban, presentían las catástrofes.
Pasó la noche mirando la vieja luna que tenía una boca por cada rayo plateado. Cada boca tenla una escalera de luces, de luces y por la misma subían cuantas cachipollas en el entorno había. Veía las cucarachas, las ratas, los escarabajos, los perezosos, gusanos de tierra, de madera... hormigas bobas, rubia como las barbas del maíz... se iban por la escalera de luz, absorbidas por el poder lunar.
Sin embargo los gallos hacían el primer concierto, cuando hileras de garrapatas y pulgones se mudaban como a un sepelio por la escalera lunar.
Tampoco Sebastián tuvo tranquilidad en la noche anterior... pero en la madrugada fue dueño de un largo y vitalizador sueño que lo preparó para iniciar los primeros proyectos de su agenda.
Estuvo reunido, Sebastián con Justo García. El Lebro celebro por más de una hora y en la mañana del día siguiente, terminaba de techar una pocilga con tres apartes, y como tenía el permiso de su madre, calculaba cuantas tareas de cacao y cuantas de maíz iba a sembrar en el llano del viejo cañafistol, donde haría su casa para ella y para sus hijos-hijas. No podía perder ni el apetito, ni el sueño... Meses más tarde hubo que ampliar la pocilga. Ahora Chang era dueño de docenas de cerditos, habían parido las últimas, traídas la semana pasada... Tenían la cabeza grande, orejas caídas y jeta casi cilíndrica- redonda.
El joven rezador -dijo un día a Lebro... cada vara de cigua prieta que me traiga, se lleva peso y medio, pero cada costanera que halle, se la trae usted y dinero en mano. Comenzaré a construir lo más pronto que pueda. La haré de cuatro dormitorios y cada nacimiento traerá la necesidad de otro cuarto... Mi casa será de más de doce habitaciones... porque el hombre que tendrá mis hijos de una sola mujer soy yo... Seré yo.
En la playa del río, los bañistas, estaban muy contentos, hacía mucho calor. Estaba repleta la poza; las piedras servían de calzada para transitar, pero estaban muy calientes. Sebastián que iba para el río opta por devolverse, entendió que era día de muchas gentes... y eso no era bueno y fue a bañarse a Marto Diego, a Diego Martín... que sus aguas eran frías en verano como invierno.
Las manos del rezador ahora abrían portezuelas de progreso y es dueño de conucos, de lechería, de carnicera... de ventorrillos. Es dueño de la escuela y como es... también rezador, es dueño de la iglesia.
Por qué se burla usted doña Lalo- dijo Alejita Gutiérrez, esposa de Tomás Silverio... No me burlo -dijo la suegra. Es una verdad de Perogrullo. No puedo callar, querían -que lo mandáramos al seminario o para el colegio militar... El tiro se les Salió por la culata, se frotaban las manos, así quedaban las propiedades desamparadas. Te das cuenta que no me burlaba. Ni será cura, ni cabo, ni sacristán, será eso que dije, dueño de haciendas ahora es dueño de ese valioso tesoro. Es dueño de 25 tareas de plátanos, 17 de yuca, 56 tareas de maní’ y yuca intercaladas... Docenas de chivas parideras y de reses... también. Nadie, que no sea Félix Henríquez, tiene en Aromanilandia y en Tatania el ganado caprino que posee mi hijo Sebastián -no es burla hija mía, es una verdad dicen los abogados de Perogrullo.
Juana Francisca, cuando salió del baño, pensó en su madre, deseó que ella la hubiese visto vestida de blanco, con el traje de novia. Había llorado mucho pero el deseo de verla le arrancó algunas lágrimas.
Había aprendido a tragárselas, pero esta vez las dejó para lavar la tristeza. En ese mismo momento llegaba su padre Benito a quien enteró de sus deseos. Informó de los propósitos de Sebastián y que una tarde estará su madre con el propósito de solicitar en matrimonio las manos de ella. Don Benito no dijo nada se quedó mirándola muy complacido, era la ocasión para celebrar tan fausta noticia. Díganle a su novio Juana, que ésta es su casa. Que puede venir, solo o acompañado... porque él reúne las condiciones y elementos que satisfacen a un padre viudo, para hacer feliz a su hija, que era el anhelo de la difunta madre.
Don Benito esa misma tarde salió para Guayubín para la casa de su hermana Martina, Juana al quedarse sola se sentó en el borde de la cama y trajo a su mente el perfil de doña Ramona. La imaginé como líder de una banda musical moviendo las manos aritméticamente y en forma sosegada, ritual y melódica como en las aristas de un cielo azulado, moverse agitando una manta blanca... pero apagándose entre las neblinas de la ficción.
Pero en el encanto de sus sueños escuchó que ella le decía óyeme hija, ven por un momento, ahora te toca entrar por los portales de las tres cortinas: la de hijas e hijos, la cortina de esposa y la cortina hija, de madre... Ninguna de las tres es mayor, ni menor... todas son difíciles, pero cuando usted es responsable las tres son livianas y fáciles de llevar. Los hermanos de ambas familias se sentían complacidos con la noticia del matrimonio.
Cuando Benito regresó de Guayubín, fue sanamente sorprendido al mirar al joven Chang sentado en la vieja raíz de la mata de cañafistol que sirviera como asiento, por largo tiempo, hasta hallar a su amada veneranda.
-Hola Sebastián, lo saludó efusivamente. Estoy bien, respondió, me sorprendo verle sentado en esa vieja raíz, no se cansa, usted? No, por qué me podría cansar, don Benito? Vengo con frecuencia a leer por dos y a veces tres horas...
Sebastián había cambiado la postura de lector y como si estuviera en la oficina, ponía sumo interés a las palabras de su futuro suegro. Perdone usted joven Sebastián, que lo atosigue con mis preguntas, pero ¿de quién es esa casa tan bonita?
Esa será la suya señor Benito.. Porque es la mía, y es para suponer que lo que es al hijo al padre será. Don Benito humedeció los labios y un par de lágrimas tuvo que contener. Reía gozoso. Esa manifestación de grandeza que había, según su parecer lo había dejado desarmado y sin expresión del habla.
Sebastián había ganado un nuevo estadio con sus expresiones tan claras y tan humanas, se movió e invitó a Benito a entrar a la construcción de la casa. Benito elogió las puertas y ventanas, los ventiladores...! Caramba... Caramba! Tiene gusto exquisito usted, iba preguntarle por qué decía la palabra Caramba con tanta emoción, pero se contuvo. Benito se alegraba, pero también se sorprendía de encontrarse en la casa que entendía... seria para su hija Juana Francisca. Pero eso lo decía con la frecuencia múltiple Caramba!
En la casa, después de la ceremonia familiar, y de guardar las apariencias del cansancio del viaje, Benito dejaba expresa una alegría singular para hijos e hijas, en la sala estaban los menores de Lorenza, último encuentro amoroso con el destino del Sr. Benito. La negra Ana y Maricusa oían a Benito. Los muchachos hacían diligencias para el conuco. Juana Fca. Quitó las botas que usaba en los viajes largos. Martina está muy mal (quizás no llegue) al año nuevo, manifestó don Benito, mirándose las botas; dejó bajar su estima al recordarla en cama como una vela de cera de miel de abeja apagándose lenta pero segura. Levanté la cabeza y miré a todos y luego fijó los ojos en la mayor y su cara se iluminó... como cuando veía a la muchacha que un día llamó princesa del río. Su rostro estaba radiante y con él las cosas del salón se limpiaban de sobra... Entonces preguntó no les queda un pedazo de pan para bríndale a un padre que se muere de hambre? No les sobra un brazo para llenar de fe y esperanza a un viejo que se muere de cansancio?
Cómo no, papá, amablemente contestó Juana; la bendición. Abrazó al padre con tanta emoción y apego, que experimentó la mayor emoción espiritual que pudo caber dentro de s’, sin desparramar en los manteles del capricho de llorar por felicidad. Haciendo un diluvio en fuente de dos lágrimas ardientes y pasionarias... experimentando el éxtasis filial en la dermis por el roce de las mejillas del perfume de un recuerdo agradable.
Cuando llegaron los demás hermanos, ya había referido la alta satisfacción recibida al encontrar a Sebastián sentado leyendo en la misma raíz que él empleó en tiempo de sus 26 años esperando por el amor de su Ramona Silverio Cesaire. Pero pudieron oír cuando hablaba de la casa que Chang estaba exhibiendo, como patrimonio suyo, y para su hija Juana Francisca Olivo y que de casada de Silverio. Todos incluso él, rieron por la limpieza de palabras y de corazón con que hacía un padre campesino de poca o limitada formación de academia. El hallarme con el pretendido de mi hija... me hizo tan feliz que amaino la tristeza que traía por la enfermedad de mi hermana Martina.
Juana escuchaba las explicaciones de su padre como si estuviera oyendo la misa del gallo, ni pestañaba, ni su respiración podía oír. Era impresionante como ensamblaban las energías de esa familia. Es una vivienda que se ve, con mayor tranquilidad señal Benito.
De cual vivienda habla usted? dijo Maricusa.
-De la que construyó Sebastián, ¿no la ha visto? Cuando Maricusa iba a contestar, que desde los cumpleaños de Brígida y de Toñita no bajaba al río, hacia presencia Tino, el primo de Juana a quien entregaba una carta de parte de Sebastián.
-Hola Juana, dice la carta, cómo te sientes. Mi madre convenció a mi amado y desorientado padre para no enviarme al seminario y mucho menos al ejército, pero si me hubieran enviado a Roma o a la guerra, de allí hubiese desertado para pedir lo que en pocos días haré, tus manos y corazón en matrimonio, comprende usted lo que le pido? Tú sabes amor mío. Ella sonrió porque cambió para tutearla, lo mucho que te amo lo sabes verdad, porque te llevo dentro de m’, donde quiera que voy, en mis huesos, en mis médulas, en los tuétanos ahí andas tu como una rosa circunvalarte de mi jardín existencial. Eres mi linterna en los caminos de mis atardeceres y soldado de mi intenso amanecer.
En cada letra de esa carta había un misil encaminado a señalar donde esta la pureza de su alma noble y desinteresada, pero que es el blanco de sus proyectos. El pensar de la procreatividad del entorno aromaniel, donde florecen las palabras al umbral de los nardos y jacintos del quejumbroso y arrullador Bajabonico de meandros que son suspiros cuales cuerdas de la idílica lira en el acto de vivir, en plácidas olas navegando, entrando en las blancas arenas del viejo Isabel de Torre, heroico verde guardián de la novia del atlántico.
Juana dio la carta a sus padres y ambos celebraron el muy humano contenido. Don Benito autorizó a su hija a escoger el día para invitar a Chang a cenar en familia con sus tres hermanas y su muy distinguida señora madre, doña Eulalia Trejo.
La República Dominicana no estuvo lejos de ser bombardeada por los aviones del Reich y en especial cuando el presidente Trujillo desafió al (eje) la década del 20 y la del 30 fueron para los países caribeños algo peor que el infierno, los pueblos latinoamericanos padecían el gran síndrome de las invasiones el 28 de julio de 1915 los infantes de marina de los Estados Unidos invaden la república de Haití, quedando bajo el dominio de los estornudos mortales de las cañonerías yanquis.
La tierra de la isla era una gusanera, la hediondez que dejaban los infantes de marina norteamericanos. La hediondez que al pasar las botas infernales del soldado imperialista corrompía el pudor de los dos vientres nacionales. El 15 de mayo de 1916 entraban los marinos de infantería al suelo sagrado de la parte este de la isla. Quisqueya, Cuál era el temor? Por qué a las dos partes, a las dos naciones? Cuál era el interés? Qué deseaban, que supieran los vecinos? Los hechos del 1917. Los acontecimientos después de la insurrección de los obreros en el mes de marzo y la caída del zar. La desocupación militar de las tropas norteamericanas, el 18 de septiembre del año 1924 fue desde el 1905 — 1907 del 1914 — mil novecientos dieciséis, (1916) no fue antes del 1903. ¿Qué...?
Benito, aunque muchos lo ven en el fuego de una centrífuga de un cristalizador de azúcar o en los aleros de una ranchería de Tatania. Pocos saben que él acude al club Amantes de la Patria los 16 de Agosto a escuchar las charlas que anual la institución ofrece a los obreros de los ingenios de la provincia.
Escucho hasta el último de los temas la alegría del futuro matrimonio de su hija lo tuvo apto para asimilar temas como los referentes al desembarco de las tropas de infantería como los ultimátum del gobierno invasor, los EE.AA hacen saber que están muy apenados por los desordenes actuales, lo cual hace a ese gobierno actuar y cumplir con las anunciadas seguridades dadas al mundo y al pueblo dominicano.
Olivo no soportaba eso de ultimátum. No entendió y murió sin entender por qué aquellos jefes que están o puedan estar en los desórdenes, serán hechos responsables.
El inicio de la guerra, los ataques de Peral Harbour, luego en 1941 los hechos del 6 y el 9 de Agosto en Hiroshima y en Nagashaki en 1945. Todos estos acontecimientos favorecen o perjudican al país, influyen en el quehacer nacional y en lo antillano. Pero en el entorno de Bajabonico, en la estancia de Juana Francisca y de Sebastián, la aroma del malestar de una política equivocada, llegaba a todo el litoral del atlántico puertoplateño, la gran crisis del 1929 en el imperio del norte, entra a los hogares más pobres del territorio norteamericano como a los de Tatania en Puerto Plata de la República Dominicana. La quiebra de millares de bancos cerraron sus ventanillas, igual las ruedas de la industria se detiene cerrando los ojos de la producción. Estos acontecimientos del 29 en los Estados Unidos llegaron a influenciar tanto en la economía mundial que a pocos años los pobres de muchas ciudades de Norteamérica tuvieron que hacer fila para recibir una ración de alimentos. Para el 1939 cuando finaliza la segunda guerra mundial, en los Estados Unidos hubo 18 millones de desocupados sin techos, sin comida, sin educación, transporte y sin medicina.
La Casa Blanca lanzó millones de papeles huecos, dinero vacío, carente de unidad orgánica, teniendo que hacer reparto de funditas conteniendo comidas, con el perfil del gran Tío TOM, en todas las oficinas públicas.
La República de Juana Francisca y Sebastián para esos días, de miseria en el pueblo más Vanidoso del mundo, el más consumista, el más arrogante, estaba gobernado por el, quizás penúltimo de los clásicos caudillos dominicanos del siglo veinte. Por Horacio Vásquez, quien se ufanaba de la prosperidad de su gobierno, ocasionada por las crisis económicas europea producto de la guerra irracional. Horacio no sabia que una plaga con pico y espuelas parecida a las aves de rapiña se estaban llevando el manjar... los últimos huevos de la gallina de oro, entre las uñas de la corruptocracia.
La estrella luminosa del gigante caudillo se cae del firmamento y se rompe en millones de esquirlas, hiriendo la esperanza de los nacionales acostumbrados a la danza de las papeletas.
Los Trejo es un conglomerado de rurales, que conservan las costumbres, los usos y las tradiciones de sus antepasados. Mantener la Etnia, era su gran empeño como clan ruralito. Pero no son como desean los pater o los mater family, cuando la flor de la amapola o de café envía su aroma a la campiña, las abejas del entorno acuden a libar los néctares y se fecundizan las colmenas.
De los hijos e hijas de los fundadores de Los Trejo, surgen otras familias aunque fuera del territorio, en el primer tercio del siglo veinte, a principios de la invasión. El señor Tito Bonilla alias (Canuto) casa con Cipriana Trejo, la señora Matilde Trejo, casa con Juan Bonilla. Alias (Juan Santo).
Valeriana Trejo, fundadora de Los Trejo, paraje de la sección Pérez, era madre de Bernardo; Ramón, de Vicente y de Francisco... cuál de los primeros hijos de los fundadores, fue el que rompió las reglas del clan, los hijos de doña Valeriana llevan como patronímico Silverio.
Sin embargo Eulalia es Trejo. Esa familia permitía aunque no el incesto, patrocinaban las uniones entre primos de primera línea, es decir entre primos hermanos. Sin importarles los resultados, como fue el caso de los hijos de dos primos cruzados, es decir hijos parejas de hermanos dobles estuvieron en dos ocasiones partos de niños metamórficos, cuentan que Dolores, mujer de Horacio unidos en matrimonio vieron muy complacidos el nacimiento de una niña a la que bautizaron con el nombre Sacarina todo iba muy bien y nadie notaba anomalía en el cuerpo más por fuera que por dentro. La felicidad era superior entre Dolores y Horacio. Tenía Sacarina, tres años y tres meses y fue atacada por una horrorosa gripe. Permaneció 15 días sufriendo de dolores de cabeza. Fue la enfermera que la atendía quien señal que a Sacarina le habían nacido varias manitas o axones parecidos a las manos de un bebé. La madre al enterarse se desplomó sobre el mosaico sufriendo leves rasguños. Horacio quiso pedir ayuda para tratar el caso pero hasta el Estado le dio la espalda, la niña murió a los seis años, los cabellos cubrían las manitas que no crecieron más que los dedos de una mano normal. La tristeza sustituyó aquella alegría de pobre, el temor fue hermana del desasosiego en la familia de Horacio y Dolores, que fueron aconsejados para evitar engendrar otra criatura que según los videntes esta vez sería peor. Y así sucedió, les nació Adolfito, con los mismos rasgos del parto anterior, la vida reflejo de salud, alumbraba el buen deseo de los padres tener un hijito o hijita para neutralizar los recuerdos de Sacarina.
La casa de Dolores y de Horacio era una clínica, parientes y amigos, entre ellos comadres y compadres, acudían en la mañana todos los días para conocer al niño Adolfito.
Parecía que tuviera todos sus órganos normales, comentaban los visitantes eso se creía, eso habían dicho los médicos y el comportamiento respondía a los estímulos exteriores como un niño de su edad para los estímulos de vida interior había que esperar.
El tiempo convirtió a Adolfito en un fenómeno, le crecía la cabeza de tal forma que su tamaño era 23% de su cuerpito, además le nació cuatro dedos más en cada extremidades uno, pero la uña crecía con la misma rapidez y frecuencia que los cabellos de Sacarina, a los ocho meses Adolfito tuvo toda su dentición y además en cada colmillo le habían nacido una andana, una línea más de dientes encima de los primeros. La carita era de adulto, con labios abiertos.
El niño era un hidrocefálico, murió antes de cumplir los nueve años. Dolores y Horacio vivieron largo tiempo en un asentamiento agrícola en la periferia de la capital de la República, donde adoptaron una niña que luego dio nietos para los dos esposos primos.
No solo en Los Trejo eso ocurría, también la familia Torres en la comunidad de Jicomé, realizaban ese tipo de enlace con primos y parientes. Y los Torres de Jicomé en San José de las Matas.
En cualquiera de la familia del entorno imberteño o Altamirano, la familia era en su mayoría matriarcal, con una gran inestabilidad en los vínculos del matrimonio; el hambre, la pobreza y la educación formal, era marca esencial del extracto. La madre era la jefa de toda acción económica o amorosa; Mamá es la que sabe decían las quinceañeras, es la Matrona, Juana Francisca Olivo tenía aprehensión por lo nato del matriarcado, mas conducía sus actividades con las dos varas. Una de las cosas que más a ella le preocupaba era lo poco que la gente valorizaba el concepto amor. Llegando a preguntarse ¿es amor eso de casarse con primos?, ¿Será amor o simple apego al mantenimiento de la etnia? A ella le dolía que en mucha familia del entorno, ese elemento básico para el crecimiento de la familia, del núcleo de la comunidad humana se estuviera muriendo, o lo estaban fusilando con el apego a fantasías y magias negativas al desarrollo de la esencia de la naturaleza física y sicológica de la raza humana.
Los principales vínculos familiares de la época fueron los de las hijas de su tío Andalio: Crucita. Se casó con el señor Ramón García, de apodo Cuba, Francisquita con el señor Néstor Sandoval y Ernestina con el señor Juan Diloné.
Los hijos de Juan de la Paz Medina, Julio y Evaristo se unieron a las hermanas Daniela y Liberta, oriundas de Jicomé, la mayor de los hijos del señor La Paz, Berta casó con Basilio Silverio hijo de Pepe del Carmen tío del joven Sebastián, que un poco más tarde se casaría con Juana Francisca Olivo, hija de Benito y de Ramona, hija esta última, de Fermín y Cayetana Cesaire.
Antes de los trece meses todos estos matrimonios era familia completa, a cada vivienda había llegado uno o una para quedarse para formar en los sucesivos una familia nueva. A Crucita le llegó una niña a la que bautizaron con el nombre de Petronila, a Francisquita le nació la niña Esperanza. A Ernestina le nació un niño al que dieron por nombre de Justo.
Al señor Evaristo le nació una niña a la que llamó Teresa y a su hermano Julio un varón al que llamaron Luis y a Berta y a Basilio les nació también una niña y la bautizaron con el nombre de Zunilda.
Así fueron creciendo estas parejas con los nacimientos de niñas potables sanas y varones ’íntegros, en término orgánico, as’ esos cruces dieron como resultado a inicio del siglo 20 del matrimonio de Pablo Silverio Minaya, Doña Eulalia Trejo y de tal familia naciera Sebastián y ha sido así como fueron Tatania uniéndose a los demás parajes. Tatania con la ribera del arroyo Capitán con la familia Sandoval. Tatania con Rincón, los Bonilla con Diloné y Crucita con Guanabanía.
1930 la brisa de la mañana del 16 de agosto besó con náusea el lienzo tricolor. No por los colores ni por escudo, sino porque se sentía un flujo de intranquilidad... los místicos se lo achacaban a que ese día finiquitaba el periodo presidencial del presidente Vásquez. Los cafetales de Tatania, los cañaverales de Amistad, las haciendas de los Brugal, la licorería, los bueyes del Central Montellano sintieron también que se acercaban tornados y tormentas humanas y naturales. Las esperanzas de los jóvenes que en esos días contrajeron y los que contraerían matrimonio estaban frustradas con el ascenso al poder del presidente Trujillo.
En muchas poblaciones urbanas, suburbana y rurales la iglesia encontró el discurso del general Trujillo como inmoral y pornográfico invitó a los jóvenes en edad de producción a contraer a buscar... mejor dicho a escoger parejas, esta población se está haciendo anciana y hace falta la hermosa sonrisa de la infancia. De la gerontocracia a la infantifilia, de la gerontofobia a la efebofilia.
Los aires en las calles de la ciudad capital, en las ciudades como la de Santiago, traían los infaustos recuerdos de la noche del 23 de febrero de ese mismo año, cuando surgió como un montaje teatral, la llamada revolución de Santiago. Tan falsa, como muchas otras acciones montadas para cazar opositores. Era Benito quien le contaba a sus hijos e hijas antes de irse a la cama.
-Esa revolución de Santiago, fue una falsa, fue un montaje, las armas fueron entregadas por el general Trujillo, por lo menos di— la orden de hacerlo, de un simplón segundo teniente de la guardia nacional llegó a gran General de Brigada. El mismo -continuó Benito, preparó lo que llamaron “Jugada Maestra” y cuando los revolucionarios llegaran a la fortaleza San Luis, los soldados levantaran las armas simulando rendición.
Pero los síquicos de campos como los de Guanabanía y como los de Tatania entendían lo que se avecinaba era una cosa para esconder la cabeza o salir a esconderse a una cueva forrada de acero. Nadie hizo caso a las premoniciones de los clarividentes rurales, y el día 3 de septiembre los brazos como antorchas de fuego ácido entró al territorio dominicano, destruyendo a su paso de gigante, la República lloró a cinco mil muertos, siendo esas las primeras después del ascenso al púlpito del generalísimo Rafael L. Trujillo Molina.
Félix Henríquez llamó a Sebastián y como el Jefe lo instó a casarse, le habló de la casa que había terminado, le preguntó por la novia ¿De dónde es? dijo. Pienso casarme en las próximas semanas. ¿Que desea usted? Es de aquí, nieta del viejo Fermín Silverio y de Doña Cayetana. Se llama Juana, hija de Benito Olivo. Lo conozco, dijo Don Félix.
Lo que deseaba Sebastián, manifestó el señor Henríquez Silverio es para hombre casado. Necesito que al casarte hagas como otra familia, la iglesia. La iglesia y la escuela son cosas muy delicadas y muy complejas.
Cuando Sebastián llega a la casa intercambia impresiones con su madre a quien entera del ofrecimiento que el señor Félix Henríquez hizo y él se entera de la situación de su padre en la comunidad de Guananico, Doña Eulalia como Sebastián ignoran de la muerte en Guayubín de la hermana de Benito.
Eran las nueve de la noche cuando el señor Benito envía a Fello a la casa de doña Lalo para que los entere de la muerte de Martina, su hermana, Buenas noches -dijo el visitante. ¿Cómo esta señora Eulalia? -dijo el visitante.
¿Cómo estás? Siéntate, siéntate en esa silla de guano, dijo de inmediato doña Lalo, sorprendida, Qué sucede que te hallas por aquí’ a estas horas? -sí señora, respondió, mi padre me envía para que les entere de la muerte de una tía, es decir, de Martina su hermana. Sebastián con el permiso de su madre acompañado de su hermano Mariano llegó a casa de su prometida, después de dar sus condolencias y haberse enterado de los rezos de novenario regresó a la residencia Silverio Trejo.
El señor Benito participa de los funerales de su hermana, el cortejo lo dirigía Pedro M» Montesinos que tenia un sombrero Jipijapa, camisa blanca mangas largas, pantalones negros; a su espalda iban Octavino y a la derecha Octaviano, ambos gemelos de la difunta. Iban vestidos de negro.
Le seguía unas decenas de vecinos y familiares. La seca era como siempre en la parte oeste de la isla sin embargo entre la cordillera septentrional se vislumbran nimbos viajeros que acompañan los condolidos al cementerio.
El señor Olivo no comprendía por qué su cuñado Montesinos, no había mandado a buscar a sus dos hijas que vivían una en Esperanza y la otra en Villa Navarrete. Tampoco entendió por qué los gemelos cuando llegaron del cementerio lloraban como cuando se reían por la muerte del presidente Mon Cáceres.
En la tarde del siguiente día de la casa de Ramona en Tatania, fue pequeña para recibir los gestos de manifestación de duelo y de amistad de los parientes de sus hijos e hijas y de los suyos propios. Don Miguel sintió la falta de recursos para facilitar a tan fiel amigo, deseó ir para los últimos rezos. Y después de un rato al mirar el agobio de su amigo fue a la mata de limoncillo y lo invitó a fumar.
Doña Eulalia acude en la noche a la casa de don Benito y comparte con él y los suyos de su aromático café con pan de maíz. Doña Lalo confirma enviar a las muchachas con Sebastián para la misa el domingo próximo a la comunidad de Guayubín.
-Agradezco, dijo Benito a nombre de la parentela de nuestra familia las atenciones que han tenido con nosotros. En esos mismos instantes entraba Juana con una bandeja y un servicio de café humeante , entregándole primero a la señora madre del que seria su esposo, luego a su distinguido padre, no miró para ninguna parte y en segundo terminaba de servir al estilo Tatania.
El señor Benito luego de marcharse los parientes de Sebastián, habla de lo distinguidos que han sido sus vecinos y parientes como amigos del entorno y de los contornos de Tatania, consideró de noble esa actitud y de honorable, pero hizo reír a los muchachos cuando contaba la travesura de los gemelos Octavino y Octaviano.
Era martes 13, día de San Antonio, fiesta en los entornos de Tatania, en los parajes Aromania, Guanabanía, fiesta de cantos, polos y tonadas de hachas. Chuines y rumbas. Corcove de pripri. Tamboras y güiros de calabazas y de bangaños. Tocadas de cohetes con rabizas de cabuyas, corrida de caballos y de burros desnudos de cobijas, sin gurupas. Subidas de palos engrasados. Luego algunos tragos y aullidos de perros hambrientos y rebuznos de asnos y ronquidos de cerdos, bramidos de vacas. San Antonio, baile de enramada, música de viento. Música de trío, típica, pies descalzos cintura sin correa, cáñamos sosteniendo el pantalón de kakis o de fuerte azul o tal vez de yagua mojada en mamey o Marto diego.
El camino real estaba decorado con penca de palma real en arco gótico, arcos góticos hechos con el alma de una tradición. A cada lado del camino había un horcón sostenido por un cáñamo o hilo de cabuya decorado con papeles a colores, los de la Patria toda, dijimos ya en arcos de pencas palmeras y azahares, rosas silvestres y petunia traídas de Las Líneas o de Tamboril.
Un hombre terminaba de pintar la escuela y mujeres por fuera y por dentro de la iglesia, lavaban las paredes. Don Félix caminaba al compás de la música de viento, terminaba su viaje en los anones del río cerca de la vieja gallera.
Al lado de la vivienda de la señora Flora García, madre de Víctor y de Calixto, en el secadero había tres hileras de personas recibiendo platos de arroz blanco y habichuela y carne de res y un pedazo de plátano o de yuca, al término de comer iniciaba la fiesta para baile, los aparatos de vientos encendían los corazones de los concurrentes a seguida de los anfitriones: Doña Higinia y don Félix, bailaba la pareja invitada, ese año de 1938 le correspondió a Juana Francisca y Sebastián, quienes no permanecieron por mayor tiempo por J. F. estar en duelo y se marcharon a Tatania de las manos con sus sentimientos y con la satisfacción de no haber herido a su padre don Benito Olivo.
Para el señor don Félix esos arcos significaban la hermandad de la familia. Juana y Sebastián cuando llegaron a Tatania fueron a sentarse al alero de la casa del abuelo Fermín, donde dormán varones hermanos de ella. Permanecieron unos minutos escuchando la música de la fiesta que habían dejado a su espalda. Comenzaba la música típica, los llantos de un acordeón entraban a los bohíos de los parajes como los de niños pidiendo un vaso de leche. Chang que anudaba los cordones a los zapatos, dijo: Es el señor Celso Moceen, Cruz Moceen. Vive en el paraje, los Guzmán. Esos requiebros rítmicos lo hicieron retrotraer las imágenes de los jugadores de azar, el de domino veía a Lalia con su juego de Bironay y a Guayabón con la lona y la cacona para los juegos de dados. Recordaba el baile de la cinta lo hizo sonreír al compás de don Félix y de Doña Higinia mientras bailaban el merengue San Antonio.
Los músicos típicos se adueñaron del escenario festivo del salón de baile, el señor Moceen, diestro en el manejo de sus dedos juveniles, dejaba atónitos a los espectadores, cuando hacía la ejecución digital del merengue San Francisco. El gran salón almacén estaba lleno de bailarines en parejas que en el calor del gusto y placer musical, intercambiaban a veces premeditado, en algunos lugares y ocasiones este comportamiento provocó trifulcas y hasta muerte.
-¿Para dónde andabas -preguntó— Juana Francisca.
-¿Cómo que para donde andabas, -respondió sorprendido Sebastián. No me he movido de tu lado...
-Es cierto, -dijo ella- con el cuerpo no, pero anduviste aunque fuera un instante fuera de Tatania. El la vio que reía con la suavidad de un capullo de flor de Liz. ¡Bendito sea Benito!, dijo en son de bromas, tienes razón, recordaba los jugadores y los bailadores de cintas. También estuve recordando al cura, cuando levantaba el cáliz, y a la mujer que dejó la huella de sus manos pintadas en el lienzo mantel del altar y la gente creyó que era un milagro.
-Sí, sí, lo había olvidado.
-Sebastián ¿Por qué llama zumbadora a esas canciones de palos?
-La Tumba es el nombre original, llegó a ser el baile nacional, hasta la mitad del siglo XIX, su nombre se ha corrompido, proviene del Bantu, según Ortiz, es una danza muy apreciada durante el siglo XVIII presenta sincretismo y muy interesantes cambios cortesanos. El merengue lo fue arrinconando.
La brisa de la tarde hablada en lengua de sosiego blanco, el cielo era deshumano, tenia un alma cálida y más que de cristal era transparente, de risas argentinas...-¿Cómo esta papa, preguntó Juana Francisco, cómo esta don Ramón, señal Sebastián; quien se quedó parado al lado de la ventana que daba al aposento de la joven Ana Alicia.
-¿Cómo le fue en la fiesta?, dijo apagando el cachimbo, dando unos golpecitos en la palma de la mano zurda.
-Nos fue muy bien -respondieron, enumeraron uno por uno, los hechos tal como acontecieron. Los gallos encargados de armonizar la tarde, habían terminado de cumplir con su encomienda, así se abría el hueco por donde entraría el crepúsculo. El deslizamiento de las garzas blancas y reales era un manto volador sobre las nubes de los sueños del habitante de los parajes del entorno del Bajabonico; se asentaban en las ramas de los gentiles anones como en los hangares de un aeropuerto de gramales verdes. Parecían aviones de combates en los corrales al irse a ensayar a las viejas recuas que desde Los Uveros y de Las Llanadas traían los cafés y el cacao en granos.
Juana, Ramón y Sebastián intercambiaban, de la música, de la invitación que fue objeto para bailar la segunda pieza. Hablaban de un sueño donde dos hermanos se casaban. Tuvieron un varón muy bonito, pero con dos cabecitas una más hermosa y vieja que la otra. La boca joven bostezaba con fiereza.
Juana Francisca sintió moralmente una rotura dentro de sí, náusea que descomponía su estado psíquico, continuó en la sala, nadie reía... del sueño, -murmuró casi en silencio- la cabecita hermosa era dulce y parecía una flor de inocencia, con rasgos infantiles de nobleza, pero la otra actuaba como un reptil. El padre del muchacho bicéfalo era mecánico por la ropa que usaba muy grasosa, luego se robaron el muchachito de las dos cabezas.
La sala terminaba de llenarse, habían llegado los demás, Ana Alicia, Negra y demás varones y hembras ocuparon puestos para continuar escuchando ¿Cómo te fue hermana? dijo Maricusa... Y Fello preguntó a Chang algo que su padre le obligó a retractarse. Sebastián dijo estuvimos en la escuela, en la iglesia, en el secadero, repartían la comida, en el baile, nos tocó la segunda, pero por estar en duelo simplemente fuimos al salón y nos excusamos.
Cuando Sebastián se marchaba a su hogar, don Benito manifestó oiga Sebastián, dígale a su madre que permita a sus hijas y a usted venir mañana a la hora santa que haremos a favor de Martina, los esperamos.
Después de la matanza del 37 los dominicanos honestos no creyeron jamás en los discursos del presidente y mucho menos en sus promesas, doña Eulalia después que su marido la abandonara se sentía paranoica y no confiaba casi en nadie. Mandó a Sebastián a sacar su cédula, la necesitaría en el matrimonio.
El licenciado Stenio Vencet, presidente de Haití’ recibió de Rafael L Trujillo, presidente dominicano, la suma de RD$750,000.00, pagaderos en dos partidas, la primera de RD$250,000.00 dólares, y los restantes en cinco años, pero el astuto mandatario dominicano lo persuadió para que recibiera solo RD$75,000.00 dólares al contados en el año 1938.
Doña Lalo se dirigió en silencio, sin que nadie supiera para dónde se dirigía; llegó a la casa de don Benito, al llegar se encomendó a todos los santos del purgatorio de que don Olivo se hallara en casa.
El señor Olivo estaba debajo de la mata de limoncillo, al ver la silueta de la madre de Sebastián, salió a su encuentro. ¿Cómo esta señora Trejo -dijo de buen agrado venga siéntase por favor!
-Estoy muy bien, señor Benito -muchas gracias! Siempre ha sido muy cortés conmigo y se lo agradezco. Pero como sabe, mi esposo se ha marchado en busca de otros caminos, he venido, para que escojamos el día para el matrimonio de nuestros hijos.
-Reciba usted con mucho agrado el honor que nos hace con su presencia y más aún por el contenido de la señalada visita. Nuestro corazón no tiene más lugar para guardar otro sentir que no sea el de alegría que acaba usted de depararnos.
No hablaron más del asunto y después de saludarse la señora Trejo se fue en silencio muy agradecida y satisfecha de haber realizado lo que su hijo esperaba.
Sin alborotos, aparatajes ni circunloquios baratos doña Lalo y el señor Olivo se reunieron por separados y les informaron a sus hijos e hijas lo del matrimonio de Juana y de Sebastián. En cada hogar la alegría fluía por los ventiladores de la cocina que humeaba con poca discreción y lo develaba la cena de esa noche, que de los dos hogares el olor a fritura inundaba a Tatania en la esquina sur y en la norte.
La señora Trejo había hablado con los hijos e hijas de los propósitos del presidente con los que no tenían esposas y les faltaban las diez tareas cultivadas. A las mujeres la obligaban contraer con cualquier pelagallos que sirviera para cubrir las apariencias.
Ni su difunta madre, ni yo -dijo Benito - desearíamos que hagan lo que no deseen hacer, sin dañar a nadie ni a nada, pero tampoco a usted mismo.
Ni su padre, que esta enfermo, ni yo, queremos que incurran en hacer lo que no deban, ni deseo... decía doña Lalo... parecería que los dos se habrían puestos de acuerdo para decir con tanta precisión lo mismo, los hijos en ambos grupos familiares se estaban preguntando, qué estará por pasar que nos sentencian así, era la primera vez.
Doña Lalo se levantó de la mesa y besó a cada hijo, pero a Sebastián, abrazó como si fueran a bailar un tango o una danza azteca.
El señor Olivo lloró en silencio mientras se bañaba, en la víspera del matrimonio de su hija. Le hubiese gustado compartir con Ramona esa alegría, la de ver a su hija vestida de blanco en el altar de la iglesia de la comunidad donde había crecido, pero la realidad era otra. Ramona estaba, al lado de cada cocorote, de cada cosa, y estaba incluso en su corazón y en el de sus descendientes.
Doña Eulalia también lloró la ausencia de su esposo y esperaba todavía la llegada con sus hijos. Los había mandado a invitar como a cualquier particular. Todos sus hijos eran adultos menos José, Isabel a quien su padre se había llevado hacia paradero, y eso la llenaba de tristeza y de lamentos.
El matrimonio colmado de sencillez tuvo la magia de la alegría y del sosiego que sale de los corazones nobles, como los frutos inocentes de los fértiles surcos de las huertas de Tatania y de Guanabanía. Los regalos más hermosos lo entrego la tarde vestida de un tibio amarillo como los besos de los recién casados, era una tarde perfumada de azahares y de rosales, las pasiones se congelaban con las frescas aguas del arroyo Marto Diego y las jóvenes emociones se purificaban con las brisas invertidas del Mamey y La Quebrada. Los tibios rayos del sol como antorcha olímpica señalaban el camino del nuevo hogar.
El azul del cielo se confundía con los ojos claros de Sebastián, que desprendían luces de gozos al observar los negros cabellos, de su amada en un alto moño primaveral.
Las mariposas rumiaban emulando el blanco argenterino de la novia y dos viejas palomas veteranas de múltiples enlaces nupciales, hacían la marcha matrimonial, al compás de toques de campanas, comparando la vestimenta de Sebastián con el fresco traje de un príncipe de la iglesia, por la limpieza y la pureza.
Las tórtolas llegadas desde la pradera dejaron de comer cardo lechero y fueron al jardín de doña Cayetana a buscar la corona de gardenia y como una llovizna dejaron caer entre los pies de los recién casados.
Sebastián tenia la mano zurda de la señorita Juana Francisca, entre su derecha, era la primera vez y era para recibirla como su esposa, como su compañera, como su complemento...Recibe usted a Juana Francisca Olivo Silverio, como esposa, para amarla, para protegerla y cuidarla dándole cariño, amor y respeto en todas las circunstancias, sean esas agrias o dulces... Recibe usted a Sebastián Silverio Trejo; pueden besarse, dijo el cura y los nuevos esposos tenían clavado en la mitad de cada pecho la espina de la timidez, nunca se besaron con profundidad, por temor a herir ese gran amor que los mantuvo unidos. Temían que al besarse se perdiera el misterio y la magia del respeto, la magia del amor, ahora la sociedad lo autorizaba a amarse con decoro, abnegación, ambos se abrazaron, los parientes y amigos aplaudían y aplaudían en las cuatro mejillas como en paralelas de los ojos de ambos salían dos avenidas de lágrimas.
Después de los abrazos de felicitaciones de cuñadas, de las pasadas de manos de primas y de codeos de primos, después de los saludos recíprocos de los padres de los desposados, apareció como una sombra, aunque agradable, eso parecía, la sombra del señor Pablo. Había llegado a la boda aunque tarde, había llegado y fue recibido por Juana y por su hijo, ya casado, Sebastián. Lo cubrieron de besos y de abrazos, Silvestre que tenla en las manos la ropita de Miguelito se la pasó a su mujer y fue a saludar a su padre que se veía enfermo.
José Isabel, aprovechaba lo que para él era confusión... subió al cañafistol e izó una bandera y prendió fuego a varias patas de gallinas y a unos cuantos montantes que iluminaron el entorno aromanilero, los residentes en la frontera de los municipios Imbert y Altamira se enteraron del matrimonio de los Silverio Olivo.
Don Pablo conversaba muy ameno con el señor Benito de los herederos, doña Eulalia abrazaba a Sebastián y dio a él y a su yerna el último beso de soltería. La cañafístula que recibió a Benito en sus raíces, ahora entregaba a su hija bajo su sombra.
El momento era de armonía y de delicias, de fragua y de esperanzas, de bendiciones, muchachos ayer, hoy padres, mañana abuelos, tíos después. Aprendieron el camino y caminaron, sintieron en sus dedos el dolor de las espinas y en sus ojos el placer de la belleza de la flor.
En la casa de Benito, Maricusa, se auto-evaluaba, entró al dormitorio vio su cuerpo en el espejo, creyó que estaba lista para asumir el mando de la casa, se frotaba las manos con cierto nerviosismo. Esperaba el regreso de su padre, para darle una prueba de que estaba lista.
Limpiaba la casa por dentro y por fuera, no dejaba una pulgada del solar sin revolear y en el camino que anduvo hallando unas anotaciones de Juana y leyó...Juana entendió el camino e hizo al andar trillos, en las huellas del camino de sus bisabuelos, con honradez y nobles sentimientos, por su naturaleza de mujer enérgica, sensible pudo emular la energía de Juana de Arco y ser otra Juana de Arco, y ser otra Juana de América, o como su paisana Juana Saltitopa (Juana Trinidad) verdadero nombre de la coronela dominicana, Maricusa se detuvo de leer; recogía unas basuritas que tenla debajo del fregadero y cuando retornó, comenzó de nuevo, Juana trazaba linderos de su radial físico, la amplió, aumentó su poder espiritual, y demostraré, -había dicho Ramona- todos los saben es una mujer sin geografía, los hijos de esa muchacha volarán para bien de todos, pero deseo que todos sepan Maricusa, fue asaltada por el temor que le produjo la presencia de Mauricio, y casi destruye el papel de las anotaciones de Juana Francisca.
Cuando su padre se aproximó a la mesa encontró servida la cena, él sonrió de complacencia ¿Quien sirvió la mesa? preguntó. -Yo papá, contestó Maricusa, que creía que lo había hecho bien.
La hija que estaba recogiendo la loza, recordó al ver a Mauricio, el cuaderno de las anotaciones sobre la hermana y se lo entregó en el momento que se levantaba de la mesa. Mire papá estuve leyendo y me gustó mucho lo que dice ah’, de Juana; as’ es, ese cuaderno es de tu madre, dónde lo encontraste, preguntó entusiasmado, lo hallé debajo del baúl de las correas negras, mientras Maricusa daba riendas sueltas a su poder psíquico, quise decir poder espiritual, empeñada en interpretar a su padre, en mejorar sus conocimientos culinarios, las primas de Sebastián, las hijas de José del Carmen, comentaban lo bueno y lo malo del matrimonio.
Yo no encontré, dijo Ceferina, nada que pudiera catalogarse de malo, pues, seria que no tuviste ese moño, señaló Victoria, que le hicieron a la novia ¡UNP... unhu!, murmuró Tomasina, que desgranaba las habichuelas maduras. Dice a quién dañaba ese moño para nominarlo como malo, es verdad dijo Petronila, a quien le hacía daño la blancura de su hermoso vestido y el reboso que se colocara sobre el velo, yo pienso dijo Tomasina -que somos del campo, para qué la novia tenía que llevar guantes blancos, después no vi. Nada anormal. -Yo sí vi. Algo que me produjo demasiado risas, aclara Juanita- que era la más joven de todas. Cómo va a ser, que no vieron la kotica de Mama Cena burlándose del primo Chang. Qué decía la pájara pinta?
Maricusa haló por la falda a su hermana Alicia en espera de la opinión de su padre, para ella muy importante... los demás habían cenado, faltaba sólo él; vino del aposento, preguntó como se sentían con la falta de Juana Francisca y sólo la pequeña Carmen -dijo que le hacía mucha falta.
Maricusa -hija mía, tienes el sazón en las manos, dijo el señor Olivo -que saboreaba una pechuga de carne de pato guisado... él miraba las facciones del rostro de su hija... la examinaba, buscaba la vanidad en la cara... la hija llena de regocijo y amor filiar lloraba de alegría por haber realizado un acto que complacía a su padre.
Don Benito no tenía prisa, continuó comiendo los molondrones, los aguacates en ensalada... entonces llamaron (cuando Alicia y la Negra salieron) y la sentó a la izquierda suya... Ven siéntate a mi lado. Hazlo aquí’, y con cariño le sirvió la silla a su hija. Oye hija, el camino es muy largo -todos deseamos recorrer. La comida estaba muy bien, era comida para tu padre y tu padre te aceptará siempre y siempre te hablaré lo bueno y la verdad... Cuando hagas algo, hazlo en conocimientos, pensando en las personas a las que beneficiará.. Así te crecerá el entusiasmo y aumentará la pasión, entonces hijas todo... todo te quedarás mejor que bien. Maricusa dejó de lagrimear y dio un cálido beso a su padre.
-¿Pero papá, cómo estuvo la comida?
-Estuvo bien... ¡Estuvo bien!.. Piensas en lo que te dije!
Koticca -decía a sus hermanas -Juana... -decía, te jodite... Jra, jra... te jodiste Koticca lo conoce koticca lo conoce, jra, jra, jra... y después pegó el vuelo para el cogollito del tamarindo. Y parecía que era pagada para que ejecutara lo que parecía una burla a Sebastián. Allí arriba lo dijo muchas veces... en el momento que llegaba tío Pablo.
No tenían (las hijas de Pepe y de Fecunda Ventura) con qué secarse las lágrimas de reírse con las cosas de la cotorra de su abuela María Decena Minaya, madre de su padre y del de Sebastián.
Después de criticar a los protagonistas y actores del matrimonio y de secarse las lágrimas, de... reiniciaron su labor de limpieza, de habas y habichuelas... Cosechadas en las propiedades de su padre.
La década del 30 fue de sangre, de ultraje, de atropellos y de muerte, lo habíamos dicho, de alguna manera, en párrafos anteriores. En 1941, el presidente Trujillo, declaró la guerra al eje, (alianza entre Berlín y Roma) en 1936, luego se le suman Japón, Bulgaria, Rumania y Hungría. Y como si fuera para ser gracioso Trujillo pagó, realizó el pago de la deuda externa... Las ciudades y pueblos celebraron la actitud del presidente, la señalaban como buena, la aplaudían, Los elogios llegaban a Tatania, a los pueblos vecinos del litoral y de otros del mediterráneo.
La señora Juana Olivo de Silverio, se molestaba con las cosas de la gente que aplaudía la acción de presidente Trujillo de haber pagado la deuda... como, una gloria... como un gesto de patriotismo. Sin embargo ella lo vio como un elemento de campaña electorera.
Juana estaba segura que Trujillo, que los alabarderos y secuaces del tirano emplearían los hechos para proclamarlo semi-Dios, todo-poderoso Benefactor de la patria y de los humildes hijos de Quisqueya oriental. Mientras freía sus primeros huevos para su marido... con los ojos casi cerrados para protegerlos del humo pensaba, -Nacerán los muchachos de ahora en adelante con el pan abajo del brazo izquierdo? -se preguntaba Hará el Jefe la democracia económica teniendo secuestrada la democracia política? ¿Habrá pupitres o butacas para cuando los hijos nuestros vayan a la escuela? Haya o no haya camas en los hospitales Juana Francisca conocía el por qué de cualquiera de las circunstancias Hallaran biberones llenos de leches después del pago de la deuda externa?
-¿Cuántos de los hijos, niños y niñas del 40 se quedaron sin alfabetizar... en los predios sureños... en los cafetales de Barahona y de los cañaverales del Este o en los rosales de Jarabacoa y tomates y ajo de Constanza..? ¿Cuántas de nuestras hijas fueron al núcleo de las casas de citas, cuántas niñas ya mujer se ha quedado de proxeneta, en la 30 de marzo o en la Máximo Gómez, en cualquier santuario del placer?
Juana, continuaba conversando con su marido Sebastián... que sacaba punta a un pedazo de corazón de piñón cubano, (como un asador, pero de madera) para sacar víveres de las pailas, tales como: yautía, auyama, –ame... sin acercarse al fuego. Hablaba de cosas variadas.
No hacía tres meses de Juana haberse casado y ya andaba en los conucos ayudando a su buen marido, en tarde de tonapion; uno de los invitados de su esposo le preguntó - Juana, ¿qué sabes tu del guerrero Fermín Silverio?.. Ella respondió lo deseado por el interrogante... y recordó cosas que la hicieron muy triste y otras como es natural la hicieron muy feliz... As’ son las cosas, unas de arenas y otras de fango, se dijo. Recordó que su madre, hija de Fermín, decía que el que deseaba volar volaba y ella podía hacerlo con su poder espiritual imaginó el día de su boda debajo del cañafistol, y pudo verse vestida de blanco, pero como ella ¿cuántas se estarán casando en cualquier parte del universo? En Londres, en los jardines de Albania, en la laguna del norte americano o en la manzana de Cena Paris... ella Juana de Tatania lo hizo a la orilla del río más rápido de la provincia de Puerto Plata, en las arenas del primer río de América. El Bahabonico con su nombre original. Cobijado del encanto de las eneas y los paraguitas, de las higueretas tímidas y mudas, protegido con las raíces de los Anones Cañafístolas y robles -¡ah! me casé una tarde de sol amarillo de brisas enamoradas! Pude hacerlo en Kenia, en Mal’, en Marruecos, en Sinaí, en el Líbano, en Egipto... pero el destino prefirió que no fuera en Martinica, en Cayena sino en... Bajabonico, en la colindancia de Imbert y Altamira mis dos municipios. En las piernas del Isabel de Torres... en los codos del Murazo... en el ombligo del Diego de Ocampo... en las canteras de Demetrio Rodríguez y Desiderio Arias; escuchando la caída de la tarde con el encanto de las cuerdas de violines, y un recitar de poesía en prosa, en lenguaje suelto sin los puentes y alcantarillados de la ortología, perdón... de la ortografía!
Finalmente no fue en África, no fue en Asia, fue en el paraíso restaurado en la República del Indio Enriquillo, y de Anacaona. Fue en territorio de Cipriano Bencosme, de Urbano Gilbert, de Sebastián Lemba y de Juan Vaquero... en días de vuelos de mariposas y de pisadas de tirano.
Esa tarde de tonadas de peones, de vuelos de chinchilines y de cuervos pintos, ella veía a su marido, con otros ojos y comprendió al hombre sembrador... y Juana después cuando sus hijos iban a los centros escolares dedujo, rezó y... lo hizo en español y en latín, cosechó cacao y café, sembró padres-nuestro y cosechó guineos y molió azúcares y maíz. Chang, dijo Juana, sembró en español y cosechó en latín y en inglés. Los dos se han comprendido, la cosecha ha llegado con amor y sabor a miel de abeja, con sabor a tamarindo... a la puerta de la familia, los racimos como racimos de ajonjolí’ y racimos de mostaza; crecieron masticando los recuerdos, rumiando las penas de las contiendas de las décadas de 1930 y de 1945.
Al otro día despertó en los brazos de Sebastián. La satisfacción cosquilla la pasión y el encanto... puso su cabeza de nuevo, encima del vientre de su amado y durmió hasta las raíces del descanso cuando despertó miró las soleras, las tijerillas y puso sus ojos en el caballete como punto y durmió hasta que tocaron en las puertas. Cuando dejó la fresca habitación, eran las 8 de una esplendorosa mañana, de un sol japonés pero con brisa cibaeña... quien tocaba era Fello que traía a la casa un racimo de plátano que su papá le enviaba. -No, me voy, tengo que ir para la loma -dijo. Sebastián, que venia del baño, preguntó -¿Quien era Juana? -Era Fello, vino a traer un racimo de plátano... nos lo envió papá! Sebastián tenía la toalla en el cuello, sonrió y dijo -es un trescientos veinte y lo colocó en el fogón.
En el cajón de los víveres que hacía de despensa, había yuca y plátanos amarillos, pero hirvió de los de su casa, cocinó bacalao con huevos en rebotillos, y llamó a desayunar a su marido. En la mesa hablan de los nuevos planes; hacer una zanja para librarse de las aguas de Marto Diego... mantener estrechas relaciones con los familiares de las dos células familiares.
Meses después de Fello haber llevado la hembra de regalo - La negra y Ana Alicia llevaron las alhajas que su padre le había dado pero que ella no había decidido llevar a su hogar de mujer casada. Era como un ajuar de gente pobre, de gente honesta, de humildes hijos de la honradez.. Juana estaba organizando los aposentos cuando Maricusa y la Negra llegaron con tres cajas, que les enviaba el señor Benito, su padre.
-¿Cómo estás hermana?, preguntó Maricusa al verla salir al encuentro.
-¿Cómo estás hermana? -dijo Juana de inmediato.
-Papá te envió las cajas, dijo que eran tuyas y ah’ las tienes. Las entraron a la sala y luego se sentaron y miraban para los aposentos, las puertas estaban abiertas.
-Díganme -manifestó- ¿Cómo la han pasado sin m’... cómo esta papá? Negra dijo -lo hemos pasado mal, nos haces falta (pero papá dice) que tenemos que acostumbrarnos como con la ausencia de mamá. Papá ahí, sabes lo distinto y dulce que es, siempre aconsejándonos, está contento con el sazón de Maricusa... papá dice que ella tiene el sazón en las manos... y cocina como tu, lo que no me gustan son los chambres que esa hace..., le echa mucho orégano poleo.
La casa era alta, construida con tablas de palma, las ventanas son de cedro blanco y las puertas de Roble y de Caoba. De tierra muy bien terminado era el piso soleado con ceniza y cal... Parecía de baldosa por el pulido y por el brillo.
En las cajas había lozas de fino y exquisito gusto... copas y vasos para vino y cerveza, sopera y platos para múltiples servicios, tazas, cubiertos y paires y vajillas alemanas, propias de la época. En la segunda caja había útiles para vestir las camas, sábanas blancas, y media de manteles... en la tercera estaban los sombreros. Cuando Juana los vio, dejó salir, dejó correr las lágrimas para que lavaran el recuerdo de su adorada madre.
Fello que llegó último, estaba en el comedor que era un espacio, producto de la separación, de la sala por una veranda en forma de arco en arte gótico, parecía una bóveda renacentista. Fello entregó un papelito a Juana que le enviaba el padre a nombre de todos ¿recíbelas, decía el papelito, como regalo de boda, a nombre de todos y de todas, Juana brindó a sus hermanas jugo de limón y a Fello un trago de jalea de miel de caña añeja, todas se rieron al ver como engurruñaba la cara cuando lo tragaba... Les mostró la casa por dentro y por fuera, quedando asombrados con el tamaño de la cama de ella y Sebastián.
Minutos después, llegaba Sebastián del municipio de San Felipe, Juana le informó de la visita y del ajuar que su familia les había enviado... Minutos más tarde llegaron a la casa los hermanos de Chang... -Juana, dijo Sebastián -atiéndelos que voy a estar en el baño... En la mata de cañafístolas estaba la cotorra de la vieja cena... y decía a todas voces los mismos gritos del día del casamiento.
-¡Mariano, Sabelo! -dijo Juana -enfáticamente al instante de verlos -pasen, pasen qué bueno que han venido... Se acercó a ellos y los saludó de la misma manera que antes de casarse. Ambos estaban solteros aún... -¿Y Sebastián? Preguntó Mariano. -Está en el baño, ella respondió con empeñó. ¿Cómo les ha ido a los dos en los primeros días de luna de azúcar? Dijo riéndose el cuñado Mariano. Pienso que pronto -señal José Isabel -se pondré amarga o por lo menos agria.
¿Por qué se pondrá agria? -preguntó Sebastián, que tapaba con una yagua el cacao, previendo la proximidad de un chubasco... Hola hermano -dijo Mariano -cómo te estás yendo después de todo. -Me ha ido bien -contestó -mientras se sentaba en medio de él y de Mariano... no me has respondido Sabelo... dijo - ¿por qué se habrá de poner agria? –preguntó nueva vez.
-No, Sebastián, fue una simple broma -pero tu sabes, que todo varía y esos asuntos del amor como empresa se necesita de muchos recursos, de mucha imaginación e inteligencia, aunque a ustedes le sobra, las cosas van escaseando... las visitas son mayores, el nacimiento de una o de más criaturas... -Es cierto hermano, el viejo ha dicho que eres muy acoplado en tus planteamientos económicos. Pero las cosas van bien, mi parcela está bien tratada. Y Juana y yo trabajaremos unidos.
-Dinos José, cómo es la mujer que se buscó papá, allá en Guananico... Sabelo no quería hablar de ese asunto... Tomás y tu deben cuidarlo, está muy acabado -dijo Mariano.
Los dos hermanos se marcharon cuando almorzaron y bebieron café humeante, como le agradaba a Sebastián. Juana celebraba que Mariano Silverio se casaría con Justa, la hija de Leocadio Pérez... y que estaba preparándose para fabricar la casa donde vivirían posiblemente en el alto de Marto Diego. Oye Sebastián - manifestó Juana y Justa no es la muchacha que tiene un hijo con un señor de los Ramírez? -Sí, contestó tranquilamente el marido. Pero es una niña llamada Consuelo, el padre se llama Chito Ramírez o Pichardo.
Pasaban los días, llegaron los años y con esos el primer nieto de los Olivo Silverio y del Silverio Trejo... la alegría se mantenía en casa de Juana y Sebastián. Era un aura envolvente proporcionadota de frescura física, en el espacio familiar y en espacio psíquico espiritual, en los días de septiembre a octubre nacería el o la hija de Juana Olivo.
La vivienda de los Silverio Olivo, se había convertido, en una fuente de recursos para los vecinos y transeúntes... era para jóvenes y para adultos dejar las cargas negativas de la faena en los cafetales, en los cañaverales, en la despulpadora, en las recuerdas... Todos acudían para los banquitos, también iban por conocer a la sobrina de Juana o a la hermana o para ir a bañarse en los charcos de la barranca de la vieja Cena Minaya o para ir a bañarse a la quebrada en tiempo de lluvia.
También para ver a los muchachos jugar trompos o verlos zumbar los abejones, hechos con palo de higüero o Carmoní, por-que de ese árbol roncaban más... o para comprar dulce de maní o de ajonjolí.
La brisa soplaba como toda la tarde en la barranca de mamá Decena Minaya, nombre de la abuela de Sebastián, se había convertido en un capricho el visitarla... todo aquel que sentía algún tipo de calor sin averiguar cogía para la barranca y allí sin problema lo encontraba sirviéndose de la agradabilidad que la naturaleza enviaba a sus habitantes que la respetaban.
Los planes de Juana se favorecían como embarcación, con brisa en popa, con la presencia de los amigos y parientes que se iban a divertir en las horas vesperales y los sábados y domingos desde las diez de la mañana. Los días de juegos de pelotas y de corridas de ruedas, doña Juana vendía todas las ventas y si el tiempo le favorecía hacía un extra, como hacen los periódicos de las grandes ciudades. Como hacen los periódicos cuando se produce algún acontecimiento que es noticia.
Don Sebastián, como la gente empezó a llamar joven Chang, tuvo que construir una enramada para el nuevo ventorrillo de su mujer, lo que quería era simplemente un tarantingo, donde poner una mesa con una vitrina con seis apartados... para los seis tipos de golosinas que ella preparaba... una para los dulces de maní’, una para los dulces llamados jalaos y las otras para las arepas y los gofios.
La pérgola que don Sebastián construyó servía además, para él dar las clases a los adultos en el anochecer..., para limpiar o tamizar los frutos oleaginosos y para tener un par de mesas donde jugar el dominó.
La llegada de la primera flor del jardín humano de Juana y de Sebastián ocurrió como ambos los esperaban en el 1942, año que según muchos, fue de felicidad para los constructores de la nueva familia.
Fue como un regalo del cielo, pero para Juana, la niña era la puerta, el camino que conduciría a los nuevos horizontes, de que había hablado doña Cayetana... mis descendientes abrirá la compuerta del progreso y caminarán sobre las huellas de una de mis biznietas... por largos tiempos.
La llegada de su primogénita era una prenda de profundo sazón humano, era en esos días un manojo de garantía. Un manojo de orquídeas antes de salir el sol. Había llegado para perfumar las sienes y activar los corazones, de los recién inaugurados padres.
La bautizaron con el nombre de Socorro por ¿qué si era la puerta? ¡Era una Babista!.. De la doctrina de Alí Mohamed... era la entrada.. él o la Bautista la anunciadora... ¿Estuvo correcto el nombre entonces? Estaba marcada... para trascender?... Bendita sea tu llegada -dijo Sebastián -dando un rosario de suaves besos a la madre que lo miraba con el alma satisfecha.
Mariano era uno de los hermanos de Sebastián, se introdujo en los planes de la siembra, entrando por la puerta que su hermano había abierto. Se inició con el maní’, alcanzando mas de 21 quintales por cada 50 libras sembradas... Sembré viandas para los alimentos de la familia. Construí como se lo había sugerido su amada madre la casa entre el fundo de Basilio el hijo de su tío Pepe, y un pradito de Julio Silverio, en los altos de Marto Diego.
La gente continuaba la rutina de ir de tarde en tarde a la señalada Barranca... una patrulla de soldados de los llamados pataleadas, por tener polainas sobre las botas, arriba esa tarde a la sombra de la cañafístula. El que dirigía era de cinco pies ocho pulgadas, hombre de anchas espaldas y de fuertes hombros, le acompañaban tres guardias del Ejercito Nacional... al no hallar a nadie jugando dados (como se creía que era lo que buscaban) y en el sitio lo que había muchos menores... Se sentaron en los banquitos para ver jugar los trompos que en esos días de cuaresma estaba de moda.
Los adultos estaban desyerbando en la tumba que Mariano hacía para sembrar habichuelas... casi eran las tres de una tarde calurosa... el agua del río bullaza llegaba a la barranca con la franqueza cotidiana... los jornaleros de Mariano eran sólo tres que ni se dieron cuenta de la presencia de los militares y continuaron el rumbo a la casa correspondiente... los soldados los siguieron y como vulgares atracadores delincuentes los despojaron de su triste jornal.
Mariano Informó a su hermano Francisco, que laboraba con un coronel del ejército, lo ocurrido en los predios de Las Aromas y de Guanábanos... pasaron los días y las patrullas que andaban en el lugar, a la primera casa que iban para ponérseles a las órdenes era donde Mariano o donde Sebastián.
Aquella primera vez doña Juana, fue víctima del atrevimiento de los soldados, comieron arepas y jugos que no pagaron... pero Juana sin importarle la actitud grosera y criminal los enfrentó sin que nadie se diera cuenta... a pesar de hallarse en riesgos de parto todavía.
La niña Socorro había cumplido 3 años cuando naciera el segundo hijo de los señores Silverio Olivo... La fábrica de dulce de la familia crecía con la llegada de otro heredero. Las ametralladoras en el viejo continente no cesaban de fogonea vomitaban muertos minutos tras minutos, los aviones dejaban caer toneladas de dinamitas haciendo polvo lo que en el entorno de su mortal área apareciera fuera humano, vegetal o animal.
Dicen los que han tenido que ver con realizar partos al natura, que la parturienta escucha 1232 veces más en momentos de dolores, que en tiempos normales.
Juana escuchaba las bombas mortales del 6 de agosto cuando eran lanzadas en Hiroshima y las del 9 en Nagashaki... y si su madre no la hubiese alertado antes de morir, que le dijo -hija cuando vaya a dar a luz, coloca en tus oídos tapones de fino algodón... así te protegerá de lo ruidos que se hacen agudos y concurrentes. Esa tarde de suave brisa en la barranca, ella escuchó el silbido de las bombas y los dolores llegaron y se iban, volvían hasta que el estruendo... la muerte de miles multiplicados por varios.. Pero había llegado tres años antes Socorro, llegaba la vida en la persona de un varón con las gracias de los padres y de los abuelos.
Era 1945..., día escogido para la llegada del segundo genito, del clan Silverio Olivo, lo apodaron Chanito, como el apodo de su padre y lo bautizaron de Antonio el mayor, porque el señor Chang tenía en libro de nacimiento de sus hijos e hijas bautizar dos o más con el nombre de Antonio. Pero Chanito entro al mundo de los vivos cantando la Marsellesa, pero al ritmo de Prudhonme y de José Reyes... autores del Himno de su Patria.
Antonio el mayor creció como todos los muchachos del placer de los cundiamores... recogiendo frutas, recogiendo semillas envueltas en tegumentos de barros y ceniza. Creció recibiendo el frescor del arrullo de los manantiales... en las hojas frías del café y del cereza de siboneyes.. Escuchando el lamento esclavo en la voz del Barítono Eleuterio Eduardo Brito.
Sebastián, como todos los hijos del señor Pablo, sintió en lo más profundo de su ser, la muerte de su padre... trabajaba la tierra pero con ese dolor de saber que el señor Pablo construyó otra familia como si cambia de camisa... pasaba por esa sombra mal encastada y recordó los versos del cantar de los cantares y los repetía (los escogidos) como mantrás o letanía.
Realizaba los actos religiosos con los grupos católicos femeninos y masculinos y todo eso fortalecían su carácter y su voluntad de tal grado, entre los jóvenes casados, era un espejo donde muchos fueron a mirarse como el que a la fuente, por sed tiene que acudir.
No era un artista, pero tenía su Fan, sus admiradores y muchos acudían para su casa a compartir sus sanos consejos y charlas educativas... Tenía más de una mesa de juego de dominó para las tardes desenvolverse esperando la tacita de café, los cuquitos o lotería Cubana, Batistiana, el juego de pelota profesional o la caraquita venezolana, que era otra lotería diaria. Como era el maestro alfabetizador también se quedaban para recibir el abecedario como le decían al método de alfabetización total.
Enumeraré -dijo Tomaíta, vecino de Sebastián que era de los seguidores del club de admiradores de él, los muchachos que se casaron hace tres años y tienen más hijos que mazamorra en los dedos... son Lucas Santos en Los Trejo a Daisy y a Jaime y a Cunin. Néstor Sandoval, en Los Mangos, a Esperanza, y a Alicio. Ramón García en Guanábano... a Petronila y a Fidencio... ahora me voy a parar porque se hará demasiado larga la lista... pero lo he dicho -expresó Tomaíta; individuo de voz estruendosa y de menos de cinco pies de altura, como su padre Doroteo Cruz... entonces, dijo -el gobierno no es el favorecido con todos esos nacimientos.
Es cierto, dijo Luis Silverio, nieto de don Fermín; o sea hijo de Andamio y primo de Juana Olivo... y más ahora que no hay gas en ninguna parte... y se dice que va a escasear la sal... -Eso es imposible, dijo Juan Diloné, que hacía frente con Taquío... primo hermano de Sebastián, soltero todavía, pero con amores. Eso es imposible si aquí la sal esta por montaña... y en la playa del mai. Todos movieron la cabeza como si dijeran que s’... pero tu sabes subieron el arroz, tres, cheles, a la sardina y al arenque le pusieron dos cheles.. Una libra de carne cuesta 24 centavos, de chicharrones 35 centavos, cuesta más que el jornal de un adulto...
Continuaremos comiendo locrio de harina de maíz con arenque -dijo Quintito -hermano menor de Tomaíta, aunque nos lleven preso a la vecindad entera... Por qué dices eso muchacho, preguntó Geno Medina, dándole una curva melódica a la voz como una queja... Adios, pero todos los días matando un policía en cada casa... ya tu sabes... los demás se rieron. Como había gente que no sabía qué significaba, Chang explicó... Pues bien - agregó Sebastián... Mataron un policía fue una frase que se hizo muy popular en los campos... cuando de la cocina de cualquier campesino nuestro, el olor en humo de un arenque, que estaban asando, para preparar la cena... cualquier comida, salía e inundaba el entorno... los sin oficios -dijo Justo Coronel- gritaban Mataron un policía! Era lo que menos valía, como era al policía y al guardia, a quien menos le pagaban. Muchos no conocían ni la A al no saber casi nada le pagaban poco... el arenque era como el policía sin grasa.
En esos días- expresaba Sebastián, que era visto por sus seguidores como un letrado -la fama llegó a los cuarteles militares con la frase con que fuerza se casa un guardia?... eso lo decían porque el sueldo de un soldado raso, no llegaba a 20 pesos al mes, o sea... ganaba menos de sesenta centavos por día. Otra muy socorrida fue también el guardia lee como quiera, quiere decir que con tan solo ser guardia de Trujillo es indicio de sabiduría.
Sebastián conocía miles de anécdotas y se las hacía a los seguidores. Pero cuando llegaba la hora de impartir la clase no había... flor por muy perfumada que fuera capaz de hacerlo mirar por los ojos de su interés, así era él, por eso don Félix esperaba a que se casara para entregarle la iglesia... por eso su firma valía en los entornos y contornos de los dos municipios.
El joven Sebastián sabía la cantidad de tierra que su padre tenla... era considerado después del señor Henríquez, el que más tierra tenla en término individual; los callejones, los malucas, la estancia del cañafístola lo categorizaban como terrateniente... Pero no era as, ya que el señor Pablo era padre de más de una docena de hijos entre varones y hembras.
La familia de Juana y de Chang era una familia unida desde su comienzo, la alegría se reflejaba en los rostros de los que visitaban día a día la residencia en busca de solución para algún problema... acudían a buscar desde un machete o una pala, hasta un día por adelantado -vine para que si está en usted, me adelante el pago de un día, en el desyerbo de la tumbita, allá en los callejones donde va creciendo el maíz.
Doña Eulalia lo había enseñado a comer juntos, a basarse juntos, como a llorar y reír unidos. La familia de su hijo Chang, rezaba y hacía juntos todo... hasta lloraban como lo hicieron sus abuelos... por eso su casa se había convertido en la embajada del lugar... hasta peligroso era la aglomeración de tanta gente todas las tardes, podían confundirlo con un conspirador.
La compra del radio, el crecimiento de su hija Socorro, como una palma africana, erecta, llena de brillo femenino antes de llegar al desarrollo, llamaba a la atención de adultos que la miraban con el entusiasmo del que le agrada lo bueno y lo bello. La casa se había vuelto un Oasis en medio de la sed del camino hacia Tatania.
Los vecinos más cercanos de Chang y Juana eran por la parte norte Liborio y Enemencia. Faustina y Pedro Sosa... en la parte sur Tatania, un poco hacia el este además del río Bajabonico la familia de Pablo Medina y Charajima... un poco al oeste propiedad de Julián Medina y Ritha Medina.
Los señalados limítrofes de la estancia de cañafístola del señor Sebastián Silverio, además fueron buenos y útiles vecinos, participaban de los quehaceres de comunidad como juntas, convites y tona-pieones. Convidados por Juana o por Sebastián... quien a pesar de ser ubicado como simplemente consumidor de oraciones y de alabanzas era hoy por hoy considerado como el más próspero de los jóvenes agricultores del lugar..
Estando en los callejones una de sus propiedades, el señor Chang, realizaba trabajo de limpieza con unos 15 jornaleros. Eran las once, reposaban el desayuno... nadie hablaba... algunos adormilaban... en eso llegó Merejildo con la noticia de que Juana estaba despachada, o sea había dado a luz de otro varón. El descanso termina y Sebastián al recibir la agradable información dijo; vamos a cantar muchachos hay que festejar el nacimiento de un reformador... ha nacido mi cuarto hijo.
Dolores... ombe, no llore ombe dijo Negro Faustina, que era muy amigo de agradar a la gente, con eso de cantar décimas, coplas o plenas, y hasta merengue... miró al patrón y a una picada de ojo reinició el canto que para él no era más que un juego.
Sebastián rebosaba de alegría... su rostro desde la llegada de la noticia, pintaba flor de entusiasmo y sus labios estampaban una sonrisa con un hechizo en la piel de un toro. Esa situación excitaba al joven Negro Faustina, lo energizaba y sin mucho apuro volvió a entonar con ritmos de auto gesto:

¡Dolores! Ombe, no llore ¡ombe!
Que te vua dai ¡ombe! Amoi púa amoi ¡Ombe!
Subí! La loma volví baje Ombe!
Me echan lo perros de Siño Andrés...
Dolore Ombe, No llore (se repite)
(Cambiando de tono), el solista dice-

Yo no quiero que te cante...!
Yo no quiero que te baile...
Con mujeres de la yuca
Que te pué equivocai...
Y te puede dar un susto.

Como era en la loma y no había instrumentos para la rítmica armonización de la plena... Merejildo que era tamborero percutía con una lata o cambumbo... ahora casi hablaba... Negro continuaba!

Como quiera que te pongas
Comoquiera te lo jallo
Aunque te ponga bocarriba
Aunque te ponga bocabajo

No me lo jale, Ombe (coro)
No me lo jale que se tuerce
No me lo jale que se rompe
Que no tengo quien lo compre
Que no tengo quien lo compre.

Ahora,-dijo Sebastián - la alegría mí debe llegar hasta mis amigos, según hablaba se iba hacia el sur, cuando anduvo mas o menos 3 tareas -expresó- cuando lleguemos a donde estoy nos iremos. Los trabajadores gritaron, ¡está bien está bien! Manifestaron alegres.
La situación económica en el país era color de hormiga, de tango o de cucarachas. Los demonios consejeros del tirano ordenaron subir los cobros e impuestos, poniendo recargos hasta las actas de nacimientos con especialidad a la de los varones, a la cédula de identidad, y a todo tipo de documento, que los pobres que por ser más necesitaren. La gula gubernamental irradiaba las persianas del palacio, de todas formas rompía los cristales de algún funcionario honesto. Esta quedaba reservada para los monjes que no creían en el monstro del capital estafador sucio y troglodita. En la vivienda de empleados, funcionarios y amigos del régimen por obligación, adquirir por un período abusador, quitando parte de los recursos de los alimentos de los recién nacidos... don Sebastian, a pesar de ser maestro voluntario, de la brigada de alfabetización, tuvo que pagar 6 pesos con 75 centavos por la efigie del benefactor de la patria y padre de la patria nueva. Cuando Juana Francisca lo vio deseó echarlo al fogón pera al conocer el alcance del monstruo, sabia que podía ser vista o escuchada, por la misma figurilla... tragó saliva amarga... entregó la yuca vacía a los miembros de la familia esa tarde. Quedaba sin un chele, ni para la compra de sal o de gas.
Ya en la estancia del cañafistol había un radio de pilas secas color blanco con listones rojos, con tres botones negros. Marca National, era un lujo en aquellos días de la postrimería de la tirania. Costaba 105 pesos a crédito en las vitrinas del señor Félix Henríquez. Sólo en cinco de las viviendas lo tenían, en los Bajabonicos y de Tatania y Ferminilindia. Pero la incansable glotonería de las huestes palaciegas no pudo entrar al hogar de Juana Francisca y de Sebastian. Sus últimos críos y crías nacieron y la brisa de la avaricia no rompió los valladares desde tiempo de doña Cayetana y de don Fermín quienes fueron amos y caudillos democráticos de Ferminilandia y sus contornos. De esa manera el generoso vampiro del poder político y económico no chupar la inocente sangre, de los párvulos y párvulas Silverio Olivo. El traje de la envidia fue traje de la corona del primer “magistrado de la nación” humillando la virginidad de los hogares ultrajando la dignidad de la familia.
-Por orden del primer magistrado... ¡tráeme la señorita Rosario! Luego... ¡cásala con Despradel Mosquete! Búscate a América que voy a esperarte en la casa de los Mameyes. Después entrégale las llaves al coronel Lizardito, además que busque padrino y se valle de luna de miel para Sosua. Juana presentía que en cualquier momento pedían venir a buscar a las suyas y las de sus socias vecinas comadres y parientas para darle a la conscupicencia la forma de una flor original envuelta en el lienzo de una familia sin nombre pero colmada de honra y Juana no necesitó llorar porque ajusticiaron al generalísimo y benefactor. La hijas y las de los vecinos eran silvestres flores se un lejano vergel. ¿Lejano de quién y de dónde? Muchas veces se preguntó...
Habían ajusticiado al tirano, la empresa de Juana crecía, en tenacidad y perseverancia, en inteligencia y en audacia. Crecía en imaginación ella como la tejedora de sueño y de sentimientos. Sueños reales sueños de carne y huesos de venturas y de esperanzas cosía en el día sin destejer en la noche estuvo cerca de su Ulises armador del arco filiar el arco de la fraternidad. Cosía con hilos de harina sus sueños y los convertía en arepas y en buñuelos en panesicos de a centavos, de a chele o chochuecas de a dos. Eran sueños en guedejas económicas. Haciendo del jardín de dalias y trenzas de verdes tomates y de ajíes, cambiando las gardenias de su madre Ramona, por berenjenas y repollos. La empresa crecía fabricando dulces de la materia prima de sus predios y los vendía a los como turistas visitaban la barranca, en las tardes de los juegos de pelotas y a los que en el juego de dominó apostaban hasta por el vuelo de una garza, de una paloma, o cotorra... a si era blanca o colorada. Los tatanios eran netos, netos y nitos jugadores, se los vendía los jugadores de lotería o de bingo jugaban al pare o none... le llamaban criminduñe o griminduñe al extraño juego. En definitiva, la comida para la familia se conseguía, con la empresa de Juana Francisca. Los gastos de escuela, medicina, diversión y de otras necesidades la desenvolvían con los negocios de Sebastián. Los cerdos y ganados caprinos fueron muy fecundos, en tiempo de las sanciones a la república, hubo casos, que las chivas parían hasta cuatro crías y diez y doce las cerdas. La alimentación para los referidos animales...no era cara, comían de todo y de todos de lo que aparecía en los entornos y contornos. En ningunas de ambas gerencias dejó de florecer la vida; no se ha secado el cuerno de la abundancia. La cornucopia irradiaba como los candiles que los abuelos encendían a sus misterios en moches de truenos y de relámpagos. Crecía con la harina que Juana componía para la fabricación de arepas y buñuelos.
Una tarde mientras Sebastian impartía la clase llegaba el cartero de Altamira, con una comunicación señalando “a partir de la fecha pagaría diez pesos, en vez de dos... por concepto de pago de cédula. Chang que fumaba, un cigarrillo marca Hollywood, del susto lo tiró, cayendo el cabito encima del sobre de la comunicación, provocando de inmediato la reacción del agente de correo, quien quiso sacarle partida económica a la circunstancia producida. Maximino Frías llamó a parte al maestro para chantajearlo, pero por la rápida reacción de doña Juana Francisca, que estuvo atenta en todos los momentos... llevó agua fresca y café humeante en una limpia bandeja, y éste como también era fumador, dijo- présteme uno que todo sigue como antes. Sebastian que deseaba que Maximino se marchara entró las manos en las faldiqueras y halló un clavao que le entregó delante de los alumnos que miraban las acciones del referido agente de correo de la tiranía. No pudo ni abrir la boca y subió como un rayo en su caballo bayo. Los impuestos de la tiranía, no solo marcó a la familia de Chang, sino que afectó a los que tuvieran desde un pequeño pollito hasta el que recibiera alguna entrada de dinero por el concepto que fuera. Al propietario de crianza de potrero, o parcela o crianzas de corral. El pueblo callaba pero encontraba exagerados esos aumentos. Se convertía en una carga demasiado pesada para las familias depauperadas de la zona rural o de barrios marginales. Pero una entra de noche y la otra sale en el día. Aprendieron como Juana a ordeñar tres veces al día las chivas y a otros ganados. Aumentó la producción de hortaliza los hijos mayores ayudaban en la venta. Puso otra fábrica de hojaldres, coquitos, empanadas, casabe, panesico y hasta bombones dulces y amargos. Algunos iban al cañafistol a cenar empanada con aguacate. Doña Juana tuvo oferta de la hacienda Félix Henríquez para la confección de ventas y freidurías entre esos Pudines y Bizcochos. Nunca hizo rones y cervezas a pesar de ser dueña de la formula del guiski don Miguel que a su padre le agradaba un mundo.
El sol salía en la mata de cañafistol con la vistosidad del primer día pero que ahora lo hace un poco más a la izquierda en apariencia es más lento. El árbol estaba lleno de flores moradas que a decir de muchos, era la flor de la honra, de la honestidad, del duelo y de las buenas costumbres. El murmullo del río y de los arroyos llegaba a los banquitos debajo del palo de leche y del palo amargo llenos de las flores del amable Cañafistol que en pocos días se convirtiera en el fruto codiciado por encomenderos buscando el cirope azucarado. Dos son las clases de este árbol, la gruesa encorvada y la delgada menos encorvada muy parecida a una lima rabo de gato. Los españoles y franceses la embarcaban por toneladas colectadas en los ríos Bajabonico, Cabía y unijica. Pero Juana la empleaba haciendo un bebedizo para controlar las lombrices solitarias y gusanos platelmintos: la tenia. Y para fortalecer la matriz y el padrejón. Este árbol corresponde a la familia papilionácea por su apariencia con las mariposas. La usan para endulzar y hacer jalea. Mujeres paridas visitaban a la señora Olivo de Silverio buscado los brebajes de este árbol. Cuando alguien tenía oscuras manchas en el cuello, en las espaldas o en el rostro... con las hojas nuevas del cogollo hacia un unguento que aplicaba en la región o lugar pre señalado. Era un sumo salado con sal y agua de lluvia... no para beber sino para aplicar. En pocos días las manchas desaparecían. Con su fértil imaginación Juana Francisca aligeraba la carga de los impuestos sobre una serie de añafiles y triquiñuelas políticas del partido dominicano de la tirania, haciéndola más llevadera. El desembarco de un avión en Luperón cargado de “pertrechos bélicos” puso al dictador en celo que sólo podía compararse con una pantera. Cualquiera era visto cargado de sospecha y aunque el triunfo fue para el viejo generalísimo de inmediato la población civil comenzó a sentir la consecuencia por la falta de ciertos alimentos y artículos de primera necesidad como el gas y el petróleo. En las noches las viviendas era iluminada con hisopos hechos con maderas resinosas y estopas. Pero en los Silverio Olivo, en la persona de su Matrona, ayudada con la “loca de la casa” como llamaban a la imaginación, se salió con las suyas y Juana estuvo donde su padre donde halló la manera para salir de aquella encrucijada de la geopolítica del primer tercio de siglo 20... Creó una fábrica de aceite-combustibles, que aunque en etiquetas clandestinas, Sebastian de inmediato le dijo- claro hasta en las playas hallamos de esas plantas. Tres días después vendía en el ventorro de su propiedad, en pequeñas botellas a seis centavos. Con los aceites, que era varios, encendían, faroles lámparas humeadoras en los hogares... los resultados primarios no se cuestionaban. Se despejaban las brumas en las noches. La señora J. Olivo de Silverio compraba la libra de semillas de higueretas y de otras oleaginosas a tres centavos o en cambalache. ¡Buenos días doña Juana...! Le traje tres libras. - Y yo seis madrina, pero no queremos dinero mamá dice, que se las cambie por aceite de palma o por manteca puercos. Luego de que una de sus sobrinas puso en el calor de las hornillas un pedacito de coco... y habiendo visto que de ese salía aceite amplió el negocio fabricando manteca de coco, de las semillas de jabilla y de almendro, de girasoles, de anacahuita y de las palmas africanas.

Antonio el menor residía como en una de las habitaciones de un edificio confortable, en el vientre de la señora Juana Francisca, esta criatura se hallaba como el jefe de los inquisidores, llegó como los otros y otras con el sable en bandolera... alerta como un anarquista los bolsillos llenos de dinamita. Al darse cuenta de que la comadrona era una de sus tías abuelas regresó de nuevo a dormir, pero de repente pegó un tétrico grito al sentir el agua de la batea... la tía se impidió el regreso. Estaba como el hielo como las manos de vieja sombra como la muerte. Quiso acostarse pero escuchó que dijeron-toma Juana a toñito dale de comer que finge tener sueño pero es hambre que tiene. Entonces bostezó quizá deja de dormir y mejor comienza a gritar.
Semana luego... la madre de Toñito llamó a una reunión a su casa, a las amigas madres del vecindario. Después de gozar con las manifestaciones del recién nacido estuvieron reunidas en la enramada- escuela de su marido Chang, quien anotaba los acuerdos en una libreta leyó al finalizar. La reunión más que de cortesía era de negocio acordaron ser miembro del club de madre de Tatania, realizar micro empresas para la búsqueda de recursos para mejorar las condiciones de vida de la familia, ser miembro de la cooperativa del club de madre de Tatania. Había que ahorrar quedando abierto un San semanal, las miembros entregaría 0.10 a las diez de la mañana, en la tarde una recibiría la suma recaudada. La cantidad defendía del número de socias inscriptas esas mujeres eran madres de seis o más... en su mundo decían a esa -“le pesa el ruedo de la falda” trabajan y como nadie aman a su familia. A pesar de carecer de academia tenían las técnicas del sol, como Juana llamaba a los conocimientos sacados del horno de la experiencia cotidiana y ardorosa bajo los rayos del astro rey. Eran dueña de caminos largos sudorosos y salobres de recetas que abrían y cerraban los portales como buenos capitanes llevando la barcarola familiar a lagunas sosegadas. Del sagrado bohío donde el murmullo de las aguas subterráneas de los arroyos ríos y cañadas fortalecen la responsabilidad que la crianza sobria requiere.
Obsequiaba afectos a vecinos, comadres y compadres construía su propio destino tocaba los hilos de la campana de la inteligencia a las inteligencias aplastaba la brasa del progreso para quemar las impurezas en las hornillas de su deber. Le abría un espacio a cada hija o hijo que ascendía, caminando sobre las huellas del pasado de las manos responsables del padre y de los abuelos evitando enlodarse con el fango corruptor de crecimiento... evitando manchar la espuma de su honestidad. Enseñó... quiso enseñar a batir las alas contra las inmundicias en perjuicio de la comunidad nadando a largas brazadas buscando nuevos horizontes. Cruzó los océanos varias veces a donde estaba el objeto de su sueño, que era parir... y, lo hizo más... que muchas veces. Sí. Lo hizo sin herir obstáculos, que venció en verdad. ¡Parir! ¡Esa es la cuestión! La sagrada cuestión shakesperiana. Gestando trayendo a Simón, eran las tres de la madrugada vino con el día de las madres, jueves... ocasión para parir a las mujeres. Lo que sorprendió a comadres y a compadres fue Simón. Por haber llegado pidiendo explicaciones- ¿por qué me llamo Simón? ¿Cuál de los Simón, soy yo? ¿Seré el santo o el apóstol? El 28 de octubre. ¡No..., ese no soy yo! ¡Claude Simón! El novelista francés el autor de ¿Rutas de Flandes? NOVEL DEL 1985. ¡Cuidado si creen que soy el cirineo! ¡Socorrista de Jesús, por ahí andan los secuaces! No quiero que me confundan con Simón el Agnóstico... el que deseo los poderes de Pedro. El de la sinonimia. ¡Cállese! ¡Cállese, repetía la partera- váyase a dormir- privando en genio! Y se rió- el niño Simoncito la miró- pero lentamente regresó a su estado latoso. Las manos que acariciaron a Sebastián y a sus hijos bañaron, pudieron acariciar las culatas de un arma guerrillera, en las montañas de Constanza o de las manaclas en 1949, en 1959, en el 63, o en el 65, en las calles de la ciudad de Santo Domingo. En vez de ir o venir por Estero hondo estuvo en las lomas cafetaleras a recoger el grano purpurino del cafeto buscando el pan, los uniformes y en vez de cuartel para la tropa, enviarlos a la escuela. Los jolgorios y las fiestas no le quitaron nunca el sueño, la vitrina, la moda, el lujo como cosas modernas o prehistóricas. Sus manos pudieron amarrar, acariciar, contar cuentas de cristales de fantasmas pero esas manos amarraron los anejos de la utilidad... de la verdad, y esos dedos.... los de sus manos los hicieron. Entre las cosas y el hombre. Hicieron puentes entre la sociedad y los resultados, en callosidades en, bajos relieves de dolencias, bajaron como guerrillero cargadas, con las mismas glorias que subieron a los cafetales. Envueltas en el triunfo, con el lienzo de la gloria, pero sólo Juana Francisca Olivo...lo entendía y enviaba los alimentos a los trabajadores y si lo llegó a sentir alguien, no podía ser otra que no fuera junto a ella. Cuando encima del cafeto recolectando el grano, que pagaban por cajas diez centavos, llegaba el dulce momento de parir... y entre tejidos, en pocos minutos, y encanto llegaba la niña Rosa, hija del atardecer del campo, del crepuscular entre susurros y melodías vespertinas, hijas del cántico del ruiseñor y de tonadas de peones, de recueros sin conocer del nacimiento de la segunda hija de Juana y Sebastian. Hoy es Rosa de Lima, santa Rosa de Lima...! al otro dia es san Ramón! Alargaban... los recueros, las últimas sílabas. Siendo martes el 31... Será la celebración! Y como Antonio el menor que habló al nacer...ella dijo- Soy Rosa, de las rosas del jardín de mis abuelos. El emblema de los hijos de Shakespeare, de la mesa redonda de los York y de LanKaster. La tristeza que llevo es por si me confunden con Rosas el dictador Argentino, o con Oquendo Rosa, el poeta mexicano, ni con Rosa Luxemburgo ni de Lima. Aunque algunas de estas o estos que llevan mi nombre tuvieron alta sensibilidad por lo humano... y eso me agrada, como mi madre amaba al hombre y a la sociedad. Realizaba las actividades donde los que se enfrentan terminaban de su lado... como protagonistas familiares de lo eterno... hacía, lo dijimos ya, sanes, semanales y mensuales, cooperativas de trastos para la casa... rifas navideñas de sacos de arroz y hasta de cerdo.
Juana izó la bandera de la esperanza entre cuñados y sobrinos... hizo lo que haría las mejores de las socias, hacer crecer las acciones de la compañía, crecer la propiedad... hacer que germinara la confianza en los pastizales, conucos, potreros, y corrales.
Llevó con José Isabel, la mejor de las relaciones en materias económicas... ambos tenían energías relacionadas muy afines que se acoplaban. Tuvo un tercer ojo con el que pudo ver las argucias y la maledicencia de los asaltantes de corazones limpios.
Sabía seleccionar desde las buenas semillas hasta las buenas amistades, nunca confundió la razón con el corazón, los cálculos con el sentimiento, ni con las emociones! Estudiaba los procedimientos como una guerrera espartana...
Era noche de luna y estaba muy alumbrada y la brisa brindaba un poco de su frescor que venia de las lomas más cercanas en la corcova de PRE invierno. Esa noche Juana hacía almidones para fabricar los panes y el cazabe... para hacer los dulces y llevar al mercado... Esa noche s’ sintió la llegada del parto. Era jueves de vuelos de palomas, de quejas de peones, jueves de cánticos y recogida de café... jueves de dolores de partos... quien sabe donde más! De recogedores de café; jueves de arriadas de buey, de bueyes, de entierro de carretero... jueves del beso de Librado. Besos en las mejillas, en los labios puros de la madre. De qué te quejas? -dijo la partera
-De nada -respondió la parturienta -pero.... sintió’ los dientes de un animal que hería el aureola del... la señora Olivo, recordó que su tía Matilde... decía -cuando dio a luz de Hermelinda... una culebrita de las sabaneras, estaba en mi cama y... los viejos dijeron que era hambre que tenía... la culebrita.
La niñez de Juana Francisca, fue abundante... de cariño, de protección, de amor más que de abundancia de alimentos... de mucho amor filial... de aroma, de sinceridad, de cuido sublime sin dejarla andar sobre las arenas de la egocéntrica cañada del juego del mal.
Así creció sin estar ungida con el aceite voluptuoso que enciende el pavillo de la lujuria del deseo físico y carnal. Se mantuvo en la ribera de las corrientes festivas. Creció escuchando las canciones de su madre y de la tía Matilde... estimulantes de la sensibilidad por lo humano y por el respeto a las tradiciones -Noche de paz y otros aguinaldos... lectura de poemas como no me mueve mi Dios para quererte... y algunas otras con un fondo místico.
Creció aprendiendo a respetar la naturaleza... su corazón palpitaba de hondas emociones cuando su piel rozaba con el fresco tronco del mango o de aguacate, en los días especiales de mirarles los racimos después de la flor.
El amor por el huerto era tan grande en las arenas de los comestibles como por el de las flores. Su casa, el momento de su infancia, era un horno donde podían cocer los estímulos, para adquisición de las cosas buenas, virtuosas y sabias... era un horno donde pudieron quemar las sustancias dañinas... las que evitaban la buena salud mental... el hogar de la niña Juana F. fue una fogata de seguridad y un lente proyector, paneador de la maternidad sabia y honrosa.
La escuela de Juana fue su casa... su hogar donde se alfabetizó al calor de sus primas y de sus primos... los conocimientos informales iban... con el alba y se protegen con los usos de virtudes y costumbres. Su escuela fue la escuela de Ramona, que había sido la escuela de Cayetana y de Fermín... Los conocimientos con el método del sol, parecido al de las escuelas espartanas, pero en J. F. no fue... El hombre para la guerra y la mujer para atender el guerrero... que por muchos años fue su pedagogía... la de la fuerza viril que para muchos era equivalente, en J. F. no se produce eso, todo lo contrario, su adolescencia iba al compás de los aconteceres mundial que su madre y su padre asimilaron para ella.
...Juventud, divino tesoro de los pueblos, te vas para no volver... -dijo R. Darío... Muchos dicen que no vieron reír a Jesús, como tampoco lo vieron llorar... ni Longino... ni José de Arimatea... pero llorar es de humano... no era ajeno por ser humano. Rubén tenía razón, se llora muchas veces cuando se quiere y cuando no se quiere o se desea... La juventud, como tesoro, ella lo empleó para amar, a sus hermanos y cuidar a sus padres... cuidaba la familia cual administradora regente. J. F. administradora de emociones y pasiones con el mismo entusiasmo.
Con el mismo entusiasmo que la madre de Telémaco y esposa de Ulises -rompiendo los valladares de la distancia- y los del tiempo marcos inverosímil de Tatania J. F. tejió los anhelos y sueños de su primera juventud de día y de noche por los cuatro costados... ah’ estuvo la diferencia de las dos mujeres, una al lado de los suyos sin acosadores pretendones, sino al lado de sus parientes primero y después junto a Chang, que nunca la abandonó, para irse a la guerra... ni para eso... o aquello.
La tarde amarilla, más que calurosa, de fuego parecía... la brisa le negaba a Juana el placer de dar a luz en un ambiente de amenidad campestre... el crepúsculo entró a la estancia del cañafistol con remordimiento... explicación no encontró del calor excesivo que habitaba la vivienda de los Silverio Olivo.
Las matas parecían pintadas de mamey y el matorral se veía en carmes’, las montañas también estaban rojizas... el calor no tenía ni color, ni sabor, pero J. F. s’ sudaba esperando que como era jueves llegara a puerto el niño Fausto... que hizo entrada con una lenta y muy tímida brisa al amanecer... con la canción del petigrís... llegó en un paréntesis de calor momentáneo. Llegó en un círculo de descanso de música de los elementos. Llegó como todos los otros murmurando a la tía abuela que era su partera; la mamá Nene... La avenida de su hijo era una senda para andar encima de las huellas de los sabios... y... Juana al contemplarlo -dijo satisfecha- Dios te libre de pecados capitales... especialmente de la ira y la mentira.
-No venderás tu futuro al postor, sea bueno o malo, serás como tu nombre feliz, armonizarás tu vida con tu talento musical, con los adornos comerciales de tu madre y de tu tío Isabel... dijo Juana al estrecharlo al pecho fresco con el aire mañanero.
La mañana cambió con las horas y después de que durmió al lado de su pequeño, Juana recibía los elogios de las vecinas y comadres, socias algunas, que buscaban los lienzos sucios para ir al río para lavarlos. Otras a llevarles bolas de cacao como regalos.
Doña Nene contaba a Juana, que Fausto había sido de todos el que menos gritó, porque comenzó a picotear en lengua de recién nacido y lo que decía eran auto elogios y alabanzas: -Soy un niño feliz, pasaré el tamaño de padre Sebastián, seré calculador como mi madre y mi tío Isabel... Debí nacer hace muchos años...
Doña Eulalia se reía cuando Juana le contaba la impertinencia del recién nacido... nunca le creyó -es pura habladuría e imaginación... Ese día dejó la Biblia sobre la cama para ir a beber un poco de agua... se entretuvo para volver y halló el libro enchumbado de la orina del nieto; se vengaba por no creer su historia. Doña Lalo mostró a Juana la hazaña de su hijo y luego de secar el libro, en el fuego de la cocina, inició, aunque tarde, la lectura de los salmos 135, 13 y 3, eran los de su mantrás cotidiano.

En la tarde de ese mismo día Brígida hablaba con Juana de su hijo y también de Maximito, hijo de Calisto García, el de la señora Flora. No pudieron continuar la conversación porque Polibio y Guadalupe, hijo de Domingo y de Chicha, corrían a más no poder, señalando que no iban a buscar el caballo de su padre, porque ese se había enredado con el lazo que llevaba al rastro, en la mata donde se había ahorcado Juanito, el hijo de Ramoncito, y además el lugar estaba más sombrío que el corazón de un imperialista, ellos tenían miedo.
Juana veía a la suegra que barría jorobada por el peso de los años, pero estuvo atenta a lo que decían del hijo de su primo Ramoncito... Barría las hojas de los cañafistoles y de los rosales y repartía versos del salmo 135... a los cuatro vientos... Miraba de soslayo a la nuera y viceversa... -Aleluya, levanten el nombre del Señor. Alaben al Señor porque es bueno, porque es amable.
-Mamá Lalo está anciana, pero recuerda todo, -dijo Juana a Brígida, que había regresado del río habiendo lavado los pañales.
-Cómo no, ella lee sin lentes todavía. Si tú desea saber si es cierto que conserva buena memoria pregúntale ¡dónde están los dientes de Socorro, Chinito y Eladio...? Y apuesto que los tiene envueltos en una cajita de fósforos Estrella.
Ese mismo día celebraba Sebastián el primer pago de la caña que lo convertía en colono del Central Amistad... Juana Francisca veía demasiado brillo en cada uno de los ojos de su marido y eso en Sebastián no era normal... S’, estaba híper emocionado, mejor dicho, las emociones salían de sus hormonas, glándulas estimuladas como agua de fecundo manantial y el se veía excitado... pero Juana estaba en espera de que no permanecerla por mucho tiempo. Conocía lo estable que era en cualquiera de las peores o mejores circunstancias.
Sebastián informó a Juana los resultados de la liquidación de las toneladas de caña y se sintió muy complacida. Además le entregó quinientos pesos para la compra de ropas para cada uno de los hijos y para ella en especial.
El, en una reunión, hizo formal entrega de trescientos pesos a cada hermano como importe del pago de la caña... Todo el mundo quedó conforme con los resultados... Juana Francisca era mas existencialista que Gnóstica... mientras contaba el dinero que Chang le proporción, con otros de sus negocios pensaba en lo que su suegra le dijo en la mañana en torno a las creencias, entonces dijo para sí: -¡de dónde sacó mamá Lalo esas ideas tan alejadas de la medición y de la tangibilidad.
Ocho meses más tarde Juana esperaba el nacimiento de Miriam... en el día anterior creyó haber oído que dentro de s’ unas quejas, unos lamentos, unos llantos que según su parecer, salían del interior del vientre. Recogió los huevos, los puso en una higuera para huevos... cuando se inclinó para echar otros cinco que faltaban, escuchó ¡Ay, ay, ay! Se rió tanto, que Porfirio, su medio hermano, corrió para saber por que estaba riendo de esa forma. -Toma Porfirio, -dijo- lleva los huevos, que voy para la cama, voy a dar a luz... dícelo a Chang, que mande a buscar a tía Nene... ¡Ande... ande hermano, ande!
Ya anochecía, estaba totalmente muy oscuro. La estancia y sus entornos y sus contornos; había varios indicadores de grandes aguaceros... relámpagos, truenos y nada de estrellas en el cielo.
Juana sentía frío pero se colocaba las manos en el lugar que creía que estaba la cabecita de su pequeña, que pocas horas había gritado en el vientre... la lluvia bajaba por los cristales de los dos ventanales de la sala, haciendo hileras como rías que descendían de la palidez de una vieja montaña.
Sebastián Leia en el cantar de los cantares versos de Salomón... y Juana en la alcoba experimentaba el escalofrío del parto... La señora Nene, tenia las manos desinfectadas y estaba tomando los hombros de la nueva heredera que cruzaba los límites de la realidad-realidad: Nacer, era viernes, día de nacer las hembras... esa era la cuestión y nació un viernes como Rosa y Socorro... esa era la cuestión. Nacía riéndose y como había gritado comenzó a dormir sin hablar, como los demás... Los muchachos dirigidos por su padre llenaban las vasijas y las tinajas. Colaban el agua de beber con un lienzo limpio de macario desinfectado con agua muy caliente.
La niña fue levantada por la comadrona, por encima de la cabeza del padre, a quien le record— lo que decían del nacimiento de Ramona, la madre de Juana su mujer, y dijo -tiene la apariencia de la flor de la caoba... la piel de ébano, y rojita la boca y las pestañas parecían hojas de maíz de meses, largas y encorvadas... La bajaron y la llevaron a la madre -que sueño parecía tener, porque bostezaba con suma frecuencia... Mire su hija -dijo la partera -muy parecida a su abuela... mire Juana como sonríe, parece gozar con el arrullo del aguacero tan tranquilo como tu parto... Bendita sea la criaturita más hermosa que he visto, -dijo la comadrona- y abandonó el lugar.
Después que aminoró la lluvia vinieron los cantos de los animales del corral dándole la bienvenida a la señorita Miriam, última inquilina de un espacio de la vivienda de la pequeña mansión Silverio Olivo. La niña se durmió en el embrujo de los cantos y de los comentarios... ni pudo darse cuenta de un enorme ratón que viajaba de Este a Oeste por un improvisado cordel que Chang hizo para tender los infantiles paños en los días de lluvia, como la que terminaba... de pasar.
Tampoco el ronquido de los puercos despertó a la madre, ni a la abuela, despertó cuando Chanito dio alcance al roedor matándolo con una flecha lanzada con un arco de piñón que éste preparaba con simple genialidad.
En la escuela, mientras los niños daban a conocer las noticias que ocurrían en su casa, Chanito dio a conocer la muerte del ratón, y el susto que sufrió la abuela doña Lalo, al ver la sábana ensangrentada.
La profesora Fifa -como le decían- era muy cariñosa con los hijos de Juana y de Daniela y les agarraba de las manos para enseñarles a tomar el libro y el lápiz... pero para esos das ya Antonio el Mayor estaba en otro curso... sabía leer en el libro Tatica y Fellito y en el Yo juego con la bola.
Dos años más tarde Juana recibía en la enrramada a la maestra Josefina Pascual (Fifa), quien había alfabetizado a Chanito y a Eladio y tenia a Mella y Antonio (Toño) registrados bajo su custodia... La maestra, que bebía chocolate humeante en una taza de porcelana, dijo -doña Juana, por que no envía a Socorro a la escuela de Los Llanos de Pérez.
Doña Juana la miró con sonrisa en sus labios, pero consideró que era mejor callar que decir los motivos de la ausencia de la jovencita en los quehaceres escolares... Sus motivos eran sus motivos y no tenían que aflorar a otros entornos que no fueran los íntimos.
Permítame volver a decir que la casa de Juana era la más requerida en todo el entorno de los límites de los dos municipios... en las fronteras de Aromanía y Guanbania... salían y llegaban como columnas de hormigas en busca de pedazos de pan o de migas de dulces o de cazabe... Pero no iban a la casa por eso... no señor, en esas paredes se escondía una fuerza quizá más que misteriosa, una corriente de energía superior a las energías poseídas en objetos o sujetos normales... que halaba, que magnetizaba a los que visitaban la señalada vivienda. La fuerza que Juana emitía abrazaba a las muchachas del entorno vecinal. Era una mujer apasionada, energizadora de voluntades, templadora de energías afectivas... Enemiga de los inquisitores del pasado por ser mundonovista y librepensadora, enemiga del desorden que sólo favorece a los poderosos... era que las paredes de su vivienda se gestionaban y atraían a los que como ella asumían la responsabilidad de enfrentar los abusos de los poderosos del patio y a los cercanos y lejanos vecinos... los que enviaron el cadáver de Mambrú... desde Corea o desde Vietnam.
Hizo de su hogar, la embajada del cañaf’ístol, dejando flotar la bandera del respeto... y del decoro y fue por eso que con la llegada de los guerrilleros del 59 (los Barbudos), llamara a su hijo Eladio... su brazo derecho en término económico y el más politizado en esos días, pero enemigo del tirano y colocaron los filos de sus navajas en las luces de los espejos y vieron refractada la cara de la misión... ambos decidieron no hablar de eso cuando extraño lo hiciera, para dar todo tipo de apoyo que pudieran, sin afectar la integridad del grupo familiar. Dejaban en las enramadas, en los soberados, en los basureros encendidos, algún tipo de alimento para cualquier hambriento... para que cualquier boca con hambre pudiera comer.
Cosas como esas eran las que hacían que las muchachas hijas... del perímetro -primas suyas- la mayoría hijas de tíos y tías... parientes y de compadres, buscaran asilo en su seno como los que hallaban protección política en las embajadas de México o de Costa Rica... Magdalena y Magalys no buscaban protección policial... pero encontraban lo que de Juana requerían... Veneranda, nieta de Pelao y de Juana Silverio, Mamita... buscaba asilo en el corazón de la estancia de Juana y Sebastián... no por las mismas razones que los que ultimaron al líder colombiano Eleazar Gaitán... o por el derribo de Jacobo Arbenz... en Guatemala en 1954... o luego en el 1963 el 5 de septiembre al muy distinguido maestro Juan Bosch. Las razones eran diferentes, pero eran requerimentos y solicitudes, que en la casa de Juana y Sebastián por humanismo, por fraternidad, la hallaban.
S’, ah’ estaba ella con su corazón listo para abrazar a los que les querían, ahí estaba el portal con los batientes de par en par... dándole paso a los perseguidos... Muchas veces buscando un poquito de sal o el agua de sal -que muchas veces se guardaba- por la escasez del mineral... -La bendición Madrina, decía José Hiraldo. -Dios te bendiga, respondía ella; cómo se haya la comadre? -Está bien, ella, mi mamá, me mandó para pedirle prestado el agua de sal, con la que usted hirvió los víveres hoy.
El general Juan Tomás Díaz (decían los paisanos de Guanabania)... comandó el batallón militar que se cantonaba en la residencia de don Félix Henríquez... y en horas de algunas tardes, llegó a visitar la residencia de Juana y de Sebastián.
Era 26 de junio de 1959, en los parajes de Bajabonico Arriba, se preparaban para asistir a las celebraciones de San Pedrito en los descendientes de los Llivo, el día 8; y el 9 en casa de Benito García a las fiestas de San Pedro... La presencia de los militares mantenía cohibida la población que se sentía vigilada. Las muchachas eran acosadas por los soldados de la tiranía, hasta en la Iglesia eran molestadas. Socorro, Teresa y Esperanza no se sentían seguros en la limpieza del templo.
Todas las tardes grupos de muchachas barrían el entorno y los aleros de la iglesia. Desde los secaderos de Villa Sixta en el patio de don Félix, el general llamó a la atención a soldados que tuvieron la intención de ir a conversar con las muchachas... El, desde una mata de naranjo, las contemplaba... y los rasgos y atributos físicos de Socorro Silverio Olivo lo habían herido en lo íntimo de la sensibilidad.
Esa misma noche el oficial anduvo los alrededores de la vivienda de algunas de las que estuvieron en la limpieza esa tarde. Muchos dicen que se había enamorado de Socorrito, la hija de Juana y de Chang. Pero nunca se supo, porque en esos días había sido requerido por el alto mando del ejército... Había caído en desgracia con el Jefe.
Juana había mandado tres veces la misma agua de sal a la comadre... y mandó a que votaran en la lata de los puercos el agua de sal de los guenpanes que Chang había mando hervir... le di— media libra de sal a la ahijado, pero antes le dijo: -Ven, cómetelo, antes de marcharte, y deja de lloriquear, sécate las lágrimas, acaso tú crees que es fácil vivir... vivir cuesta mucho más que nacer y que morir. Vivir no es fácil pero es bueno. No es fácil mirar y no ver... Fíjate, mira mi cuerpo joven aún, no ha sido estrujado por otras que no sean las manos de Sebastián y las manos de mis hijos e hijas; tengo el fuego que tienen todas las de mi raza, pero... son 1 los que he dado a luz. Cuando lo decía salía ese fuego que decía, en fulgor y brillo vehemente y pasión impresionante... Lo que pasa ahijada... que hay que ponerle saz—n a la vida...
-Entren, no se queden paradas ah’, -dijo Juana a Magaly y a Magdalena, hija la primera de Alfredo y la segunda de Juan (El Larguito); -vengan y díganme cuál es el problema? Esperen, voy a mover la paila.
Cuando volvió Juana, Magaly dijo en tono muy varonil... sin dejar de mirarla con firmeza, -He venido porque deseo ir mañana a la misa de las Mercedes, pero iría si me presta un vestido de los suyos.
-Cómo no, prima, usa de aquellos el que te quede, -dijo eufórica Juana, quien volvió a cortar los repollos y las lechugas para la ensalada verde.
María Magda terminaba de fregar un locerío que su madrina Juana la había mandado. Pero sin que la hubiesen enviado, fue a la noria a buscar fresca agua y llenar las tinajas de barro centenario. Cuando de regreso manifestó -también quiero que me preste uno de los sombreros de alas anchas, deseo hacerle plante al papá de Fao-concluyó Magdalena.
-Pero ese señor puede ser tu abuelo, muchacha, -enmendó la madrina... La joven sonrió y colocó el sombrero en el espaldar de la silla principal del comedor... para ir a continuar con la búsqueda del agua en el manantial.
Tres días más tarde, Magda usó el sombrero en la inauguración del cementerio, sito en la parte suroeste de la finca donde vivía la señora Lola, hermana de don Félix, en las proximidades del cruce del río para ir para los Pérez. En la tarde, la mayoría de los residentes en los parajes de Bajabonico, asistió al entierro del cuerpo ya en descomposición, del señor Justo García, quien fue encontrado colgando de una mata de guanábano.
María Magda todavía siendo una gentil adolescente, de las que el general J. Tomás Díaz observó en la iglesia, hacía gala de un vestido negro y del sombrero de alas anchas apropiado para soportar el caluroso sol, que tenia sudorosos a los cuatro que levantaban el féretro del cuerpo del ahorcado, siendo el señor Francisco Silverio (alia Chicho) uno, y que perdió mucha energía al verla tan elegante en tal ocasión.
Juana rió bastante con lo que Magda, la ahijada, le comunicó que le sucedió a su digno enamorado... -Oiga madrina, señaló Magda, -Chicho era el del lado izquierdo delantero... parecía un buey de tronco... cuando levantaron el ataúd... miró hacia delante, quizá satisfecho, digo yo, del acto realizado... al encontrarse con este hermoso rostro debajo de este sombrero... madrina, la caja se le desprendió de las manos pero, al llegarle a la rodilla la aguantó sonriendo... eso sí, que estaba sonriendo... y sentí que dentro de mí algo se molestó... además, pude escucharle decir -será matarme lo que desea.
Pero Magda lo que en verdad deseaba era estar en el ambiente, no, nunca quiso dañar al que fuera... padre de su primera y hija y última de él.
En la mañana del siguiente día, los caminos como ríos, desembocaron en la barranca para ver los juegos de pelota... Eran las nueve de la mañana más radiante de octubre... habían llegado los invitados, estaba listo el panorama beisbolero, las emociones indicaban.
El equipo de La Barranca iba al bate, los visitantes, recibieron cero en su primera oportunidad; los dueños del terreno también recibieron cero. De esa forma hasta la octava entrada... ambos conjuntos anotaron tres carreras cada uno. Más que calor, el hambre crecía como un monstruo malicioso e inteligente, hubo que suspender el partido a las catorce entradas... además se acercaba un rosario de nubes presagiando la llegada de un fuerte aguacero... después de comer las ventas de las vitrinas de Juana y otras bandejas que bajaron a la playa, no alcanzaron, quedando con apetito por comprar de las morcillas de la vieja Pancha Benito, experta morcillera con guineitos verdes...
A pesar de haberle ido muy bien por la compra de toda la mercancía, Juana estaba de muy mal humor con saber que el hijo de un pariente de su marido, abusó de su generosidad... S’, fue el Doctor, como le decían a Mélido, hijo de Victoria, prima de Sebastian, quien robaba cada vez que la oportunidad se le presentaba... los dulces de la vitrina principal de Juana.
Mamá! -llamó Eladio- ese Quintinito también se comió dos hojaldres y tiene en los bolsillos un jalaos, un dulce de maní y otro de ajonjolí -debe cinco centavos.
-Está bien, yo hablaré con el -contestó Juana... El aguacero que desbarató el juego a los catorce episodios todavía no escampaba... las cañadas iban a parar al río, de lejos se miraba sucio en la orilla. Quintinito, hijo de un primo suyo, como Mélido de Sebastián, aprovechó el ruido de la lluvia para irse sin pagar.
-Puede quedarte con el vestido y tœ con el sombrero, que aunque sea un grato recuerdo de la madre de papá Benito, no lo empleo, no lo uso para nada. Las muchachas se marcharon muy contentas, y permanecieron meses sin volver a la casa de la prima y de la Madrina... Juana pasó la noche entera mirando al niño Andrés... Pienso, dijo para s’, que a el le va a gustar ese nombre... Nadie se llama Andrés en todo el entorno, no tendrá que decirle tocayo a nadie...
Las horas de alegría, que bastante fueron en Tatania, hoy son cosas de un ayer que aunque no es muy lejano... parece del siglo de los fundadores. Después del matrimonio de Juana y de Sebastián la llama que unía los Tatanios se había apagado... El pabilo de Benito y de Miguel se habían caído, lo llenaron angustiosos recuerdos; le habrá llegado la hora de apagar las energías del mundo que revive las células, que las resucitas... la convierte en poderes interactivos. O era el aura de Juana quien los mantuvo despiertos... se terminaron los sancochos, la celebración de cumpleaños. ¡Harán faltas los que se han ido..!
En el tronco de la cañafístola centenaria, Negro, Faustina, Meregildo el de Domingo y Papito el de Irenes daban inicio a su jornada de canciones de navidad... Estuvieron la tarde del viernes... haciendo lo que dejaron de realizar en Tatania... cantar, tocar chuines, tumbadora y aguinaldo. Juana no quiso dejar de pensar en Andrés y volvió a decir Ò-se llenará de orgullo con el color de su piel y la fortaleza de sus labios y lo singular de sus dientes... Sólo cuando no tuvo más que pensar de hijo Andrecito, quiso enterarse de quiénes eran los que hacían fiesta en la mata de cañafístola.
Al saber que era Félix Minaya el que acompañaba a los ejecutantes de las percutas y bachatas... salió para oír la tumbadora que cantaba el hijo de Jandín. -¡Ai hombe, ay hombe ai eee! decía Félix, Jandín, alargando las últimas vocales... La vieja, para jilar, necesitan espejuelos... el coro decía: -ai ombe... ai ombe, ai eee, pero para celar lasijas -decía el coro, ai ombe, ai ombe aieee, los sojos son do luceros... Entre el tamborero, la güira y el solista había una sincronización que hasta los mancos y cojos salían a degustar del ritmo afro antillano musical.
Estoy seguro de mi color antillano, tengo labios anaranjados, dentadura recia como el acero y parejas ajustadas el tamaño de mi clavícula y de mi espalda, -expresó en silencio Andrés, dicho en un tono de confidencia.
Con la venida de Claudio, la economía en el Cañaf’ístol era muy mejorada... era buena... los vientos azotaban con brisa de donaire favoreciendo la cosecha de los Silverio Olivo...
-¿Claudio? por que me bautizaron con nombre de Emperador... precisamente el 6 de julio, día de San Claudio. Claudio, el Censor...! Claudio el constructor del primer acueducto romano. El esposo de Mesalina, uf, uf, me descompone ese tipo de mujer, me prostituye... No, ese no soy... Yo soy Claudio el hijo de Juana y Sebastián... el hermano de Eladio y de Simón. Parece que los Claudio son doblegados por las esposas... Se detuvo y miró la cara de su abuela Lalo, entonces dijo -Agripina la mujer del Gago... Administrador casto de los bienes romanos (...ella)... lo envenenó... Y al General y príncipe llamado como yo, la peste lo mató.
Soy Claudio, hijo de Tatania, de Juana y Sebastián... sobrino de los que sean hermanos en los dos géneros de mis padres... pero antes de dejarlos puedo asegurar que los amé, bajo la perspectiva de mis sueños alumbrados con la linterna de Juana y Sebastián.
-Ah, olvidaba recordarles a mis hermanos, que los sentimientos más puros, son los que más oculto, duermen dentro de los brumosos aposentos de nuestra esencia humana.
Los hijos de los Silverio Olivo, son Silverio por fuera y por dentro. Silverio por línea del guerrero Fermín, fundador de Tatania, como Nicolás Silverio, línea de Sebastián. Silverio por la madre de doña Eulalia, la señora Daniela Silverio... pariente de Fermín como de Nicolás... Lo que deseaba decir -explicaba Ramón el Mao, mientras cortaba el pelo a Miguel, el hijo de Silvestre y de Silvestrina, ahora miembro de la Marina de Guerra, es señalar que los Silvestre Cesaire hicieron por la niña Juana Olivo Silverio, una casa con piso de solidaridad, cobija de humildad, con hojas de puro amor, con ventanas y puertas de honradez. Con cuartos separados por espigas de la higiene y de la libertad. Creció en un jardín de aromáticas fragancias, rodeado de limpio cariño...bañado con las pulcras aguas. Ese mismo hogar fue su iglesia y fue su escuela... Aprendió a rezar, amó, respetó, evaluó y valorizó... Ese mismo hogar fue su centro de diversiones, su biblioteca infantil y juvenil.
Juana conoció lo bueno y lo malo, lo puro y lo impuro... diferenció lo pundonorible de lo pundonorable... conoció lo magnánimo, descodificó los temores y entró a la juventud sin entrar a la arrogancia. Descodificó grafía y signos interpretando pensamientos y grabaciones.
As’ creció Juana en los jardines de Tatania, en la invulnerabilidad de la cosecha de Cayetana y de Fermín Silverio. Se hizo filósofa, pensadora...
-Sí, mi mamá era una filósofa -expresó Mella con aire de académico autóctono. Creyó en la ciencia, en la armonía de la naturaleza, pero mi madre creyó también -enmendaba Mella, en la fenomenología de las energías espirituales.
Antonio, que estaba acodado en la pared, escuchaba con suma atención las opiniones y reflexión que Mella hacía sobre el perfil humano de su madre. Pienso igual que tú, pero siento que mamá profundizaba mucho más que ciertos comprometidos con los estudios tendentes a mejorar los estados emocionales de los que mal vivimos sobre esta tierra de calamidades. Creo que ella, era una Nihilista, estaba en contra de los desórdenes de derecha como de la zurda... de izquierda. Siempre tuvo en sus mangas -concluía Antonio el Mayor- las soluciones de muchos problemas del entorno vecinal. Interpretaba la evolución de los conocimientos... Sin conocer a Conte fue una mujer positivista.
-Verdad es y son verdad -dijo Toño- los demás se rieron a carcajadas por la forma irónica y pleonásmica de el... ella fue poeta. Sembró aroma y perfume en el corazón de sus hijos... ponía luz encima de los objetos que miraba... Además era pedagoga... Eladio se movía como un arfil, entonces murmuró: -el que quiera creer que crea, pero mi vieja... especificaba... -con mezcla de añoranza y de tristeza... no sé cómo, pero, lo hacía, con unas libras de yuca que para una familia de tres miembros... Empero, mi mamá en varias ocasiones convirtió esas libritas de yuca en cena para 14 platos... Cómo lo hacía, cómo multiplicaba los panes... Ja, ja, ja, ja... nunca lo supe y viví siempre a su lado, la recordaba moviendo los dedos encima del guayo o cortando los huevos de gallina, para hacer las tortillas con un poco de almidón de yuca amarga.

Ustedes hablan de mamá -dijo Simón- como si ella fuera una vieja viuda. O como si fuera la mujer de un minusválido... El, molesto, hacía cuadritos encima de la cara de un marine yanquis que estaba fotografiado en la carátula del libro Emilio el limpiabotas.
¡No es as’! -saltó Librado- que se veía muy alegre, estaba lejos de su madre, pero cumplía años. Todos aquí sabemos que papá ha sido muy respetuoso de las reglas de la casa y cumplidor con los compromisos familiares. Además están separados ahora por la circunstancia de la búsqueda de mejores horizontes para la familia, mas, ninguno de ellos deseó estar alejados el uno del otro.
Para nuestro padre -continuaba Librado- no hubo ni lejos ni cerca fiesta a la que acudió a buscar placer, no tenía motivos ni interiores ni exteriores. No hubo San Francisco, ni San Juan... que lo empujara al trasnoche... Tampoco tuvo pasatiempo que no fuera el dominio en su propia casa. Pienso que ese matrimonio ha servido de ejemplo para que la juventud lo emulara. Lo que papá necesitó en mami lo halló y también en nosotros... fue un pie de amparo y de amigo para el crecimiento de la familia.
En la mesa, Rosa cuidaba a su hermanita Miriam, comenzaba a descifrar y descodificar los signos del alfabeto, escribía y sonreía mirando los rasgos caligráficos que hacía.
Mami -dijo de nuevo Mella- tan pronto cumpla años, vendrá, la veremos entrar por esas puertas en cualquier momento... pero con relación a lo aclarado por ¡Live!, le diré que mamá nunca le faltó a papá... era un valle de lealtad que ambos se entregaron a los intereses de sus empresas...
De esas empresas hemos salido nosotros -enmendó Andrés, que no había cumplido los doce años todavía. Somos el resultado de cantidad y de calidad. De ambos emanaba la energía que siempre hemos necesitado para esperar; un día de estos se va Chanito y Eladio y luego Mella y Toño... pensaba Librado, quien se levantó de la mesa y fue a llorar a la mata de mango Gusto abajo, que quedaba en el cañaveral, camino hacia la vivienda de su tío Mariano... Rosita continuó con su hermanita Miriam, que le pidió que la peinara como una muñequita de plástico.
Antonio estaba, y Eladio también en la escuela secundaria, el director del liceo llamado Andrés Brito Bruno ofrecía respeto y simpatía por los estudiantes del campo; sin embargo, para con Chanito y Eladio, el trato era muy a su favor. Le ofrecía una sonrisa muy especial... pero llegó el 1968 y los dos hermanos no sólo dejaron el liceo, sino también a la República y llegaron a la tierra del autor de la Cabaña del Tío TOM, la ciudad de los Rascacielos, dormía con un solo ojo, pero al darse cuenta de que de Puerto Plata quienes llegaron eran los Silverio Olivo, lo hizo con los dos y con los brazos en el pecho...
Mella, Toño, Live y Rosita, serian los próximos en período de a dos, según la edad, Irian integrándose con su madre y hermana y hermanos. Mientras llegaban los meses y con la ida de éstos, llegaban los años... con pies pesados muchas veces, los muchachos realizaban las actividades rutinarias... pero, lo que más los acercaba eran las discusiones que montaban sobre el asunto.
Sebastián se mantenía atento a todos los acontecimientos del mundo, pero especialmente de la guerra de Vietnam. Se mantenía pendiente para que a sus hijos no los enviaran como los militares latinos que obligaban a ir al embrollo de la guerra a cambio de un peldaño social... por un pedazo de papel... fue por eso que Mella no escatimó empeño y... sin cumplir el primer año, regresa a su hogar, y as’ evitar enrolarse a las fuerzas armadas norteamericana, ya lo dije, y ser enviado a matar inocentes a Vietnam, a matar o a ser muerto en una emboscada.
Don Sebastián lo recibe como a un héroe y con su corazón repleto de alegría... anuncia que esos días son de fiesta en estancia de la Cañafístola... hace un calendario para evitar la anarquía con la cocina... en 1971 vuelve a la ciudad donde sus hermanos y su amada madre.
La llegada de Mella había llenado un gran vacío en la vida de los hijos de Juana y Sebastián, que aun se mantenían con el padre en el hogar, esperando que maduren los aguacates. Esperando la llegada de la salida de su padre... Sabían que el dolor espiritual sería muy grande, que no habría con que comparar la soledad cuando también el se marche hacia nuevos horizontes... que aunque era para ellos, los que se quedaban... la estancia que era luz a todas horas... que fue lámpara que irradió a peregrinos y peregrinas, que despejaba las brumas en crepúsculos de horas encariñadas, ahora las noches serán de ninguno de los dos; un viejo recuerdo esperando que los horizontes perdidos retoñen y como la linterna de Diógenes al mediodía, con la luz de la honestidad, llegue y les señale el trillo de ir hacia los horizontes perdidos.
Mella dejó las calles de luces, los centros de ingenios... los subterráneos, el buen vino, la dulce vida por los callejones enlodados... el aire puro de Tatania. Prefirió morir en su patria al lado de sus ríos, a... ir a matar vietnamitas... pero las calles de su Santo Domingo abrazaban los cuerpos de los que se oponían...a la reelección... del viejo presidente. a la necia manía de seguir a caballo... a la montura del presidente... pero como muchos, deseó ver de cerca, subió a los escenarios donde actuaban como los tramperos de las amplias llanuras, amarrando... al venado corredor... quiso participar de la broma que le hicieron al viejo Donald Crowly, jugaba en los hermosos gramales del lujoso hotel Embajador... y entre juguetes y jugadores vio el canje de auyama por tallotas, por guandules y por batatas... Mella miró que el 16 de agosto (de ese año en que el hombre imperialista alunizaba) el viejo presidente se quedaba en el viejo arrozal... oculto desde las mochetas de las ventanas donde el tirano durmiera treinta y un año. Mella estuvo viendo el canje de auyama... por ajonjolí’, por féculas vitamínicas y grandes calorías revolucionarias energizadoras de profundos cambios de aquellas malditas estructuras del siglo de los descubrimientos.
Pero el salvajismo se enredaba en las aceras de las calles y tiraba por las cloacas las claras flores que perfumaban con su aroma de pureza la sociedad. El 16... de julio (los días y el mes eran escogidos para matar revolucionarios...), matan a Otto Morales... fíjese el día 4 de septiembre, cae fusilado, ejecutado, tenia en sus brazos un niño, el preclaro y ejemplar individuo honesto y noble... digno de ser revolucionario, Amin Abel Hasbún. Y esto ocurre a la vista del que no quiso enrolarse en la guerra de Vietnam... y antes de retomar el camino de los horizontes perdidos... se entera que el Moreno había sido muerto en la ciudad de Bélgica.
La espuela derecha del gallo colorado había dado dos arteras estocadas en el corazón del movimiento revolucionario dominicano... asesinando a las claras flores del vergel fragante de la nación.
Sí, el 3 de mayo de ese año electoral, en las calles europeas, en este caso de Bélgica... los colmillos de las sierpes balagueristas, muerden el cuerpo de Maximiliano (El Moreno), fruta... canjeada por el Cocodrilo Crowly. Pero las garzas continúan detrás de las lombrices y las garrapatas del imperio... que nos hiere -decía la carta que Mella envía a su madre y a sus hermanos- ayer, tal vez lo vieron en los diarios de circulación internacional, de septiembre 1971... Murió bajo las espuelas asesinas del gallo reformador, en las calles de la parte alta de la ciudad capital; Homero Hernández Vargas, luchador antiimperialista... Mamá, -dice Mella, el pueblo continúa soñando con la revolución, pero los corrales son vigilados, como el pastor al ovejo. En pocos minutos estaré junto a ustedes, con afecto y aprecio, su hijo: Mella Silverio Olivo.
Doña Juana recibió a su hijo junto con las cartas violadas y con pintas de sangre y... boñigas de cerdo pero al experimentar el temor que sienten las madres, prefirió quemarlas y sentarse con su hijo acabadito de llegar... Acompañando a su hijo a almorzar y así enterarse de la situación de sus cuatro pequeños (que con su esposo), esperan por el deseado visado norteamericano
La sala del apartamento era amplia, había espacio para moverse, no como en la estancia, pero cabía siquiera el saco de sufrimiento que ella tenla encima por la ausencia de sus hijos Miriam, Claudio, Andrés, Fausto, Rosa.
El frío, la tenía arrinconada a la pared, a pesar de la calefacción; su hijo entendía que ese frío era espiritual. No era físico... la lejanía, la soledad, producía en su madre calentura invertida, que en la realidad se traduce en un escalofrío que se origina en las glándulas del recuerdo y de las añoranzas, no en organismo físico con... tamaño, altura, espacio en peso.
-¡Cuéntame, hijo! -Dijo ella -¿cómo estaban los muchachos cuando saliste?
-Quedaron llorando y muy tristes, pero saben que todo termina con las pisadas del tiempo.
-Háblame de Sebastián y cuéntame de todo... dijo, tomándole de las rodillas, las que le movía como cuando un niño, pide que le cuenten una historia antes de ir acostarse a descansar.
-Como siempre, hace lo de costumbre: juega al dominó, fuma... lee... atento a las travesuras de los muchachos y del cuidado de Carmen y de los demás...
Un día del año pasado... el día de la Restauración de la República, me pareció que lloraba y le pregunté: -Papá, que le pasa que esta llorando? y papá miró todos los laberintos, recovecos de mi interioridad... luego de saborear un cigarrillo crema negro dijo... -No soporto la reelección ni la ausencia de la madre de esos hermanos tuyos. Otro día dejó caer... dos, tres lágrimas gordas en la taza de café, el día de las madres... y fue al cementerio... permaneció poco, andaba con Andresito... pienso que juró como abstinencia, no fumar por tres días mientras había luz solar.
Carmen es una gran hermana, los alimenta con gran preocupación... Más que tía es una madre... apoya y protege las acciones de travesura que ha cogido don Andresito... -¿Cómo as’...?, preguntó doña Juana... Pero... un día Carmen le entregó un peso para ir al colmado de Domingo Silverio a comprar lo que faltaba para la comida... Sabe usted lo que ese elemento hizo?, preguntó Mella, que se quedó mirándola como si esperara que cogiera una vara de tiriguillo... y comenzara azotarle... por telepatía o por carambola... lo que hizo, usted no debe saberlo!... porque moriría de un ataque de asma. Ella sonrió pero nubló las cejas y engurruñó la cara...
-No, no, eso no tiene nombre,... Se fue con la mochila al hombro muy contento, pasó de largo de la pulpería, buscó al mulo de María Payamps -alia Mortales- y éste, que era el doble de su edad, le ganó el dinero de la comida... pasó tres días durmiendo en el corte del cañaveral, donde papá lo atrapó y lo llevó al cuarto donde estaban Claudio y Fausto... y lo castigó -contado-, le dio cincuenta fuetazos. Carmen le dejaba la comida como a un peregrino sin rostro que iba a comérsela cuando nadie lo pudiera delatar.
En términos generales, la situación es buena porque los muchachos tienen a papá y a Carmen, entregado a la vigilancia y al cuidado suyo... sin embargo la falta de los demás ha roto la unidad; nuestra familia puede destruirse. Ojaló eso no sea un propósito del imperialismo... desmantelar a la familia... conseguir corromper... a los miembros de la familia, comprando a los padres... vulnerabilizando las funciones básicas del eje esencial de la familia tradicional.
La familia de Juana, desde el 1966, cuando la niña Socorro fue a Nueva York a la casa de su tía Luz, dejó de ser una familia tradicional; Sebastián, aunque no relegó sus obligaciones ejecutivas, sintió que el centro de la conversación, planes y proyectos era su primogénita. No era el... era su hija Socorro.
Pero a quien parecía hacerle más falta la integridad de la familia, era a esos cuatro muchachos, donde estaba la última flor del jardín Silverio Olivo... mas que Juana nadie lo sabía, era ya, un pago demasiado alto que estaban todos pagando, pero de lo que no se estaba seguro era hasta qué generación habría que estar pagando... cuántas generaciones tendrán que hacer esos desembolsos...
En la estancia del Cañafístol, Sebastián ha estado observando. Andrés, que había cumplido 1 años, había dejado el gusto por los juegos de azar, y lo había cambiado por estar cerca de el. Lo venia evaluando desde la noche que lo azotó en el cuarto donde los otros se hacían dormidos. Chang daba gracias a Dios por devolver a su hijo al camino que le habían inculcado Juana y el.

Fausto y Claudio, como los demás, se fueron alejando de los centros de enseñanza... ya la escuela para ellos era un fastidio... era mala palabra. Reunidos en su cuarto, en compañía de Andrés, desearon la salida de la visa de su padre... as’, creían ellos, era mas fácil. Ya no lloraban a escondida... se habían adaptado a esperar.
Igual que su padre -que sentado al lado de la mesita de dominó... no le interesaba que le saliera su visado; no, la presencia de sus hijos menores lo ponía a escoger y prefería quedarse con los hijos de la estancia.
-Es cierto que ella me hace falta como debo hacerle yo... pero las causas de esta situación... no la creamos ningunos de los dos. Se rió, porque sin motivo recordó el juego de la vaca sin lazo, y dijo en la mente: -Por la cuesta del balazo va una vaca sin lazo. ¿Cómo! Lazo sí llevaba... lo que no llevaba era oreja. ¡Oreja!, oreja sí llevaba... Chang con la calma de un monje budista pasaba la tarde además de recordar acciones de sus hijos y esposa... recordaba y gozaba con su realidad aromanil.
Había fumado tres cajas de cigarrillos crema negros, de los llamados arroz; sintió que le ardía un poco la garganta... Miraba cómo una bandada de palomas se asentaba en las ramas más altas del tamarindo de su tía María Cena, y cuando cambió hacia la izquierda se encontró con la llegada de vuelos de garzas reales que se tiraban en los charcos del río para pescar los llamados congos... (Camarones pequeños)... era 1 de enero de 1972, las nubes negras de la República seguía la trayectoria de la tormenta y de la tragedia, del engaño que se traducía en lluvia ácida y de fuego, quemante de la espaldas de los opositores. Ese día de la muerte de Amaury Germán, de Virgilio Perdomo, de Leal Prandy, y de Cerón Polanco... recibió Sebastián el certificado que le anunciaba que podía viajar a los Estados Unidos de Norteamérica: El visado!
Ahora se dio cuenta de que la vaca llevaba oreja y tenía rabo para espantarse las moscas... pero se dio cuenta del dolor que debieron estar padeciendo las madres de: Aristy, de la Chuta, de los otros miembros del comando de la resistencia que murieron en combate en el kilómetro 14 de la autopista camino al aeropuerto, por donde debía pasar en unos días Chang para juntarse con sus hijos, dejando a los menores en lágrimas como en llama dejaba las calles el... El soborno, el contrabando, el tráfico de influencia que ayudaban a la permanencia... del Estado anárquico.
Las calles del país y los llanos y las pequeñas villas y bateyes ardían y por eso moría en la Malena doña Florinda Soriano (Mamá Tingó), otra luchadora como Juana Francisca Olivo, aunque desde otro ángulo... por eso caía en Nizaíto el coronel de abril junto a militares leales de campaña y de serenatas entre bejucales y enredaderas para desatar las alambradas que mataron a doña Florinda. Ramilletes de leales en el baile de velado de Luperón, en el teatro campo abierto de Estero Hondo y leales en Constanza y en Maimón... Sebastián contaba a su esposa que había muchos nudos amarrados con púas de muerte en los techos de las viviendas latinas, pero al llegar a la entrada de la ciudad de Lincoln, esa se dividía en dos flancos, la del lado izquierdo había una línea de hombres y mujeres en filas indias tomados de las manos... era infinita, eso parecía... La del lado de la derecha tenia las mismas características, sólo que la de la izquierda, las herramientas que llevaban eran caballos, bueyes... coas, palas y arados y la otra, es decir la del lado de la derecha, llevaban arcabuces, escopetas, cara de muerte y perros de presas.
El amor de ellos dos se alimentaba y crecía con el diálogo, con el intercambio de ideas e informaciones, con puntos de vista y criterios a veces con intereses aparentemente encontrados... pero la familia estaba junto a las cosas pequeñas como las grandes, se consumían dentro de la casa... - se podía quemar la casa y el humo no salía a las calles (Azorín). Pero a Juana no la habían confundido las dos líneas que a Sebastián le pareció la Ciudad. Ella conocía la parábola... se refería a los colonizadores de ayer lejano, unos vinieron a trabajar honradamente con el arado y la coa del que busca nuevos horizontes, y los que vinieron a saquear a los nativos, aunque tuvieran que asesinar, auxiliados con los canes que les acompañaban.
La familia de ella y de el, los Olivo y los Silverio, pertenecían a la línea de los arados y de los bueyes... porque desde novios dos leneas que como perpendicular se encontraban en ángulos de 90 grados, de las manos con la fuerza de la fe y del arraigo espiritual de sus abuelos... Aprendieron la capitanía de sus dos líderes familiares...
-El hombre -dijo Juana- es una noria, sus aguas pueden estar tibia o fría, sucia o limpia... Esa misma puede estar dulce o amarga. Puede ser salobre pero no deja de ser agua... as’ son los vecinos, así son los amigos... puede que no... Puede que sí... -¡Sebastián! -deja de leer y escucha; ya tenemos toda nuestra familia, ahora hay que observarla, as’ evitamos ser pisados, que sean ultrajados por el monstruo que viste a la entrada de la ciudad el día que llegaste a las tres de la tarde. Hay que alejarlos de esta jangada urbanística, la vorágine, donde se construye el pasaporte de la guerra... Aunque todos poseen nuestra sangre... hay veneno por doquier... En cuanto a t’, siento con la noticia de la muerte de Allende, tu... desde el 11 de septiembre posee otra espiritualidad.
-Pero hoy, doña Juana -dijo Sebastián, le’ la muerte de un hermano de Orlando Martínez... lo ultimaron de un balazo en la misma calle donde mataron al periodista; éste era sociólogo... ¡Caramba! -dijo don Sebastián, otro profesional que se va.
Permanecieron varias horas antes de dormirse conversando, de la forma de llevarse a Carmen y de mantener viva una línea de comunicación con los suyos en Imbert, su municipio y con sus familiares en Tatania en cualquier punto de las aldeas donde dejaron intereses. Hablaron de plantearles a los hijos la necesidad de comprar una vivienda en lo adelante, en la ciudad de Puerto Plata.
Conversaron de algún día hacer una bóveda grande allá, en el cementerio de Guanabanía, para llevar a los nichos los despojos mortales de Fermín, de Cayetana, de Nicolás, de Pablo, de Ramona, de Eulalia y de don Benito y de cualquier hijo desconocido... Se rieron por el fuego espiritual que se movía dejando plumas en un vuelo humanístico...
Doña Juana despertó el 16 de marzo de 1975 cargada de energía negativo, record— el patio de su casa en la estancia del Cañafístol y con los ojos de la imaginación vio como las gallinas sacudían las alas llenas de tierra. As’ mismo hizo en su realidad, sacudió las alas de su espiritualidad para retirar las sustancias negativas que rondaban los entornos de sus familiares... y apartó el fantasma de la muerte, que en Santo Domingo entraba al corazón de los Martínez con la muerte en la calle del otro hermano de Orlando.
Muchos no conocieron a Juana en el aspecto humanístico, política... como doña Florinda Soriano, defensora de la liberabilidad del sexo, sin llegar al paroxismo,.. Pero muchos la conocieron como luchadora a favor de los excluidos del todo social, del todo económico... fusionaba... una plataforma sociológica con una mística filosófica rupestre... y la unía a la urbana. Aclarando un poco mas, Juana defendía la agricultura urbana... y en los tarros y corotos donde sembraban flores, llegó a cosechar ejes, repollos y lechugas repolladas. Los cielos rasos de ciudades de países desarrollados, hoy por hoy están poniendo en práctica la teoría que hace bastantes tiempos doña Juana Olivo había hablado.
Pocos días han pasado, que los cinco hijos de Juana Olivo de Silverio se reintegraran al ceno de la familia en la residencia 1005 de la calle Walton, en la ciudad de Nueva York.
Aquel momento fue inenarrable, la alegría no se podía recoger como las jugolas y gaseosas que se repartían esa histórica tarde para los Silverio Olivo de la Walton 10-05... Dijeron los vecinos que para compararlo, se refieren al momento, tendrían que trasladarse a los días que Socorro recibiera a su madre y luego a sus primeros seis hermanos... El hecho es que los Silverio Olivo se sentían como si hubieran estado a orilla del primer río del nuevo mundo, lugar donde sus aguas quejumbrosas los arrullara con su melodía acuífera. El Bajabonico, de agua poco profunda, pero... pero de corriente virtuosa, con movimientos de malabaristas románticos.
Parecen pocos los días, eran pocos... después desde que Rosa dejara sentir su sensual aroma en ventiladores de los ventanales de su nueva alcoba, salpicada de la lozana fragancia de las tocayas del vergel que su abuela Ramona y su madre Juana, cultivaran en los predios de Tatania y en la Estancia del Cañafístol ancestral... Fueron pocos para recibir en la intimidad de su corazón adolescente el cariño y elogios de parte de primos y nuevos amigos, entre comillas, que los fines de semana acudían a la residencia Walton 10-05... para absorber de la piel antillano-caribeña, de la segunda en término de sexo, de género, hijo del ardiente hogar, hogar quisqueyano...
_ En la República de Juana, allá en Las Aromas, al lado del Bajabonico, primer río visto por los españoles en Bahía Isabela, hace 500 años... unas garzas reales hacen nidos en la mata de mango Manjosé, en la estancia el Cañafístol, antigua residencia de los Silverio Olivo. Los cortadores de caña hacen un receso para dejar pasar las ardientes brisas de las doce. Se acomodan en la sombra de los árboles de la barranca... y ah’ recordando a Sebastián, hacen siesta en los banquitos -ya débiles por su ausencia- que el para esos fines construyera en los años cuando Balaguer por primera vez se reeligiera.
La Iglesia estaba llena de gente, la mayoría de Guanabania, las Aromas, Tatania y Los Trejo. Había misa de recordación de los hijos del lugar que habiendo vivido en la paz de las buenas acciones tuvieron una dolorosa muerte trágica. ¿Quiénes eran ellos? preguntó un nieto de Pepe el Carmen, tío éste del señor Sebastián. ¡Bueno! contestó un hijo de Freddy Silverio... son muchos pero comenzando por ese, señalaba la foto de una galería de difuntos que había en un pasillo de la iglesia... que fuera administrada por Sebastián... ese, dijo José Miguel -ese, repitió, es Calixto García... murió envenenado. El de la derecha, es Demetrio Silverio, murió de un infarto; ese, vestido de oficial... se llamaba Cecilio Silverio, murió en un accidente carretero; el que está con gorra en el bolsillo... le decía Eufemio Minaya, dicen que murió apostando al que más bebiera agua.
José Miguel continuó explicándole al joven el nombre y la circunstancia que murieron más de cuarenta personas en el período 1961 al 1987. -Usted ve esos dos que están en el centro de las demás fotografías, -respondió Yeyo- ¿quiénes eran? parecían esposos...
...S’, el se llamaba Lorenzo Silverio, ella, de apellido Hernández, era su esposa; murieron en la entrada del pueblo de Imbert... También falleció un niño que les acompañaba... Lorenzo Silverio era hijo de Jesús Silverio y de Juancito Silverio... primo hermano de Juana Francisca Olivo. Lo que sorprendió a Yeyo Silverio -hijo de Eustaquio Silverio-, primo de Sebastián, es la singularidad de que todos los muertos estaban entre los cuarenta y sesenta años y habían sido empleados de la compañía de don Félix Henríquez.
Sebastián y Juana durmieron profundamente el 15 de marzo, a pesar de la muerte de Orlando Martínez, en las calles del residencial; llegaban ruidos metamórficos con pesuñas de modernidad, con las luces de las máquinas de las jorobas de las viejas campanas que tañeron en los jardines de la familia Trejo en las costas donde los colonos fueran dueños de ingenios y de trapiches azucareros... A pesar de la situación, de que la familia estaba junta en la residencia Walton, recordaba las raíces que dejaba en la tierra de sus padres... A pesar de que algunos entraban a los centros educativos... A pesar de que entraban al mundo de producción tenía, igual que su esposa Juana, fija en medio del pensamiento, el cadáver de un pesado recuerdo, evitaba que pudiera saborear el néctar del sosiego familiar. Ambos tenían temor de que las calles de la infinita ciudad venciera las noblezas de sus pequeños bisoños... a pesar de todos los favores que les ofrecían las circunstancias, la prudencia les daban como viso para el cuido y para la protección de los mas débiles...
Chanito, de apodo, de nombre Antonio Silverio Olivo, tenía dotes de pensador, pero de pensador escolástico; retozaba con los dispositivos y mecanismos de los aparatos de electrónica. Amaba ese mundo de la transmisión y de la frecuencia... y tan pronto como pudo, se instaló e hizo un santuario donde desplazaba su poder mental e imaginativo.
Una mañana mientras imaginaba estar transmitiendo desde el Capitolio, desde la casa de las pulcricidades universales, por no querer, por no haber cambiado su carnet de locutor autorizado, en la gran escuela nacional de espectáculos públicos y de radiodifusión, al de la Escuela Nacional Californiana... recibió una fuerte descarga... de voltaje AC... y hubo de ser internado -lo que Sebastián y a Juana le atormentaba, por los retoños, ocurrió con su vástago de mayor edad.
Cuando don Sebastián fue enterado de lo ocurrido a su hijo Chanito, record— a su tío José del Carmen cuando desenvainó el machete para pegar al médico que por descuido dej— que se infectara el dedo de su hijo, que después, hubo que cortar.
Toño, de apodo, pero su nombre es también Antonio Silverio Olivo, es el 5to. de la dinastía de los Juana Chang, como en familia se les conoce... Leia en una de las seis mecedoras, con los pies encima de una de las mesitas que Socorro había regalado el día de las madres... Ponía las hojas del periódico El Nacional, en el sofá de Mimbre, para que su hermano Claudio fuera leyendo el deporte, que era lo que mas le interesaba. Antonio, al ver llegar a su padre, manifestó: -mire papá, hoy se cumplen 9 años del atentado que fue víctima el senador por Pedernales, Prof. Pablo Rafael Casimiro Castro, al recibir los impactos de balas y de los fragmentos de una bomba de fósforos blancos.
Fausto miró con respeto y con ardor de obediencia el rostro de su madre, que como si estuviera conversando debajo de las sombras de los piñones, de la empalizada, con Tina Socio y con Mazo la hija de Tonel, gesticulaba las manos mientras recibe informes del estado físico-mental que había quedado Chanito en el centro clínico. Le parecía muy molesta, pero la vio reír dándole motivo a Fausto, para creer que podía seguir jugando ajedrez con Claudio en la terraza de la residencia Walton 1005.
Miriam, estaba todavía muy pequeña para hacer transacciones económicas, estaba muy complacida viendo la carátula de unas figurillas en una revista de cultura latina, donde mostraban rasgos del pueblo Totonaca y Taína... y deseó pedir a su hermano Eladio que cuando pudiera se la regalara... un muñequito del vestigio azteca. Pero mejor le pidió un musical de John Travolta... a quien imaginaba viéndolo bailar como en las escenas de la película Porky.
Librado tenia tres días midiendo... pensaba en una palomita de plumas blancas, había prometido proteger y echarle gránulos de amor mientras existiera sol y dolor sobre la tierra. Medía la distancia y creía que aumentaba el tamaño de lo que consideraba una traición... aunque era un jovencito de dotes y facultades que como bobina, generaba energías para disipar la oscuridad de los grandes apagones de un barrio de su querido Santo Domingo. Salía con facilidad del ensimismamiento, sin vacilación ni torpezas... Poco a poco se fue sacando el pico de la blanca paloma, cuando halló que las alas doradas de una periquilla se movían y acariciaban los axones de sus sentimientos Tatanios.
Angelita Silverio, primogénita de Matilde, con la salida del último de los Silverio Olivo, mantuvo la puerta de la estancia de la Cañafístola secular. Sólo los lunes la abría para limpiarla, sacar los fluidos contradictorios que con la ausencia de los que fueron sus dueños querían posesionarse de los derechos de propiedad.
Angelita dormía cuando llegó de la capital a Las Aromas, su hija Milita que la llamó con mucho cuidado y mucha suavidad. Las dos mujeres, hija y madre, se regocijaban al conocer la situación de sus otros hijos, que residen en la capital. Pero su mayor preocupación era José, cocinero del hotel Caracol. -José, dijo la señora Silverio, es la jalea de mis sueños... aunque a los demás los llevo en mi espalda como el bacalao a cuesta, a él lo tengo clavado en mis senos... y en mi pecho.
Juana, en la residencia Walton, merecía tomar la jalea de la felicidad y en verdad lo era en término de la realidad... Juana se tenía como una mujer realizada, recompensada por la historia, por las sumas de las acciones de su familia. En este mismo instante entró al cuarto y conversaba con Isidro y con Eladio, que observaban en el aparato de televisión una película sobre la guerra de Vietnam. Las ventanas estaban cerradas como siempre, pero su cuerpo de mujer caribeña, descendiente de una martiniquesa, no soportaba el frío, tenia momentos que como una hoja desprendida del pecíolo, temblaba... para caer en las gramas del bosque.
Juana se sintió triste porque en el día de ayer en la cercanía de la vivienda pudo ver un gatito que moría por el frío, que lo azotaba... eso la inquietaba y producía dolores en las articulaciones.
-¿Y por qué está llorando?, -preguntó Eladio a Simón, que Leia el periódico El Nacional, que todas las tardes dejaba don Sebastián en el sofá de mimbre. -Estoy llorando... dijo en voz baja Simón, -no por nadie, nadie en especial, sino por los tantos muertos que caen en los distintos barrios de la capital dominicana.
Fájate, el viernes pasado mataron al periodista Goyito Castro -dijo Simón- y eso, que fue colaborador del presidente Balaguer, mientras vivía en el exilio. De esa forma le pagaron!
Eladio, que tenia experiencias, dejó a su hermano un poco tranquilizado leyendo, y se marchó a resolver asuntos de intimidad. Había contraído nupcias con una muchacha de Imbert. La vida, a tan temprana edad, lo obligaba a enfrentarse con el sable de su realidad, a morder con sus propios dientes... Sabía que no caía lluvia por las manos poderosas de un ser místico, con barba secularia... sabía que los frutos se secaban por razones... terrenales climáticas... pero también por no haberle cumplido a San Prestamista, promesas del 28%.
Juana no fue a ver el Capitolio, lo miraba con desconfianza, lo consideraba un horno donde se cocinaban odio para los dioses de la guerra... creía que ahí se ensamblaban las intrigas políticas latinas para la ofensiva imperial. Mientras veía una telenovela donde aparecía el edificio de la Casa Blanca, se sintió descompuesta al ver el anuncio de una película donde clavaban... una espada en el brazo de un chileno... para obligarlo a confesar... Después en la otra mano y... se secó las lágrimas, clavaban una bayoneta y recordó la imagen del pobre gatito que en la tarde hubo de morir de frío... apagó el aparato y se marchó secándose el sudor. Regresó al dormitorio llevando la imagen del pobre gatito que de frío en la tarde murió
Con el triunfo de don Antonio Guzmán, la República Dominicana es vista desde el exterior con otros lentes y colores. La caída de la Empresa del señor Balaguer, dio facilidades para que dominicanos y dominicanas residentes en el exterior, desearan introducirse al mercado nacional.
Mella, después de asistir a una reunión del partido triunfador del que es dirigente en la ciudad de New York, convocó a militantes de su comité y amigos para asistir a las 5:00 P.m. a la residencia de la calle Walton y con mucha tranquilidad pero lleno de energía positiva -manifestó los he invitado a celebrar con mi familia la alegría de recibir el nombramiento como uno de los secretarios del Consulado Americano. Los invito a brindar con esa tacita de café. Mañana asistiré al Palacio para la... juramentación que se hará pasado mañana. Los hermanos y hermanas aplaudían efusivamente, mientras Sebastián y Juana Francisca lo abrazaban al tiempo de felicitarle y desearle prosperidad con honradez y nobleza.
Juana y Sebastián estaban mucho mas a gusto y parecían mas realizados viendo la alegría que tenían los muchachos y muchachas con el nombramiento de su hermano Mella. Pero a Juana la llenaba de satisfacción y de esperanza porque ahora el último pago de la casa de la urbanización Torre Alta, en Puerto Plata, se haría mas fácil.
Juana inicia una serie de viajes en el invierno neoyorquino y se instala en la nueva y acogedora residencia de las piernas de la Loma Isabel de Torre... y recupera células dérmicas que limpian y fortalecen la piel. As’ mismo regenera su estado sicológico y bobina espiritual.
Juana, con el nombramiento de su hijo Mella, entendió que había ganado la batalla número sesentitres... y que se sentía invicta cual Juana de Arco... pero no se arriesgó a pensar en los perseguidores de aquella. Prefirió mejor pensar en Juana Trinidad (Saltitopa) y se creyó la coronela y buscó un bidón de agua y comenzó a bañar las flores... como suponía la Saltitopa, descalentaba los cañones de la restauración.
En la mente de Juana, la de Tatania, estaba registrada librar cientos tres batallas... no se atreve a enfrentarse con su gran enemigo: El Frío, a ese, ella le temía, lo evitaba, no subía a la arena con el... La campeona Olivo, le temía a los brazos largos, se convertía en un látigo multidimensional y multiforme -incómodo para toleramiento- adujo uno de sus managers. Las que había ganado, las había ganado en terreno apadrinado, enfrentándose a un sistema colonialista impositor e inquisidor por más de medio milenium a cruzar mares, ríos y soportar frío y jarimas imperialista.
Viajó a Santo Domingo para organizar la casa en Torre Alta, en las piernas de la montaña de la novia del Atlántico. Todo le ha parecido placentero, acogedor y ameno. El aire viajero del Atlántico ascendía por las azoteas, al rozarle la cara lo encontraba tibio, cual beso de una fiel y leal boca dueña de un muy noble corazón, y el aire de adentro, los cuartos y aposentos, sala y comedores, les hallaba muy agradables, y el que bajaba de la cumbre del pico Isabel de Torre era lo máximo. En cuanto tuvo lista la nueva residencia no quiso entrar en necias comparaciones mas, se le pareció buena... buen patio... buena ventilación, buena sombra también.
Podía hacer lo que le agradaba, como sembrar las flores, las hortalizas... hacer agricultura urbana... criar conejos, aviarios y tener un buen perro guardián.
Abrió, como a ella le gustaba, el puente de comunicación con sus familiares y con sus amistades, con el municipio y con Guananico, que pertenecía al municipio de Altamira. Luego visitó la casa de su cuñado Sabelo, para mirar de cerca los aristas del rostro de los negocios que habían sido de ambos. A ella le encantaba participar en la preparación de los sazones de los actos comerciales donde era mayor o menor accionista... Era una fiel atisbadora del fuego donde asarían el crecido cerdo-alcancía, pero rechazaba como acto de unidad de buen comensal la reparticipación en paralelo... Lo de ella era perpendicular, vertical, nunca paralelo, su acto vital siempre fue real, frugal y transparente. A todo color, vivo y directo.
En Bajabonico, llegó a las propiedades de Tatania, se detuvo debajo de la mata de limoncillos, donde Miguel y su padre bebían tragos de Whisky don Miguel. Y como si salieran de un profundo precipicio, llegaban las imágenes desde lo antiguo y sagrado de su memoria. De regreso a la casa del Cañafístol, degustó con su prima Angelita, a la que respetaba y quería como a una hermana, siendo prima. Después se dejó caer en una de las que fueran sus camas... durmió hasta las dos de la tarde para luego pernotar donde su amiga Daniela Arias, vivienda donde acostumbraba comer y hacer la siesta antes de volver a la casa de Torre Alta.
Chanito de vuelta a las faenas electrónicas, reparaba radios casseteras y amplificadores. Había recuperado la salud y su estado general era muy bueno. Le agradaba la música y la literatura, por eso tenía discos y cintas de los Beatles y merengueros típicos y populares de la patria donde creció... Por lo pronto no estaba estudiando, pero recibía una compensación por los males recibidos con la descarga eléctrica... mientras hacía la fantástica transmisión... Debo decir, lleno de honestidad, que el joven Antonio Silverio Olivo pudo laborar en escuela o los talleres de la RCA, sin embargo prefirió usarla como mecanismo de pasatiempo.
Juana se deleita desde la jabilla de la Torre Alta que hay en el patio de su residencia, mirando la llegada de los barcos y trasatlánticos... que besan o pellizcan la costa puertoplateña... las olas muy altas como caballos que tumban a los jinetes inexpertos que quieren ensillarlas con violencia, ella, Juana, se deleitaba observándolas.
También se deleita con las voces de los venduteros que anuncian con voces melódicas -sonríe cuando oye decir: ¡Lechugaaas!... ¡repolloooos, polleeeroo...! recuerda a don Benito Olivo... hombre limpio, recatado, casto y honesto... y sin estar ya escuchando las verduleras, una grita con voz de encanto, como la que termina de vender: Aguacate solito, verde y madurito, queda marchanta, mantequilla... seco y aguaito. Quita las lágrimas de la imagen de su padre... luego deja ver una sonrisa alegre y jovial en el escenario de un horizonte perdido.
_ Sebastián, temblando de frío, hace con el ruedo del pantalón una polaina, pero deja el ruedo izquierdo agarrado con una liga de las que usan para ligar las papeletas... se mira y nota que está temblando y levanta el cuello de camisa de seda... al fin se detuvo frente al espejo de la sala, mira sus labios y cree que por el uso del tabaco se les han puesto morados.
Sebastián no usa bebida alcohólica para echar de su piel al que lo ha separado de Juana, su mujer, -malvado troglodita- pensó y miró el blanco del humo.
Silvestrina llamó a su hija: -enciende dos velas a tu padre... -Anoche le llevé café a la mecedora. ¿De qué está hablando, Bebi? Pasé soñando con él, pero al final lo vi que decía adiós con los dos brazos en el puente de la Barquita entre Sabana Perdida y Los Mina.
-Toma los fósforos, enciéndele dos, él las merece.
-Está bien mamá, pero los muertos no comen ni recuerdos.
-¡Es la tradición!
-Es cierto, es la cultura.
Sebastián fue con pasos seguros a la despensa y quitó el corcho a un vino... encendió un cigarrillo y sin titubeos llamó a una compañía para cambiar el sistema de calefacción.
Eladio, que ya tenía familia, hablaba del tirano con un pariente de su mujer, mientras tomaba traguitos de coca cola con hielo picado. Explica de lo costoso que fue para los campesinos y obreros la permanencia del tirano. Hablaba de los centros azucareros, de las fábricas, de baterías y de la de armas de fuego que estaba en San Cristóbal. Eladio no jugó ni semillas de cajuil, ni velludas, tampoco hizo travesuras en el lomo de un burro, ocupó su tiempo puberito a la ayuda de su madre en los asuntos económicos y culinarios.
Mella mantuvo buenas relaciones con la izquierda revolucionaria, pero era dirigente del Partido Revolucionario que dirigía primero J. Bosch y después J. Fco. Peña Gómez, a quien le demostró lealtad y confianza. Viviendo en la ciudad de New York desde finales de la década del 60, siempre estuvo, hizo presencia en las campañas electorales. Estuvo en el mitin de cierre del Acuerdo de Santiago y permaneció el mes de abril y la primera semana de mayo; la empleaba con dirigentes de su provincia, en los asuntos puramente de cédula... siendo acusado por miembros de la guardia colorada de Peligroso en el manejo de archivos y detalles de violación de documentos, pero luego dementado... por la dirigencia.
Miguel Silverio Cruz, hijo de Silvestre y de la viuda Silvestrina... al retorno de Santo Domingo... en uno de los viajes para asistir a los rezos de su abuelo Doroteo Cruz Medina... informa a Sebastian de las tantas muertes ocurridas por las manos extrazas del azar... o por los aguijones calientes del infierno.
-¡Buenos días! Tío -dijo Miguel.
-Vine anoche... saludos y muchas expresiones envían de allá, tío Chang. Además de ofrecerle saludos a usted y los demás, vine a decirles de los accidentes y tragedias que cubren los campos de Bajabonico.

El señor Sebastian, que aún estaba parado, prendió un cigarrillo Marlboro y se sentó para escuchar en sosiego físico. -Dímelo despacio y con su apodo para poder recordarlos.
-Tres de las hijas de Jesús Trejo. También murieron los hijos Jhonny, Edilio y José Manuel Trejo en accidentes de motocicletas. Otros que murieron de la misma manera fueron, dijo Miguel, fingiendo tristeza, Carlixto García, envenenado y por los mismos efectos murió Demetrio, el de Gabinito.
Silverio (alia Meto), Santo Medina Sosa, hijo de Amado Chepe y de Rosa, la hija de Faustina Silverio; Nelson Parra, hijo de una hija de Ceferina y Bienvenido, el hijo de la señora Meco, la mujer de Manuelito... y Cheo Pancha, que también fue víctima del maleficio del jacho.
Otras, pero en la paz del hogar, Evaristo Cruz, el primo, la señora Victoriana Arias, Nanan, la mamá de Daniela Arias... su comadre. Doña Higinia...
-La verdad sobrino Miguel, que no sabemos desde cuando viene ese maleficio... pero desde que soy o fui un niño oigo hablar del fantasma del jacho de los Antolinos. He sentido mucho esas defunciones... dijo y le brindó un trago del vino que había escorchado.
Doña Juana no fue amiga del doctor Peña Gómez, pero al profesor don Juan Bosch y Gabiño le dispensó amables saludos... y recuerda sus discursos expresados con un limpio rencor en un lenguaje sacudido de ruidos y valladares para que entrara en las sabidurías de los estratos básicos de la sociedad... de pobres, negros y mulatos.
-Yo recuerdo aquella contienda que tuvo con el padre Láutico... No era ni arrogante ni altanero, pero lo consagro como un ser humano distinto a los acostumbrados a machacar con los humildes de quien fue gran líder.
-Lo que recuerdo de su llegada -expresó Daniela- que sé que también usted recuerda, comadre, es aquel donde llamaba tutumpotes a los ricos y los pobres, hijos de Machepa... Es el discurso que más recuerda al dominicano de aquellos días... porque era diferente, no era de lo mismo.
-Así es, comadre!... dijo. -Hay... que cambiar los pisos de tierra por pisos de cemento, la funda de noventa libras se vendió a 0.85 centavos y además aseguraba las tres comidas calientes... Eso no lo puede rechazar ningún hijo de Machepa.
Antonio estaba en la cocina de la señora Elvira, calentaba un biberón de leche a su pequeña Gabriela, que lloraba en una pequeña cuna improvisada en la galería de la casa, en la Vista Alegre número 1 del barrio La Victoria del Distrito Nacional en la República Dominicana. La madre de Gabriela, esposa de Toño, natural del municipio de Navarrete... laboraba como profesora en un instituto en la ciudad.
Elvira, la esposa de Víctor, terminaba de servir el almuerzo cuando éste llegaba de supervisar los centros... que dirigía en el distrito escolar de ahí. Toño era dirigente de altas instancias de izquierda revolucionaria y buscaba a su hermano Arias, de apodo Negro, quien era Supervisor escolar y profesor de enseñanza secundaria en esa zona... En la tarde, al encontrarse, para ambos fue de gratitud... y al Prof. Arias le satisfizo mucho... el poder ayudar a su amigo y hermano en las atenciones con la familia, como contribuir en el desarrollo del compromiso con la revolución.
-Oye Negro -dijo Toño- quiero que me apoyes en eso.
-No hay problema, para qué nacimos en la misma cama de la misma nación -respondió el esposo de Elvira.
-Mañana debo ir a la escuela Patria Mella, a dar una conferencia; escucha los temas, te los voy a leer: -Teoría de los tres mundos; Conflicto entre China, Vietnam y Kampuchea; Posiciones de línea roja del Movimiento Catorce de Junio frente a la situación internacional y las divergencias del Movimiento Comunista Internacional.
-Cuente conmigo y con el respaldo de mi mujer... y hasta de mis hijos, que ayudaran con Gabrielita.
Juana y Daniela continuaban conversando de los cambios que se hubieran dado si no hubieran asesinado aquella iniciativa de amor y respeto por el hombre y por la mujer... a la niñez, a la ancianidad y a la seguridad ciudadana; el derrocamiento del profesor Juan Bosch.
-Usted sabía -dijo Daniela- que Mella y Negro recibían panfletos comunitas?
-Sí, comadre -contestó Juana Francisca. Pero también Chanito y Eladio...
-¡Ah sí...? -dijo sorprendida.
-Claro. Era donde Genarito que lo llevaba un joven que venía de Puerto Plata...
-Cierto, ahora lo recuerdo todo... se llamaba Antonio García.
-Pero durante los días de la revolución, un día estaban escuchando a Radio Norte subido en una mata de mango... La emisora llamaba al pueblo a integrarse a la lucha; pues, los dos infelices fueron a la Colorada y allá esperaron el camión que lo salía recoger... Pero las manos del poder de los inocentes pinchó las dos gomas delanteras del señalado camión y por poca cosa se volcán y se matan todos.
-¿Y qué pasó, comadre? –Preguntó la mamá de Negro... -Nada, Danilo, que sabía lo del camión, los obligó a bajar de inmediato e irse para la casa. Por Danilo no perdimos a esos dos pendejos...
-¿Cuál Danilo, comadre...?
-Danilo Gómez.
Lo que no supo ningunas de las dos es que el camión que llevó las gentes de Imbert y Altamira... murieron todos por los impactos de los fragmentos de bombas fragmentarias arrojadas desde el campamento del Batallón 5.
-Espérese, déjeme envolver esta hechurita de café, para que la cuele cuando llegue, dijo Daniela.
-Búscame un paquetito de yerba buena y flor blanca... y si hallas, tráeme algunas de berro y de verbena...
-¡Vaya con Dios, comadre...!
-¡Que quede con usted...! dijo Juana cargada de hojas.
Doña Juana estuvo en la residencia de la calle Walton en abril del 1981, y regresó a la de Torre Alta en noviembre del 1983, Mella no laboraba en el Consulado Americano y Toño había reorganizado sus sentimientos. La situación clínica era buena y hasta del frío se había impuesto. Esa era su historia clínica actual.
También la casa de Torre Alta fue una colmena donde muchas abejas libaban los néctares dorados de la cornucopia, desde donde hicieron traslados en papeletas, del fértil polvillo llamado polen. Ahora no era la casa... de los pequeños negocios, sino la de la Jabilla, con las hojas verdes, con el rostro del águila y el Tío SAM. Hubo vecinos que llevaron certificados fantasmas de propiedades ficticias... ella sabía... por qué la gallina cascareaba cuando ponía su último huevo... y sabía también por qué los perros daban tres vueltas antes de echarse.
Doña Juana nunca usó sus ojos para fingir, los empleó para ver imágenes en todas sus dimensiones, por eso nadie la vio con lentes oscuros... porque era frugal y transparente.
-Usted parece que está enferma, vecina...
-¿Anja, usted cree...? ¡Por qué? ¿Qué usted ve... que no veo yo?
-¡No señora, no es por eso doña Juana!
-¿Dígame, qué se le ofrece... a usted?
-No... No, no se me ofrece más nada... Le iba a solicitar un favorcito... que me prestara mil quinientos pesos. Y dejar como garantía... Doña Juana se levantó y le dejó la palabra en los labios... y de espalda le dijo... -Oiga vecina del corazón... llévese a una compraventa su garantía... que esta casa no tiene las puertas de alambre...
Chanito, que había oído la conversación, le preguntó a su madre...
-¿Qué fue lo que trajo de garantía...?
-Y qué... sólo un simple papel de compraventa. Esa vecina vino a engañarme. Por eso no se los presté. Además, hijo mío, es una jugadora de bingo en el Club de Oficiales de la Fuerza Aérea. El esposo es el capitán Luis Hermógenes López... el acusado de haber matado al Ing. Amín Abel Hasbún, todo el mundo sabe que ese es un rango tan falso como su nombre...
-No, mamá, ese es su nombre; lo que es falso es el rango... es el rango y también la institución. Era sargento de la Policía Nacional.
En el 1990 doña Juana se sentía sola para realizar los mandados al mercado y a las farmacias y a otros lugares... Kleber Vladimir, hijo de Elvira y de Víctor, por mandato de su padre y de su abuela Daniela Arias, aceptó ir por tres meses a vivir con ella... Luego de los tres meses llega Iván Patrovich y sustituye a su hermano... Ninguno de los dos tenía mayoría de edad.
Félix Martínez, mayor de edad, hijo del primo Juan Evangelista Silverio, apodado Bumbo, sustituye a los nietos de Daniela porque Juana se traslada a la residencia de New York... Significa que ella tenía suma confianza en la familia... Félix era primo de Juana en segundo grado.
Doña Juana sabía que Mella iba a estar en el país en las elecciones del 94 y permaneció un gran tiempo analizando la conveniencia de quedarse hasta las referidas elecciones. Así sucedió, tenia informe de la casa... de Torre Alta, todos los fines de semanas y de las rentas de sus empresas...
El 16 de mayo de 1994, se efectuaron unas de las elecciones más fraudulentas en la larga historia dominicana... con claros rastros de delito.
Una vez más Mella viene a luchar codos con codos, a enfrentarse cara a cara con la maledicencia y el chantaje imperialista. Le duele como le dolía a su madre ver frustradas las esperanzas de un pueblo bueno pero hambriento, el pueblo sin nombre, el que tiene piso de tierra, el pueblo que no conoce el color de la leche, ni el sabor de la carne. El engaño del imperio de fin de siglo, la compra y venta de consciencia...
Mella estaba sentado en la mesa cuando escuchó que sonaba el teléfono... era su madre desde Nueva York... -La bendición -dijo Isidro desde Torre Alta... -¡Dios te bendiga! -la madre manifestó desde la Walton. Cuéntame, que es lo que hay...
-Sólo hay atropellos de la voluntad popular, abuso de poder, compra de voluntades y de consciencias. El Acuerdo de Santo Domingo, aclaró Mella, se reunió con los embajadores y les presenta múltiples pruebas de irregularidades que constituye un grosero fraude colosal. Estaba presente el señor Robert Pastorino, embajador de Estados Unidos. La prensa internacional cuestiona a fondo los comicios, considerándolo como fraudulento. The Times consideró como dudoso el triunfo del Dr. Balaguer... pide a los Estados Unidos que emplee su influencia para que se respete la voluntad popular.
El día 10 de agosto, fecha en que se firmó el pacto para la democracia, llegaba Isidro a la residencia de sus padres, en la calle Walton 1005... En la noche, Juana le pidió a su esposo Sebastián, que le leyera... algo bueno.
-Léeme algo agradable, Sebastián!
-¿Cómo que, Juana? -dijo presentándole una de sus risas juveniles.
-¡Lee el Pentateuco! -dijo ella sonriéndole también.
-Abraham habitó Canaán y LOT hizo tienda en territorio de Sodoma... Chang, pasó las manos por la frente de su amada esposa. -Estos sodomiítas, eran personas malvadas, violadoras de la ley. Abraham tenía cien años cuando engendró a su hijo Isaac. Permaneció leyendo hasta pasado las dos de la madrugada y añoró escuchar el gallo madrugador de la estancia en Bajabonico. Recitó los versos de Abraham -Aroma de un campo que bendijo el Señor... aroma de mi hijo... que Dios te conceda el rocío del cielo... la fertilidad de la tierra, la abundancia del trigo y del vino..., otros días leyó los profetas mayores y menores... los salmos de David... y de los versos de Salomón ella se aprendió los siguientes: -¿Qué es eso que sube por el desierto como columna de humo, como nube de incienso y de mirra y perfumes y de mercaderes?
-¿Es la litera de Salomón!
¡La rodean soldados, los valientes de todo Israel, todos llevan al flanco la espada... por temor a sorpresas nocturnas!
En su cuarto, Chanito hace de locutor y coloca en consola los merengues La agarradera... la botija... y Caña Brava, del intérprete Tatico Henríquez... Mientras bebían el café de las 9:30 de la mañana, Juana y Sebastián recuerdan su país, y aunque no estuvieron en una fiesta o jolgorio nunca, el calor del fresco verano neoyorquino lo energizó y lo hizo más ser hijo de Tatania y Altamira y de Bajabonico... y Guanabania.
-Recordar -dijo Juana, es quizá la más de las brillantes condiciones humanas... es como un poder superior para revivir acciones muertas. O resucitarlas.
-Sí, no muertas, -archivadas- dijo Chang, que al necesitarlas las despertamos.
-Es un resucitar -aclaró Juana... que tamborileaba en la mesa con las manos.
-¿Por qué, si... el día está tan lindo, no... Nos vamos a bañar a la playa?
-No puedo, tengo compromisos con los asuntos del partido... -pero como regrese iremos a la playa de Charajima, allí la luna es complaciente con los enamorados y mientras los otros están en escena... esa cabalga entre las ramas y las palmeras.
-Está bien, cosa como esa necesitaba escuchar mi corazón, sabré esperar...
Las elecciones de 1996 trajeron a Juana y a su hijo Isidro de vuelta al país. El 11 de septiembre durmieron en la residencia de Torre Alta... hizo diligencias, contactos con amigos, compadres de los familiares de su esposa... en predios rurales de La Llanada y de Palmar Grande y El Mamey de Altamira. Lo mismo ocurrió con familiares suyos, en el recién inaugurado Municipio de Guananico. El sol quemaba la espalda de los jornaleros, las matas de cafeto, que abundan en Fundación y el paradero, dejaban ver sus ojos de inconformidad por lo lento del invierno. Mella llegó a la casa de su tío Isabel, donde su madre le esperaba... y donde durmieron.
De vuelta a Torre Alta, cenaron con la dirigencia política de su organización y respondió preguntas a periodistas nacionales y locales y regionales. Así era Mella cuando venía de New York, donde era dirigente... Hacía grandes gastos por su partido y que a la larga...
El 16 de mayo... bajo un sol de fuego que hacía sudar, como orinar hasta en los pantalones... se celebraron los comicios extraordinarios, bajo la sombra del pacto por la democracia... Ningunos de los partidos alcanzó lo acordado por la Ley. Peinado, candidato reformista, quedó fuera con solo 14.99%; José Francisco Peña Gómez llegó al 46% y Leonel Fernández obtuvo un 39% de los sufragios...
Mella retorna a su residencia en la ciudad de los rascacielos con el compromiso de participar nueva vez en los trabajos del partido para la segunda vuelta.
Los corazones de los partidarios del emblema blanco es gelatina de algarabía, de sueños y de hermosas proposiciones... según las palabras de los dirigentes Tonny y MENA Castro... en casa de la compañera Juana Francisca Olivo y de su hijo Isidro (Mella) Silverio Olivo, residente en la ciudad de Manhattan, donde es alto dirigente de la organización favorecida con el 45.99% de los sufragios en primera vuelta.
Las aguas del arroyo Capitán en Los Mangos siguió rumbo al Bajabonico, como las del arroyo Santiago, Obispo y Cabía, Caonao y Unijica... igual que Fundación, Arroyo Blanco y Río Pérez y la Damajagua... llenaban el cauce del agente... más viejo de los ríos de América, como los ciudadanos llenaron las urnas de votos blancos del más viejo partido de la República de Juana Francisca, dueña de las grandes batallas del ordeñador en invernales madrugadas. Gigante la batalla de siembra en parcela ajena sin cortar las alambradas, del que araba con bueyes prestados, pero debe dos tercios de la cosecha.
Juana Francisca, la madre de una docena de criaturas inteligentes, tres flores del jardín de Tatania y nueve cogollos que son espigas de las espigas que algún día fueron silvestres... Hermosa batalla como la de los ríos y las cañadas, las libradas en invierno en riberas de ríos ajenos... fuertes batallas, más de cien, las libradas a partir de que se barrerán los batientes de la puerta... rumbo al alcance de los horizontes extraviados, cientos seis llevaba, aquella madrugada del 3 de julio, en Torre Alta... era de calor, de frío... ¿en junio...? pero tenía fuerza archivada... era artificial y lo agarró por el cuello, lo tomó en minutos por la cintura... pero el brazo zurdo lo sujetaba y con el derecho lo tiró a la calle... estaba jadeante, bebió un poco de agua... Esa noche estaba sola... a nadie luego dijo nada.
Así era... callada... a veces solitaria, después de las últimas batallas... Días después a ella, como a su hijo Mella, no volvió luego de la muerte de Peña Gómez... no le importó... el gobierno producto del Frente Patriótico... y se dedicó hacer llamadas a sus hijos y a su esposo y familiares... La brisa que venia a la residencia, desde el atlántico, le acariciaba las mejillas... miró muchas veces sus manos, las halló amarillas, miró los muebles, los encontró muy tristes y solitarios, huecos y vacíos, deshumanizados... La llegada de Félix, su primo y guardián, la reanimó... hicieron cena y cenaron; encendieron el televisor y vieron la misma película, era de Telly Zabala. Llegó la hora de acostarse y sentía ánimo para ir a la cama. Pero no fue y permaneció más de lo acostumbrado en la mecedora con los pies en agua tibia que Félix le llevaba antes de dormirse.
Estaba amaneciendo cuando doña Juana fue a secarse los pies para irse a la cama, había dormido algo... pero sentía mucho frío, la había tomado por sorpresa... no tenia muchas fuerzas para librar su última batalla... pocas veces sentía miedo y ahora sentía más que miedo, era temor moral místico, espiritual, esa fuerza espiritual se le estaba ocultando... la veía que se metía en los muebles, en las paredes... El frío sabía... como era ella... y atacaba por las rejas de las persianas y por los ventiladores... no se atrevía entrar de frente como en otros tiempos. También tenía por lo menos cuidado... Logró subir sus piernas, las introdujo bajo el mosquitero... No escuchó el canto de las aves del Isabel de Torre... salía del desvelo y cayó en lo profundo del viejo descanso.
Cuál de las Juana estaría despierta, la poetisa, la obrera, la mujer... la empresaria... la hija, la madre, la amiga...?
Juana era poesía... porque era mujer singular diferente a las del montón salido, hacía versos... versos en el fragor de la jornada cotidiana... fue mujer de encanto sonoro, vi volar las aves y las mariposas en el túnel y las vías. Con solo ser novia ya era poesía, con haber sido mujer era dulzor, con sólo haber sido dulce madre y esposa, era suficiente para llamarse Juana, poesía cosechadora de desvelos en el pecho de su amado... la hacía poetisa de espirituales alas, por libar el néctar cristalizando el placer en besos azucarados. Los mas grandes y hermosos de sus poemas son: Socorro, Miriam y Rosa!, cargados de armonía musical, cargados de esencia y espigas... luces de luxes en donaire de voces celestiales.
Juana era proletaria, solidaria, mujer de fábricas y de empresas, la madre de paz, de proyecciones y de ideas acabadas.
Era obrera por fuera y por dentro, productora de bienes para las sociedades, que como poeta había cosido con hilo de tradición familiar moviendo ruedas del pensamiento en el tiovivo en la centrifuga de su andar respetuoso. Tuvo las manos que pudieron tocar el piano o el violín. Ella prefirió el martillo y la hoz, instrumentos solidarios para sembrar viviendas y cosechar amor. Pudo clavar clavillas de oro en cualquier madera, cosechó poesía, limó las aristas del amargo sudor. Buscó la fábrica de los nuevos horizontes y halló muñecos con rostro de dolor que poco a poco fue convirtiendo cara de soles en boca de sales y ojos de limón. Pero continuó lavando las consciencias de las mujeres de cebollas y sarampión que dejaban su espíritu en los huertos ajenos emparedados en medio de agujas y de botones y otras en aristas de lavadura y almidón... Haciendo buñuelos y empanadas para los de la otra alcoba, para los que comen con cubierto... -pero siguió andando, haciendo azadones y haciendo trincheras rebeldes para combatir las liendres del zarzal y del frijol.
-Fue canal de mansedumbre, de armonía y de amor madrigal e idilio flor de sacrificios... Dejó su encanto en el mango del arado, en el mango de la plancha... en el cabo del azadón, en el guayo de la harina de la yuca o de maíz. Pero Juana Francisca cosechó humanismo los canteros del bien consolidantes con las otras Juanas... las de América... La de Arco, la de Ibarbourou y la Saltitopa... y muchas regadoras de lágrimas encima de los humeantes cañones restaurando los hogares caídos por el síndrome de la era de la guerra. Conoció la vida de Mariana Grajales, la de María Trinidad Sánchez. Sufrió el exilio económico como Josefina Storni en las olas. Sufrió la muerte de Yolanda Guzmán pero saboreaba su gusto al recordar a Policarpia Savalarieta (La Pola), heroína colombiana -1795-1817-, condenada a muerte por su lucha independentista, por Juan de Sámano, militar español, último virrey de la colonia.
Pero Juana la de Tatania conocía todos los movimientos donde había protagonía femenino. Las que más mencionaba eran Juana Inés de la Cruz, Ana Betancourt de Mora, a la doctora Cecilia Grierson, asistía a la Universidad Argentina siendo la única mujer, esta mujer tuvo que enfrentar los prejuicios y la creencia del imperio de la época. Conoció las tareas de las jornaleras y soldaderas... Era prohibido el enrole de mujeres en los ejércitos, so penas de 50 palos a la que se le halle. Es para esos días que se distingue Mariana Grajales, Juana Azurduy, quien vistió y llevó el sable y el fusil. Fue la primera en atacar y la última en abandonar las escenas de batalla. Recibió el grado de Teniente General del Ejército Boliviano.
Cuando regresaba a la mansión, buscó en la libreta de las memorias económicas al lado de unos nombres de hijos de parientes y primos, estaba el nombre de la esclava negra María de Jesús, participó en la lucha del Bahoruco, en la rebelión de los Bambienes. También Eleuteria y Fabiana, luchadora puertorriqueña. Pasó revista a sus bienes y propiedades.
En verano hacía mucho calor y eso aumentaba su dolor y descomponía el estado anímico, le dolía el cuello. Aquella mujer que entregara al mundo doce hijos, sentía grandes dolores, los que no tuvo para parir la docena de hijos. Por el ventilador entraba fuego como el fogón de aroma de Tatania. Apagó el televisor, abrió las persianas. el fuego amarraba y mordía sin piedad sus órganos interiores.
Se iba la luchadora. Dueña de doce partos, todos con su esfuerzo, algunos solos... Félix la llevó al médico, era demasiado tarde, era imposible recuperarla, la vida se había ido como una lámpara de tenues luces.
La noticia de la muerte de doña Juana... Chang, entró por la puerta del gran vecindario que fuera suyo, con la entrada del alba y el canto de los gallos y ladridos de perros fieles a sus amos... La pena era hasta de los árboles que inclinaron sus hojas cual orejas de saleas y por cada ápice caían lágrimas verdes. Las aves volvieron al nido y salieron hacer la ronda. El sol cerró los párpados dorados y no miró el féretro hasta la hora del entierro.
La vivienda del Cañafístol la esperaba para los adioses eternos, con humo de hojas de naranja con incienso y otros aromas de resina blancos... pero fue la iglesia que administrara Sebastián, quien abrazó en supino el cuerpo de ver—nica en estambres y pétalos de rosas rojas; parecía domingo de ramos, ramilletes por doquier, azahares, lirios calas anaranjados y morados. Lises y begonias, azafranes, tulipanes y rosas blancas sublimizaban el rostro de la poetisa. Los paisanos suyos, los de Tatania y de Guanabanía, ponían toques digitales en la cara mustia de la madre, de la amiga, de la hermana. En cortas filas de andar ceremonioso, llevando un pañuelo blanco en la boca y en la mano izquierda una flor, en un camino de angustias henchido de tristeza para dejar en el ataúd cálices de sollozos en aliento quejumbrosos de un cuerpo yerto y mustio de la mujer buena que trasciende buscando los horizontes perdidos.
Allá en la ciudad de los rascacielos, Sebastián y los que no pudieron presentarse al sepelio en Santo Domingo, cabizbajo deposita su melancolía en los almacenes de la resignación, como si entregara sus derechos a un desconocido. Esperó y recibió las llamadas de condolencias... de los parientes cercanos y allegados.
Fue un velorio muy económico en término de lo que podía verse... sus hijos, los presentes, lo habían dispuesto... Docenas de coronas y guirnaldas follaje eran superiores a lo proyectado.
Cuando sacaron el féretro, las aves que se habían anidado dejaron su habitad y formaron un cortejo en el cielo blanco. Los dolientes acompañados por su gente iban vestidos de negro con pañoletas y pañuelos blancos en el bolsillo derecho del traje para la ocasión.
Las aves en dos líneas formaban una V en flancos de vanguardia... as’ mismo hicieron la gente, uno escuchaba a Mella ofreciendo unas oraciones de su corazón afligido... y el otro que compartía en pequeños núcleos con Fausto y Andrés, haciendo cabildeo, para proteger el ataúd de los hurtadores de cadáveres. De los vendedores de dientes, mortajas de recién llevados a la última morada.
Mella hablaba de las virtudes de su madre, de la señora que entregó su vida por las ajenas. Levantó la mirada y el brazo izquierdo, y vio por tercera vez, entre las nubes, las dos líneas de garzas de plumaje argentado alejándose de los aromales como blancas avionetas hacían piruetas en el entorno del campo santo. Parecía que llevaban en el pico la flor de la paloma blanca; eran alrededor de quinientos machos y pichones que levantaron vuelo en semi círculo... fueron sobre las estancias de Tatania y desde la Cañafístola volvieron al matorral... El sol abrió los párpados y parecería haber ido a beber al río, porque con las últimas palabras de Mella, apareció el Arco iris con policromas de dolor. Bajó el brazo y de su boca salían como de una bóveda enlutada palabras que eran goteras melancólicas despidiendo a la que fuera su Noria-manantial... -Se han ido, vinieron a despedirte... se han ido, conociendo su dolor, nuestro dolor, se han ido dejando en cada cosa del entorno una seña, un gesto de resignación... Fuiste reina de las flores y de las aves, por eso vinieron a traer lágrimas hechas vuelo... Una lágrima gorda salió del ojo izquierdo del orador y al no creerla suya, otras llegaron para lavar unas manchas en el adiós... Lavaron las penas.
El lazo, como una guía, con suavidad y munición, entregaba el ataúd a la fría soledad, abrazado en el atardecer del silencio eterno. Cuando la gente se marchaba, las garzas volvieron desde los aromales, los comentarios eran variados, pero la campana en la iglesia de la comunidad, la de San Juan o la de San Antonio o de San Sebastián, comenzaron a doblar por Juana Sebastián Olivo de Silverio. Cada teñir era un racimo de llanto y de dolencias, cada llanto era una queja, cada queja era una angustia y cada... un rosario de sufrimiento.
Sus 12 hijos -los que amamantaba en tierno pecho- hoy lloraban la partida... de la jardinera feliz cultivadora de Rosas, Dalias, Orquídeas (las tres hijas)... y cosechera de Crisantemos, Claveles, Lises, Jacintos, Lirios, Lotos, Geranios, Mirtos y Gladiolos (son los hijos), las 12 flores que para decirte, han venido.
-Continuaremos las huellas de tus ejemplos, seguiremos buscando los horizontes perdidos... te lo decimos en líneas de coronas para la mujer que en cada uno sembra -dijo Mella finalmente- el mejor manantial, la mejor noria. Para la que sembró corazones en huertas de voluntades, con lágrimas tiernas para vernos crecer sin caer en el barranco del engaño... Se detuvo y abrazó a una comadre de la difunta... Sí señora, fue dulce consejera!
...Adiós madre amada, abnegada, -dijo y se unió a los demás. Ven Mella... ven!

Bajo los rieles del Imperio
Novela del profesor Víctor Arias.

Personajes principales: Fermín, Ramona, Matilde, Juana Francisca, Sebastian, Benito Olivo,
Ambiente: varios… ingenio Amistad, Bajabonico Arriba, Guanabanía, Ferminilandia, Aromanía, o aromanilandia, Guayubín Montecristi, New York, calle Walton, Puerto Plata,



FIN